29 febrero 2008

Treinta +seis

PEQUEÑA REFLEXION


-¿María una ilusión? No se, supongo que en ella veía lo mejor de cada persona que he conocido en mi vida; de las que he querido y querré por el resto de mis días.-
-Eso es jodido-
-Lo se, pero va con mi persona, nunca dejas de querer a quien has amado-
-Yo sí-
-Pues yo no-
-Vaya, toca capítulo farragoso-
- No se, estas cosas salen así, vienen de pronto, sin avisar.-
-¿Melancolía?-
-No se, quizá emoción-

28 febrero 2008

Treinta + cinco

SIN NOMBRE Y YA...


Un pajarito asomó su rechoncho cuerpo a través del ventanal. Gatuno, ágil él, de un salto de postgrado se lo comió. Una pluma en su boca, más no quedó.
-Pobre pájaro-
-Pobre sí, pero habéis de entender que es la ley de la oferta y la demanda-
Sin nombre todavía y muerto ya.
María lo miró con esa dulzura de ojos cuando te dice adiós. Nada que hacer por él.
Engullido en archipiélagos de ácido, alimento para otros que necesitan del comer como el humano para sobrevivir.
-¿Era mono?-
-No, he dicho que era un pájaro rechoncho. Apenas pude ver nada más de él-
El momento me aturdió y prometí que, mi casa, mis ojos, no serían por más tiempo testigo de la muerte, de la ley de la tierra, del ocaso de una vida.
Mandé a Carlo a comprar un desmigador que, ocioso él, no cesaba en el intento de ver más allá del vestido ajustado de María.
Partió por el tejo, un tanto a regañadientes y apareció en minutos con el objeto en cuestión.
Un palo largo maderoso y un final en pelo de caballo. Recogí cada migaja, cada alimento perdido caído a los ojos del hambre, de la muerte.
-Triste momento-
-Lo fue. Sin nombre y ya muerto-
Me quedé mirando el rostro de María. En lo más profundo de mi alma entonces sonó esta canción.

27 febrero 2008

Treinta + cuatro

ESE RATÓN SIN DISIMULO


Y llegó María por sorpresa. Lucía un vestido acotado por las rodillas y de mangas vacías.
Se había recogido el pelo en un moño imposible y, en su rostro, la eterna sonrisa de la felicidad.
Llamó a la puerta con los nudillos entonando la quinta de Beethoven- larga llamada sí-.
Padre Prior sonreía en el sofá el desparpajo de tan bella y dulce dama.
Cuando hubo entrado, se levantó del asiento para, con una sonrisa de amor sin igual, besar el rostro de María en ambas mejillas.
-Veo que gusta por la música-
-Y por la danza y por el amor, y por los pájaros, la naturaleza, el sol, la lluvia, el nublo, y el diurno… amo la vida señor-
-Puedes llamarme Padre Prior- apuntilló.
-Así que por fin tenemos nombre. Encantada Padre Prior. Y, ¿ese perrito que le acompaña allá donde vaya no tiene nombre?-
-Lo tiene mi dama, Locuelo se llama-
María arrodilló su cuerpo a un Locuelo un tanto inválido todavía. Él, la miraba con ojos risueños, orgulloso de que acariciaran su pelaje.
En el ventanal, el pájaro negro sorbía agüilla rociera y Carlo, despistado, entró de una pata y canto.
Un pequeño ratón asomaba sus orejas en la cocina, María lo miró y, con su cabeza le dijo no.
-Pobre ratón-
-Pobre-

