30 mayo 2007

capítulo 48

VENTANAS SINIESTRAS



El enterrador y, su madre en reconciliación, tomaron la decisión de vivir en compañía.
Cercaron dos cipreses de gran tamaño y anudaron sus copas a modo de tejado.
Sin llaves, ni paredes que cubrieran el hogar, el vacío hacía de improvisadas ventanas a un paisaje un tanto peculiar.
Lápidas de todos los estilos y propiedades se afanaban en entrar a la casa sin siquiera avisar.
Unas a izquierdas y otras en yuxtaposición - a modo peculiar-.

El despertar de unos ojos mirando lápida de recién nacido muerto en los días de calor hacía imposible la razón de una vida feliz.

Trabajo duro pero ocasional
Trabajo para un verdadero profesional.

-Mama, siento que padre está con nosotros en algún lado-
-Sí hijo, si miras frente a tí lo verás, es la lápida redonda carcomida por el tiempo-
-Madre, era un buen hombre que murió de amor-
-Hijo mío, murió sin razón, no por amor-
-Madre, tienes un trozo de carne entre los dientes-

Mantuvieron sus miradas perdidas en lápida del difunto sin decir nada.
Unieron sus manos en forma de corazón y con media sonrisa en su tez.

-Madre, todavía tienes el trozo de carne entre tus dientes-
-De la última cena con tu padre es; conmigo la llevaré hasta el día mi muerte-
-Con ella te enterraré-

Elena iluminando las noches con porte y silencio
Gallo de Pico ralo perdido
Y Sor Monja atusando su cabello.

-Madre, me creas o no... un poco de asco sí que me da-
-Duerme pequeño cabrón, duerme y calla-.
-Eres fría madre-
-Es que no hay ventanas hijo mío-

Reconciliación... un abandono olvidado y una muerte quizá por amor.

No hay comentarios: