22 mayo 2007

capítulo 41

MARICOMIO, 203

La aldea y su maricomio-maricomio sí-.
Eran dos en uno. Maricones en el ala norte y locos en el sur.
Pablo de Cafur- Pablo el loco- en la habitación 203.
- Maricomio de tres habitaciones- una de ellas la 203.

Pablo el loco no estaba loco; estaba muy, muy, muy loco- diferencia hay-.
No era de Cafur-pues el lugar en cuestión no existía-.
Nacido en la aldea a la edad de nueve meses, se crió con su madre hasta su prematura muerte.
De su padre poco se sabe.- la metió y escapó-.
Enloquecido por su desgracia y su pena, ingresó en el maricomio a los tres años.
Con el tiempo su locura fue en aumento hasta llegar a muy, muy , muy loco.
Pastillas de colores de día y negras en la noche.
Para comer jengibre y un poco de pan- delgado y muy, muy, muy loco-.

De Cafur se hacía llamar en la intimidad de su locura.
Cafur, ciudad inventada, ciudad nunca levantada.
Locura.

Contaba ya con veinticinco años y con los dedos también.
Ni sumas ni restas en su cabeza.
Tan sólo años en sus dedos que poder contar.

Viernes de abril. Viernes de onomástica.
Pablo de Cafur- el loco- cumplía veintiséis. Sus dedos uno a uno contaba en su ensimismar. Veintiséis sumaban ese viernes de abril.
Una mirada perdida y una sonrisa.

Pablo en la 203.
Pablo en un maricomio de tres habitaciones en soledad.
Sus dedos contaba y pastillas de colores tomaba.

Si siguiente año hubiere veintisiete tuviere.
Un contar, una sonrisa y un muy, muy, muy loco en la 203.
Pablo de Cafur en un baño de rosas.
Pablo de Cafur en sueños y anhelos de libertad.

Habitación 203 de un maricomio cualquiera en aldea sin igual…


Y johnny cantaba los silencios de la barbarie y la locura...

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