26 febrero 2008

Treinta + tres

EL NOMBRE DESCONOCIDO


Era una mañana nublada, de buena temperatura y nubes amenazantes.
El viejo, acompañado por un aún débil perro se acercó a la ventana norte.
El pájaro negro, despistado, los perdió de vista. Azorado por tal circunstancia puso sus ojos en rojo bermellón y con una mirada mortal, emprendió vuelo.
-Creo que ahora que estamos solos, sin ningún pájaro negro que inquiete, debería hacerle un par de preguntas-
El viejo asintió con la cabeza, ni una palabra salió de su boca.
-¿Cómo se llama viejo amigo?
El viejo se dio la vuelta, miró al perro con una sonrisa en sus labios y dijo:
-Padre Prior-
Aquel nombre me recordaba algo, un pasado, una conversación con mi padre tiempo atrás.
El perro lo miraba con la mirada triste de quien lo ha perdido todo, de quien ha sido perseguido por el fuego de la muerte, de quien ha estado a punto de encontrarla frente a frente, sin vuelta atrás.
-Él se llama Locuelo. Es un amigo del pasado. Lo creía muerto como a los demás y mire, aquí está con nos-
Nada más acabar esas palabras, el pájaro negro regresó hirsuto al ventanal sur. Sus ojos, aún encolerizados, fueron tomando el color negro que los caracterizaba.
Se hizo el silencio por momentos, los gorriones dejaron de piar, los ratones de roer.
Una lágrima compartida, una esperanza y un amor.

22 febrero 2008

Treinta + 2

LA FIEBRE


Tres días de fiebre me enclaustraron más allá de donde todo hombre quisiera estar.
Sin una cama donde reposar un cuerpo inválido, dolorido en cada articulación.
Ni se decir qué pasó en esos tres días, mi mente, quedó nublada por la sinrazón de la calentura.
Cuando volví en sí, mis manos comenzaron a funcionar de manera normal. Abrí mis ojos- verdes sí, auque joda, son verdes- y vi al pájaro negro en el umbral de la ventana. Parecía que quisiera entrar en auxilio o por encargo de alguien. Me di perfecta cuenta de ello pues no cejó en su mirar hacia mi cuerpo mortecino.
-El pájaro negro es por tanto… el pájaro de la muerte, como pensaste desde un principio.-
-Así es, así es. Cual buitre busca su carnaza, él buscaba almas, en este caso… la mía-
Me incorporé de voltereta espontánea. El pájaro negro reculó. Lo vi. Me vio. Abrí los ojos. Los cerró.
-Parece un telegrama!-
-Parece pero no lo es. Es inmediatez, soltura, recurso literario si quieres-
Mi rostro bajo la pila, mi rostro en sueño onírico.
-Redundante-
-Sincero-

19 febrero 2008

Tteinta + uno

EL LIBRO ABIERTO


El libro que el viejo guardaba con tanto celo quedó abierto por el centro, a medio caer de la pequeña mesilla que lo soportaba, se podía leer:

El paraíso se abrió ante mis ojos.
Un sonido, un silencio
Todo parecía perfecto, hasta la lluvia.
Gotas de agua en el rostro.
La piel húmeda, tamizada como un Miguel Ángel.

Cerré los ojos y vi el infierno
Almas perdidas deambulando en grito
Cuerpos inertes sin más descanso que ellos mismos.
El dolor en pena vagando

Abrí los ojos y vi el paraíso frente a mí.
El sol iluminaba el rostro
Destellos de paz, sin más armas que una sonrisa
En la niebla, dos ojos rojos me miraron
Desperté

Tan lejos, tan cerca
Sin paraíso, sin tierra, sin nada.

Inciso

LECCIONES


-Hoy martes me encuentro sólo-
-¿Olvidado?-
-No, eso lo dejo para la gente de poco corazón-
-Pero es martes-
-Por ello lo digo. Me reafirmo en la soledad-
-Tiempo tienes-
-Y vergüenza torera-

Treinta

VENTANAS


Rostros haciéndose un hueco en las ventanas.
Cientos de curiosos; Unos con cara de incredulidad, otros, con sonrisas varias.
El pájaro negro, enfurecido, se hacía un hueco como bien podía.- Un picotazo que otro y un airote-.
El viejo abrazaba a ese chucho con el amor de un humanoide y éste respondía coleteando, lamiendo sin cesar unas manos huesudas, quebradas por el paso del tiempo, temblorosas por el recuerdo.
Carlo, en posición peculiar, observaba cabeza abajo y María, en sus manos, un plato de leche y migas.
En el suelo, escondido tras la marabunta, un pequeño ratón con cara de despistado esperaba su oportunidad.
María lo vio con agudeza visual, sonrió y con el dedo le dijo no.
Volteé mi organismo en rápido movimiento, cerrando todas y cada una de las ventanas que daban acceso a tan peculiar encuentro.
El pájaro negro pió de forma agresiva colando su ojo por una pequeña rendija del ventanal, de ladín, un tanto absurda su pose, mientras Carlo, amenazado por la oscuridad, dejó caer su cuerpo en un picado de lo más bestial.
Los dos cerraron los ojos, abrazados quedaron por unos instantes- quizá dos-.
María, miró mis ojos, retirando la lágrima que caía por mi mejilla.

