08 mayo 2007

capítulo 19

DESCAMBIAR


Osvaldo yacía al final de la posada con sus pies desnudos delante del fogón invernal.
Su nariz aguileña, enfrentada a las llamas de la fogata, creaba formas dantescas. Sus pies, en cambio, retomaban el valor inicial de cualquier joven aprendiz de zapatero. Las uñas, cuidadas con sobresaliente mimo y de buen color blanco natural, sin apenas una mancha que denotara suciedad.

Padre prior se sentó delante de él con imaginación impropia pues…- no era manera común tal artificio postural-. Cruzó las piernas de derecha a izquierda y sus manos entrelazadas bajo sus nalgas. La cabeza a un lado y de reojo el mirar. Osvaldo dormía.
Descambió la postura y comenzó a pensar. Oteó el horizonte y viendo a un pájaro volar extendió sus brazos en alto y dejó sus piernas de cruzar. Mantuvo su cabeza girada y los ojos al azar. Tampoco eso a Osvaldo hizo despertar.

El Pela disfrutaba de aquel momento sin igual. Apenas entendía nada. Tan solo observaba con alucinación los extraños movimientos de Padre Prior. La mirada fija y la melena en extensión-tan sólo un crucifijo le llamó la atención-.

Las campanas del torreón mayor repicaban las nueve y no cesaba de nevar…

Osvaldo dormía y Padre Prior lo miró en cuestión.- ¿qué hacer?-.
Adivinó el cansancio en su rostro, le tomó la mano todavía alzada y en extensión y dispuso de una buena habitación. Descambió sus ropas usadas por otras limpias y lo metió bajo el colchón- el colchón sí-.

Las diez campanadas repicaban cuando dejó los ojos caer. Tan sólo una cosa lo importunaba, ese crucifijo en cuestión.
Durmió.

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