17 mayo 2007

capítulo 29

LAS DOCE Y CUARTO Y VEINTE…


Las doce repicando y el hijo del bibliotecario fornicando en los cielos.
Alfonsina de paseo por las calles. Sus unidos y monstruosos hijos en carrito de madera con ruedas y los gatos alimentándose en algún lugar de la casa.
Mientras; Don Alfonso, el alcalde, hacía manos bajo las tersas sábanas-sangre-.

Sor Monja esta aturdida aquella mañana y gritó. Ya nadie escuchaba tamaña locura. Carecía ya capacidad de nada y sus dineros en peinetas y acomodos capilares gastaba.
La yuxtaposición de las personas en cuestión- que no la verdad de sus almas-.
De tintes varios su pelo; rojos comunicados con ocres y verduscos adornados en su fin por peineta de sainete.

Si los rostros fueran el espejo del alma… el suyo sería perfección celestial… y su nombre Elena.

Bizcocho con sus ojos en las doce y cuarto… y veinte, menos veinte… era un sin parar.

Padre Prior enervado
Padre prior una gran piedra ha encontrado
Padre Prior con ella a Bizcocho a matado.

La razón de los hombres y su justificación no busquemos… a todos nos habría pasado-pensó en ello-.

Infortunios de la vida conoció y con ellas falleció.

Sor Monja gritaba de angustia y dolor. Sus piernas arqueadas de manera peculiar. Una tras otra y retorcidas cual olivo. Dolor insoportable por momentos, quejido de la noche.
Pinto Da Costa opto por aflojar la peineta en cuestión.
La estabilización era la solución.

Siete pelos en la peineta quedaron
Siete pelos que dolor le causaron.

Padre Prior en solitario…Padre Prior no está ni angustiado.

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