18 febrero 2008

Veinte + nueve

EL NUEVO


El perro, el viejo y yo.
Un trío.
-¿Sexo?-
-No, ilustración-
-Ah-
Mutilado el pelaje, ahumado -si lo preferís así- y con los ojos llenos de amargura y pesar.
El viejo lo llamó por su nombre y éste, a poco puedo, se arrastró hacia él con el rabo coleteando en un sin parar.
-A poco puedo, adoro ese decir-
-Es por ello que lo cuento así. Gusto por la palabra y el buen dicho-
El pájaro negro miraba sin disimulo, con gesto fruncido, apaleado por el pasado.
Dos viejos amigos en un encuentro lleno de emoción.
Aquella tarde, lloré.
-¿Pero cómo se llamaba el perro?
Colgado, cabeza abajo, Carlo dejó por unos momentos de reir.

Veinte + ocho

BOCHORNERO SÍ


Conmovido por los tenues sonidos de tres arañazos sin ver nadie al otro lado de la puerta, abrí.
Sentado, mancillado, marchito su pelaje por el fuego del horror, un perro.
Me miró con los ojos de quien pide ayuda, de quien ha realizado un viaje en condiciones lamentables huyendo quizá, de la muerte.
Entró con su cuerpo arrastras sin quitar su triste mirada de mi rostro.
La puerta abierta, el perro dentro.
Pequeño, de ojos redondos y pelaje bochornero.
Descansó en mis pies, me miró y más tarde los cerró.
-Pobre animal… ¡sin nombre claro!-
-Ya estamos con la impaciencia-
El viejo giró su mirada, el pájaro inclinó su ojo con rostro quejumbroso.
Una sonrisa en sus labios, una lágrima infinita convertida en manantiales de agua bendita.
-Se conocían el viejo y él?-
Lunes.

15 febrero 2008

El inciso

SI DE ESTACIONES HABLAMOS

-Y es viernes ya-
-Lo se-
-El pájaro se mueve-
-Lo sabes bien. Como vigilante-
-Como de una rama desnuda de invierno-
-Menos mal que se adivina la primavera-
-Bonita estación-
-Lo es-

Veinte + siete

SUTIL

Arañazos en la puerta, tres.
Un sonido tenue, casi imperceptible, lento y suave.
Arañazos en la puerta, tres.

Volteé mi organismo como era costumbre para llegar a la puerta. Desde la mirilla nada se veía.
A lo lejos, el diablo negro me sonreía mientras anotaba en su libretín negro -pájaro de ala roja…... 2-.
Retiré la mirada sin complejos y volteé mi cuerpo de nuevo hasta la cocina. Allí, entre manjares de tierra y mar, anduve repitiendo sin cesar una canción casi olvidada “State trooper”.
Al momento, un sonido tenue.
Arañazos en la puerta, tres.
Arrastré mi cuerpo esta vez cual comando en batalla, sigiloso y raudo, sin más sonido que los arañazos en la puerta, tres.
Miré de nuevo a través de la mirilla, nada. Al fondo, un par de murciélagos sobrevolaban el cielo en azorado vuelo, más allá, María, en eterna sonrisa.

Arañazos en la puerta, tres.
Y una canción que no paraba de repetirse en mi cabeza....



