Era ya la segunda vez que me enfrentaba a él. A sus azañas y desdichas.
Había realizado pequeños bocetos y relatos cortos que compartía con mi primo - el perimetral- pero que jamás llegué a publicar de una manera ordenada.
He aquí pues el fruto de aquella conversación. He aquí el trabajo de un hombre sin mayor afán que el de entretener a sus lectores con historias que del absurdo crea un mundo propio de personajes variopintos.
Así pues... Padre Prior...

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