31 mayo 2007

Capítulo 51

CORAZÓN HERIDO

Día de nubes y claros-Martes-.
A eso de las nueve de la mañana y de un vetusto edificio del siglo pasado salían los honorarios enfundados en sus vestidos negros de riguroso luto.
A lomos de ellos, un ataúd vestido de gala con túnicas de seda.
Dentro, Don Alfonso.
Ex- alcalde, gordo, ciego y ahora, muerto.

Las medidas desproporcinadas de éste frente a los que lo portaban en desequilibrio permanente.
Pájaro de pico en largo viaje de día y noche recién llegado.
Lágrimas sobre su féretro- sedas humedecidas-.
Padre Prior con las rodillas ancladas en la tierra y los puños cerrados - enrabietado-.

El pueblo en un adiós y ahora sin alcalde.-agonía-.
Comparsas en "mi" menor y las golondrinas en vuelo.

-Madre, haremos el hoyo dentro de nuestra morada
- Si bien te parece, que sea bajo tu lecho-.
-Madre, guarda ese trozo de carne para tu muerte pero, respeta el sepelio-.
-Descuida y cava, cava más-.

El hoyo de tamaño adecuado y dentro, un muerto, ciego y gordo.
Tierra fresca y una lápida en cruz.
A sus pies un adiós.

Pájaro de pico, Sor Monja, Elisa y el bibliotecario.
El alcalde ha muerto, maldita alfombra.

En la noche, cuando el enterrador y su madre dormían, podía verse a la bella Elena acercar su cuerpo al camposanto con mueca de satisfacción y paz.
Quizá ocultara el mal en un corazón iluminado por su belleza sin igual.

En los cielos, la luna.
En la tierra, el misterio del infierno.

Capítulo 50

El 50


Un número, el cincuenta.
Un recuerdo, el primero.

No hay palabras
ni comas.
Tan sólo, un número.

Un continuará...

30 mayo 2007

Capítulo 49

LADRIDO FINAL

En noche de luna llena ocurrió.
El maricomio frecuentado tan solo por unos pocos locos -y un maricón- estaba en silencio.
De pronto se escuchó un ladrido.
Comenzaron a buscar como comparsas en una noche de fiesta.
Nada encontraron.

-Ladridos en la noche- Expuso El Perimetral escondido en los ramajes de un árbol milenario. Rió a la vez que frotaba sus manos con ardor.

Don Alfonso, el alcalde, se encontraba en el viejo diván leyendo como podía viejos libros que sabía de memoria.-por eso hacía como que los leía-.
Escuchó el ladrido; un ladrido cercano.
Con sus brazos inquietos buscando una salida.
-Gordo y ciego-.
Alrededor de él, alfombras, sillas, mesas y lamparones de aceite dificultaban sus movimientos.
El ladrido cada vez más presente aceleraba su triste corazón.
Sus movimientos torpes y sus golpes, dolorosos, cuando eran en la cabeza.

Angustia y fin de una vida por una alfombra mal pisada y una esquina mal reforzada.

Don Alfonso, gordo y alcalde desangrado y muerto.
A sus pies, poesías de oscuridad.

Un ladrido en noche de luna llena causa de su muerte.
Un perro asustado
Don Alfonso ya no está presente.

Alfonsina en tirantes llorando la muerte de un padre.
Elisa, su hermana, allí tambien presente.

Una mesa y una alfombra-causa final-.
Una ceguera la principal.

En ramajes de árbol milenario una sonrisa hiriente y un frotamiento de manos...

Tan sólo queda... oscuridad.

capítulo 48

RECUERDOS


Padre Prior en desconsuelo por las pérdidas. Herido por la muerte de El Pela y en compañía tan sólo de pájaro de Pico.
Su búsqueda flanqueada por un pájaro de lo más pesado y parlanchín contrastaba con los paseos sosegados y los parlamentos constructivos con su viejo compañero cofrade.
- recuerde usted que de la vida se sacan aditivos para cuando llegue la muerte- palabras que El Pela le recordaba en tiempos complicados.
- Pela, los aditivos los recogemos con la ayuda de Dios y de los servicios que a este le ofrecemos por medio del consuelo y la penitencia-.
Recuerdos de un viaje, de un amigo y del infortunio.
-malditos monos carroñeros- gritaba para sus adentros- y una lágrima-.