14 febrero 2008

Veinte + Seis

ÉL


Cuando el sonido de unos pasos tras de ti, cuando el simple roce de otro cuerpo, cuando la puerta de casa es mayor que la necesidad de salir de ella, cuando al abrir los ojos no ves más vida que la que encierra el colchón o el sofá donde tras horas de espera por fin caíste dormido.
Miedo a morir.
Cuando los olores no se olvidan, ni las sonrisas, ni una mirada, ni unos labios, ni una caricia, ni un desplante, ni una discusión, ni un vestido precioso, ni un vaquero ajustado, ni un sol radiante sobre el cuerpo, ni una canción.
Cuando todavía persisten esos sentimientos en la mente del hombre, se siente miedo. Miedo al amor perdido o a perderlo.
Miedo a morir.

El pájaro negro guardaba indiferente sus formas mientras Carlo, enjuto aquel día, charlaba cuanto podía con el viejo.
Le hablaba del porqué de su semidesnudez, del tejo y de cosas de aquí y de allá, del más allá.
El viejo escuchaba paciente, con el pañuelo en su mano, animando a Carlo en su diatriba, sin consejo, sin más que una plácida escucha.
Yo mientras, especulaba, pensaba, dramatizaba sobre el amor y el miedo.
Y era jueves.

13 febrero 2008

Veinte + cinco

EL PAÑUELO


Encontré al viejo mirando por la ventana norte.
Sonreía, lloraba y, con un pañuelo prestado, secaba sus lágrimas.
Elena, al otro lado, bailaba como una mariposa con pétalos de flor cayendo sobre sus hombros.
Llevaba un vestido blanco estampado con flores campestres y una pamela anudada a la barbilla.
Me acerqué a él con sigilo, sin querer perturbar ese momento. Puse mi mano sobre su hombro y él, sin mirar si quiera, hizo lo mismo sobre la mía.
Dos palmadas en ella fueron suficientes para comprender.
Le avergonzaba que le vieran llorar sin más sentido que ver a una muchacha bailando en la calle.
Comprendí que no era una muchacha más por la que lloraba, que en ella había algo más, un falso conocimiento, un pasado, una alegría y una tristeza, un amor, un desamor…
El pañuelo cayó al suelo.
Mientras, en la calle, sonaba una canción.
Elena, bailaba con una sonrisa en los labios. El vestido de flores recorría su cuerpo moldeándolo como a una princesa. De pronto paró, nos miró y, avergonzada, saludó con su mejor sonrisa, la que hacía palidecer las demás sonrisas del mundo.
Dos pañuelos, uno al viejo y el otro...
-Jo! Y qué canción sonaba?-
-Escucha…-


Veinte + cuatro

SIN BICICLETA


Al día siguiente me levanté temiéndome lo peor. ¿Me encontraría una chinche desayunando besugo en la mesa de la cocina?,¿Un Oso? ¿O acaso una zarigüeya?
Para mi tranquilidad, todo había vuelto a la normalidad. El pájaro negro guardaba su turno en el alfeizar de la ventana. Su parche desaparecido, su mirada de ladín, constante e imperturbable tranquilizaron de alguna manera mi espíritu, un tanto reacio a las desventuras, a lo imperfecto.
Miré al viejo que, sentado en el sofá me saludó con la mano extendida.
-Y el libro?-
-En sus manos, como de costumbre-
-Eso también te reconcilió no?-
-De alguna manera sí-
Una cabeza boca abajo en el ventanal sur, junto a la cocina. Era Carlo que, con su sonrisa hiriente, aparecía de nuevo en actitud timorata. En sus manos, un cesto con alimentos varios y, una nota.
-Qué ponía?-
-Estoy semidesnudo, abre la puerta por favor-
Como era costumbre en él, cayó desde lo alto al suelo, trompazo, barro y su eterna risión.
En el ventanal norte, el diablo negro observaba todo cuanto acontecía. Su libretín guardado y una hipócrita sonrisa.
Carlo mostró su semidesnudez acuclillado sobre el ventanal. La estampa era preocupante pero bastó para deshacernos del diablo negro.
El viejo, saludó a Carlo desde el sofá, con un giro de cabeza de 180 grados y su mejor sonrisa.
Miercoles.

12 febrero 2008

Veinte + tres

ALPISTE


Me encontré al viejo en la cocina.
El sol lucía con fuerza a través de la ventana y las sombras que creaba con su cuerpo me asustaron por un momento.
Una nariz aguileña gigante frente a mis ojos legañosos y un brinco. Los ojos se me despegaron de cuajo con tres pestañas incluidas.
-Buenos días- me dijo.
De mi boca salió otro sin más comprensión que la mía propia.
El pájaro negro no estaba. Mi pregunta quedó sin repuesta. Miré hacia todos los lados y nada. Todas las ventanas vacías del pájaro negro.
Volví a preguntar y tampoco hubo respuesta. El viejo se volvió hacia mí y sonrió. Con un gesto me hizo mirar la mesa. Ahí estaba, sentado, en la silla, delante de un plato de alpiste y huevos fritos. Comía desaborido, me miró con su ojo, el otro continuaba parcheado, y me sonrió dejando ver un colmillo de lo más particular.
Miré al viejo, pregunté y no hubo más respuesta que una sonrisa sin igual.
-Increíble-
-Lo fue. Pero os contaré más. Por cierto, qué día es hoy?-
-Martes-

11 febrero 2008

Veinte + dos

EN UNA GOTA DE AGUA


El caso es que había pasado el fin de semana, corriendo, deprisa, sin pausa y con los latidos de mi corazón palpitando a su buena esperanza.
El viejo había permanecido como un pino en el monte, perenne en su sofá, sin más palabras que un susurrado “buenas noches” antes de cerrar el libro y dejarlo apoyado sobre su pecho.
-Como quien abraza a su amada?-
-Eso es-
-Sí, pero de la noche con María poco cuentas-
Su imagen reflejada en cada gota de agua, en cada río, en cada compás. María era preciosa de día y de noche. En la oscuridad, en el amanecer y en su ocaso.
-Y el pájaro negro?-
-Mirando, de ladín y con los restos de un fin de semana al lado de sus pies de pájaro-
Lunes…
-¿Y el diablo negro?-
-Repito, lunes-.


Inciso

CLICK




Volando en la quietud del momento
De un instante captado por el guiño de sus ojos.


08 febrero 2008

Veinte + uno

DUERME; COMO LA LUZ DE LA LUNA


Los viernes eran días especiales para mí por entonces.
Me sumía en la alegría de un fin de semana lleno placeres-poco carnales-.
Carlo, con la semidesnudez propia de un arquero troyano, andaba por el tejo de las casas.
Sus pies desnudos no alertaban de su presencia y, cuando menos lo esperabas, dejaba caer su cuerpo de golpe y porrazo por delante de la ventana.
-Vaya imbécil no?-
-Sangre y dolor no eran problema para él-.
María dormía conmigo, en camisón de fuerza, para que mis manos no perturbaran un sueño exquisito lleno de sonrisas y placeres sin igual.
-Pareces tonto. ¡Si era una monada!-
-Por ello me llamo como me llamo y no Ivanhoe o Macuin-
La miraba de noche, cuando dormía y, apenas una caricia por su mejilla me hacía creer en el amor.
Una noche, cuando en su infinita sonrisa dormía dulcemente…
-Qué, qué, ¿qué paso?-
El pájaro negro dormía. Sus pies de pájaro ocultos en unas abarcas tamaño pequeño y su ojo desnudo, sin cerrar.
-¿Pero qué pasó esa noche con María?-
El viejo, con su lágrima infinita en los ojos, abrazado a un libro, con la pasión de un enamorado a su amada.
Y en mis sueños comencé a pintar cuadros de colores en un mundo perfecto…

Incisemos

DE LITERATURA Y ESAS COSAS

-Qué día es hoy?-
-Viernes-
-¡Como aquel de la novela eh!-
-Se nota que eres escritor-
-Bueno, cada uno tiene lo que tiene, no más-
-Y el otro cómo se llamaba?-
-Ivanhoe creo-
-Sí, eso es-