Recordaba el cruzar de ríos caudalosos a lomos de El Pela para no mojar sus botas de becerro y las angustias de éste en su caminar.
-Padre Prior, si con apenas una hogaza de pan y jengibre pesa usted así, jamás le dejaré comer conejo-.
-Pela, no es condición humana quejarse de las adversidades sino admitirlas en tu seno-.
-Sí Padre Prior pero a usted no te toca nunca-.

Sonrisas en Padre Prior al recordar.

Pájaro de Pico en cielos libres de pecado.
Padre Prior desconsolado ahí al lado.

Mientras, en el camposanto, se adivinaba la llegada de un muerto...

LECTURAS A DON ALFONSO, CIEGO,GORDO Y ALCALDE

MUERTE


En silencio
tan sólo un susurro
Un momento de paz
Oscuridad

Un agujero consagrado
Una tierra alimentada
Un cesped creciente
Oscuridad

Pena en forma de lágrima
Una cruz frente a frente
y bajo ella
Oscuridad

Pasión en fin
recuerdos olvidados
Vida marchita en llanto y
lágrimas enterradas.

Un adiós.
Paz mullida en soledad
y bajo ella,tan solo
la oscuridad.

Amores lejanos
paseos encontrados
ya todo queda en la memoria
todo lo demás
teñido en oscuridad


Lecturas a Don alfonso de ojos ciegos.

capítulo 48

VENTANAS SINIESTRAS



El enterrador y, su madre en reconciliación, tomaron la decisión de vivir en compañía.
Cercaron dos cipreses de gran tamaño y anudaron sus copas a modo de tejado.
Sin llaves, ni paredes que cubrieran el hogar, el vacío hacía de improvisadas ventanas a un paisaje un tanto peculiar.
Lápidas de todos los estilos y propiedades se afanaban en entrar a la casa sin siquiera avisar.
Unas a izquierdas y otras en yuxtaposición - a modo peculiar-.

El despertar de unos ojos mirando lápida de recién nacido muerto en los días de calor hacía imposible la razón de una vida feliz.

Trabajo duro pero ocasional
Trabajo para un verdadero profesional.

-Mama, siento que padre está con nosotros en algún lado-
-Sí hijo, si miras frente a tí lo verás, es la lápida redonda carcomida por el tiempo-
-Madre, era un buen hombre que murió de amor-
-Hijo mío, murió sin razón, no por amor-
-Madre, tienes un trozo de carne entre los dientes-

Mantuvieron sus miradas perdidas en lápida del difunto sin decir nada.
Unieron sus manos en forma de corazón y con media sonrisa en su tez.

-Madre, todavía tienes el trozo de carne entre tus dientes-
-De la última cena con tu padre es; conmigo la llevaré hasta el día mi muerte-
-Con ella te enterraré-

Elena iluminando las noches con porte y silencio
Gallo de Pico ralo perdido
Y Sor Monja atusando su cabello.

-Madre, me creas o no... un poco de asco sí que me da-
-Duerme pequeño cabrón, duerme y calla-.
-Eres fría madre-
-Es que no hay ventanas hijo mío-

Reconciliación... un abandono olvidado y una muerte quizá por amor.

capítulo 47

RODEADO


Padre Prior en mundos paralelos.
- Nunca pensé que de corderos pudiera salir tanta lana-
Razones no le faltaban. Rodeado de corderos y cabras en un monte perdido al sur de las tierras.
-corderos que dan lana, corderos de Dios-.

Las sospechas se acrecentaban y los corderos lo rodeaban.

Tiempo atrás El Pela-como cofrade que era-habría apostillado alguna inquietud.
Padre Prior estaba confuso.
-lanas de cordero...ummmm...-.
La confusión lo encontró y no le dejaba escapar.

Mientras, en la aldea, Elisa en llanto permanente por hijo muerto.
Enterrado en pequeña poza al abrigo de viejo ciprés mirando al cielo.
Su postura lateral y de rodillas encojido, para un mejor abrigo.