Veinte

El PARCHEADO


Aquel pájaro era increíble. Aun con su ojo avizor abrasado por el fulgor de un rayo impenitente, aun con el ojo abrasado por el reflejo de un sol acomodado a la cercana primavera, continuaba mirando de ladín, imperturbable, con parche.
María alucinaba por momentos. Cada vez que miraba al pájaro, éste había cambiado de indumentaria.
sin impermeable ni gorro y con parche en un ojo.
Me miraba poniendo cara de asombro a la vez que sonreía con sus dientes blancos recogiendo el sol de la mañana.
El viejo, sentado, sin dar más importancia a cuanto ocurriera al pájaro negro.
-¿Ha visto usted eso? pregunté.
Con un ademán de su mano me hizo ver que lo que pasara tras la ventana no era de su incumbencia.
Sabía de su odio por ese pájaro pero carecía del por qué.
Un parche en su ojo…
-Es curioso, de donde sacaba esas indumentarias? Acasoera un súper héroe?-
-El pájaro negro tenía sus tramas ocultas. Nunca lo veíamos cambiar-
-Y Carlo?-
Cuando tuvimos oportunidad de verlo de cerca, vimos que el parche del ojo no era más que una semi-gasa color negro.
Carlo me miraba y con su dedo me mostraba su semidesnudez a la vez que reía como una hiena.
El diablo negro apuntó en su libretín- con parche, de mañanas-.
De dos volteretas me encontré en la cocina.
-Pero lo que ocurrió después, más tarde lo contaré-

06 febrero 2008

Nuevo inciso

ANOTACIONES


-Por cierto, se me había olvidado deciros que era jueves-
-Me lo imaginaba-
-Y ahí apuntó en su libretín negro. Jueves, tantos pájaros-
-Porque era jueves?-
-Porque anotaba por días y…por número-
-Míraloleli él-
-Asturiano?-
-De la provincia-

diez + nueve


EL DIABLO NEGRO


-¿Y el diablo negro?-
-Carlo llamaba así al cura-
-¡Jodó!-
Era un hombre que deambulaba por las calles, contaba pájaros y los anotaba en un libretín color negro. Todo él era oscuro, hasta sus ojos.
-Y las homilías?-
-Intensas, oscuras, sin un candelabro que iluminara una bancada vacía de ornamentos-
-El diablo negro, curioso personaje-
Os contaré un poco más de él.
-¿Cuando?-
Si la mañana amaneció triste y confundida por una lluvia que revestía los cristales de las ventanas en carreras goteriles, la tarde quedó inundada por los rayos de sol reflejados en los dientes de María.
Carlo, aún en su semidesnudez, enmudecía para escuchar las palabras que deslizaba María a oídos del viejo.
-Y el pájaro?-
El pájaro, de ladín, arrimaba su oído al ventanal. Si escuchó algo de lo que dijo, nunca lo supe.
Permaneció así antes de que el reflejo de los rayos del sol en el cristal cegaran su ojo avizor.
El diablo negro anotó en su libretín negro.

Inciso

OLVIDADO


-Se te ha olvidado decir el día-
-Es verdad, es miércoles, sin más ceniza que la del cenicero-
-Bonito-
-Verdad-
-A veces se me escapan las cosas-
-El viento?-
-No, la memoria-

Diez + ocho

ESOS 320 GRADOS


María fijó la mirada en la semidesnudez de Carlo, Carlo en el diablo negro.
-El diablo negro es el pájaro?-
-No, el diablo negro es quien es. El pájaro negro es el pájaro negro-
El viejo permaneció sentado con el libro entre sus manos unas dos horas de lágrima viva. Sin poder atisbar el título, sin poder apenas dirigir mis ojos hacia él confirmé que su eterno lacrimal permanecía donde lo dejé por última vez, en su ojo.
El pájaro negro movió su cuerpo de manera espontánea. Sus pies de pájaro hicieron un giro brusco, inesperado, girando 320 grados quedando su cuerpo ladeado pero prácticamente en la misma posición. Sus ojos, de ladín, uno mirando al viejo y otro a Carlo que, semidesnudo, miraba con ojos aviesos los pechos de María.
-Por fin algo de emoción. Carlo se la beneficiaba?-
-Veo que os gusta el sexo… os contaré algo de Carlo-
Carlo era cabezoniko- Navarrismo- y de extremidades particulares. Brazos fuertes, piernas delgadas y de tupidos pelos los dedos de los pies. Su gracia tenía verlo la verdad. En su semidesnudez y, por el tejo, parecía un kiliki.
Su sonrisa dentada y la risa contagiosa lo hacía particular.
-Y María?-
Una delicia, de ojos risueños y colores mil.