-Los corderos no dan lana- pensaba.
Padre Prior en confusión.

Alfonso, el alcalde, postrado en su diván. Sus gordas piernas cruzadas apoyadas sobre pequeña mesa y en sus ojos, un blanco sepulcral-ironía-.

Cegado y gordo por belleza sin igual, a su hija jamás pudiera volver a mirar.
Los días pasaba en el viejo diván y si acaso a los ojos de los extraños hacía ver su pesar.

Llantos en soledad por no perturbar a hija desdichada en vida.
Llantos ahogados por lágrimas que jamás dejarán de brotar.

Padre Prior acorralado por las circunstancias- los corderos- propuso un pacto.
Acercose a todos ellos y dijo.
- Dejad pasar a enviado de Dios que este os recompensará con vida mejor-.
Los corderos apartaron sus pezuñas del rededor creando un pasillo por el cual pudiera pasar.

Pasillo hacia el Sur de las tierras libre tenía
Pacto acaso jamás se cumpliría.

Padre Prior en pensamiento.
- corderos de lana, El Pela ya no estaba.-

Confusión...

capítulo 46

EN MI MENOR


La casa perdida en un monte cercano a un río con puente romano en su atravesar..
Dentro de ella 12 personas de edades varias.
Niños y "mayores" en feliz comunión.
Lloros y llantos comenzaron nada más sonar las primeras notas de un antiguo piano un tanto singular.

Decorado con velas rojas para iluminar- no hacía mas que amedrentar-.

Las corcheas y semicorcheas en "MI" menor desconcertaron y asustaron a dos pequeños diablos mientras los demás reían sin parar de una morada sin igual.
La cocina de uno por uno y las habitaciones de pánico frontal -e incluso lateral-.
Unas escaleras de madera raida, rota, con boquetes que dejaban adivinar el piso inferior y con una pendiente que hacía de la bajada un precipitar.
Decorada con muñecas diabóicas y papel recién llegado del infierno.

Las pequeñas criaturas lloraban sin cesar mientras los padres jugaban y cenaban sin mayor preocupación que soltar un tortazo a discreción.

Fuera, la lluvia, el viento y el frío se apoderaban de los bosques y montañas cercanas.

El encuentro en lugar idílico se convirtió en agonía y pesar.

Llantos y gritos.
Piano en "MI" menor y
la comida, en un recibidor.

Dos noches y tres días transcurrieron sin saber más que lo que allá ocurrió.
- Que no fueron más que lloros, gritos y un afán por comer desmedido-.

La gula- el infierno cercano-.
Y éste...cerca, muy cerca.


25 mayo 2007

capítulo 45

EL SEPARAR


El enterrador en catacumbas de otros tiempos y mausoleos de un pasado reciente. Padre amable, hermanos bastardos y demás familia enterrados con sus propias manos en un sin parar de lamentos.
La muerte-como puede apreciarse- era buen negocio por entonces. Las enfermedades y las desdichas- del amor y casualidades- unidas en el sepultar de los cuerpos.

El enterrador cavando hoyo pequeño para retoño muerto.

Elisa amamantaba con los ojos cerrados lo que quedaba de sus hijos en unión. La túnica no era suficiente pues bajo ella dos piececillos color grisáceo adivinaban al muerto.
La angustia se apoderaba de ella pero su amor por él reprimía la necesidad del corte final.

El hedor tomaba tintes insoportables.
Maese el perfumador en un afán imposible.

El enterrador cavaba con lágrimas en los ojos.
-Un niño muerto en vida con madre en sus brazos todavía abriga-.
Lágrimas de un presente unidas a las de un pasado por la muerte.


Tres días cavó noche y día
A saber madre qué decidía.
Tres días fueron suficientes en su cavar.
Elisa al muerto decidió separar.

La visita impropia de un carnicero.
Los cuchillos preparados y el afilador esperando.
Una túnica con ribetes azules y
bajo ella, un bebé muerto está esperando.