05 febrero 2008

Diez + siete

PERPENDICULAR


Con su libro entre sus brazos, sin un nombre claro ni oportunidad de preguntar por ello.
María, con una sonrisa y sus ojos risueños corrió a abrir la puerta.
Carlo entró con sus ropajes desechos por el barro y una risa perpendicular.
-Y cómo es esa?-
-Pues la que te llega sin más-
-Ah-
El viejo entonces giró su cabeza noventa grados e hizo un ademán con su cabeza a modo de saludo. En su rostro una media sonrisa delataba el afecto por tan extraño personaje. Quizá Carlo le recordara algo de su pasado más reciente, no lo se.
Nada más entrar, comenzó a saltar, a dar brincos con el afán de darse en la cabeza con las vigas del techo.
María reía sin parar haciendo gestos de no entender nada hasta que le dije que por favor, estuviera quieto, que me estaba empezando a poner nervioso. Carlo reía más y más. El viejo rompió a reír contagiado por la sonrisa del otro, por lo absurdo del momento. En fin, al final todos reímos.
-Vaya anécdota eh!. Y la lágrima infinita del viejo se fundió con la de la risa?-
Eso os lo contaré otro día.

Diez + seis

CON UN ALA TAPADO


Carlo, volteando su cuerpo con sus pies en el tejo dejó de sonreír.
-Y el viejo? No ibas a contarnos qué le pasó al viejo cuando se incorporó?-
-Calma, ahora Carlo es lo importante-
Su rostro rojizo, sus ojos aparcados en blanco ocular y una caída.
Así es, tanta cabriola lo desmayó. El golpe fue de los que se recuerdan.
Entonces es cuando miramos a la ventana y vimos al pájaro cubriendo sus ojos con un ala. La caída había sido frontal.
-Murió?-
-No, Carlo era un gañan simpático, no podía morir así-
María y yo nos quedamos paralizados, sentados en la mesa mientras el viejo acomodaba su cuerpo plácidamente en el sofá.
De pronto vimos una cabeza que surgía de las profundidades de la tierra. Una sonrisa hiriente, contagiosa…
-Carlo?-
-Así es, el muy capullo ni con semejante porrazo perdió la sonrisa-
-Y el viejo?-
- Sentado, sin mirar hacia el ventanal, con una sonrisa en sus labios dijo no…-

04 febrero 2008

Quince

NORTE SUR SU MIRAR


Reunidos en la mesa, cual caballeros de la tabla redonda, pero sin espada, sin más arma que la conciencia, la risa, el amor y la cordura.
Miradas furtivas y silencios varios. María con sonrisa puesta, esquivando el vacío de palabras con la alegría de un rostro pleno de gracia.
Carlo daba cabriolas con los pies en el tejo. El pájaro lo miraba con el otro ojo. La imagen era espectacular. Un ojo a un lado y el otro…
Sin percatarse de la curiosidad del momento, Carlo dijo:
-y-
-Ese-
-Viejo?-
Lo dijo en tres veces, justo cuando la cabriola pasaba por el ventanal.
Con el cuerpo semidesnudo, con la risa hiriente, sincera y contagiosa.
María reía lo estúpido del momento y el viejo no pudo más que decir- cuanta gente pirada hay en este mundo por Dios-.
Me sumé al momento diciendo - Sabe? Este tipo de locuras es lo que hace sentirme vivo. La vida sería muy aburrida. Aquí estamos, tres sentados sobre una mesa y un loco maravilloso semidesnudo dando volteretas con sus pies en el tejo… dígame que no le parece el absurdo un momento de cordura y la cordura falta de razón-
Una sonrisa en el viejo… - perdonadme, es lunes-
El pájaro con sus ojos norte, sur.
-El viejo se incorporó y…- bueno, eso os lo contaré en otro momento…-