Miradas de dolor
Angustia en su mirar

Bebé separado de por vida
De él pronto tan solo una lápida quedaría…

23 mayo 2007

capítulo 44

DE ALA ANCHA Y PICO



Domingo de misa.
La aldea en el repicar de las doce.
Luciendo sus mejores galas en un ir venir de compases.
Los pies enfundados en bellos zapatos de satén negro ellos y amarillos ellas.
Sombreros de ala ancha y pico en avalancha humana. Formas extrañas en un continuo ir y venir- El baile apocalíptico de un domingo cualquiera-.
Las perfumadas mujeres en un baile de pestes sonriendo en su mirar a las demás con envidias latentes.
Ellos escondiendo su vergüenza muy a su pesar.
Domingo de eucaristía y también de confesar.

Tan sólo un hombre podía ser el padre, pero todos ellos parecían esconder la vergüenza del bastardo. Un enjambre de padres acaso en un horizonte no tan lejano.

¿Una ninfomana en la aldea?

Si de ellos dependiera nadie lanzaría la primera piedra.
Todos en comunión irían a confesión.
La razón del sexo no es obstáculo para lechos ajenos y menos cuando todos lo echaban de menos.

Elena cegaba y todos lo sabían- con ella jamás fornicarían-.

El cura recitaba con ojos ofuscados. Buscaba rostros del pecado entre los haya congregados. Los allí presentes con sus cabezas gachas y las damas mirando en su rededor con desconfianzas varias.

El cura recitaba y miraba.
Las damas desconfiadas.

Mientras, en la oscuridad de una alcoba, Elisa en un precipitar de llanto y carnes. Sor Monja afanada en sus tareas de remiendo y Don Alfonso, el alcalde, gordo y ciego en perdido diván de un mundo nuevo.

capítulo 43

LUNA EN CEMENTERIO

Una noche en un camposanto. Unos cipreses mirando al cielo y una luna decreciente como una vida en muerte.-ironía-.
Las lápidas, enredadas en ramajes y bosquejos.
Tierra descarnada y seca; bajo ella los muertos.

Luna decreciente que apenas ilumina los nombres de los no presentes. Yacen de lado unos y boca arriba los siguientes.
En cuadrículas perfectas separados tan solo por su muerte.

El enterrador yacía dormido. Su palpitar imperfecto y respiración tenue.
Treinta años llevaba ejerciendo y jamás con tanto tiento.
Once dedos en las manos- uno más como premio-.
Enterrador por su padre que allí nacía muerto.

Su madre escondida en zarzas para que nadie viera su lamento.
Y sus lágrimas, el agua que bañaba la tierra seca por el tiempo.
Madre e hijo separados por un muerto.
- Un padre amable que murió hace ya tiempo-.

Ni un abrazo en silencio, ni un lamento.
Bajo tierra un buen hombre yace muerto.

El enterrador y su madre escondida en lamento
El enterrador quizá tenga pronto nuevo enterramiento.

Era noche de luna decreciente que apenas iluminaba a los muertos.
Una noche en paz con el sonido de un búho en silencio- ironía-.

Madre e hijo sin palabras ni abrazos
Tiempos del pasado, el presente sufrimiento.

Elena en la oscuridad de una noche de luna decreciente.
Elena la luz de un presente…

El enterrador miró entre las zarzas- Allí estaba ella-.
Una estela de luz reflejaba un rostro en mar de llanto.
Incorporó su cuerpo en alto y una mano tendió.
Sus brazos ensangrentados y en su mano la de su madre encontró.

Un abrazo en silencio y después una plegaria al Señor…



capítulo 42

REMIENDOS DE SEDA


El ala norte era un mundo sin igual.- Por respeto, no hablaremos jamás-.
Pero era un mundo sin igual – insisto-.

Sor Monja y su hermana Elisa en mundos contrarios.
Elisa, pues así le pusieron, transeúnte en sus mundos. Sus tocados y sedas preparadas y bien dobladas en gran armario singular. De proporciones inmensas y cajoneras múltiples. En unos las fajas y en otros medias de colores en un número sin igual.
Sor Monja, una pequeña cómoda de raíz con dos vestidos negros, calzas beige y corsé de campo.

De maitines plegarias una y paseos otra.
En los ocasos plegarias una y paseos la otra.
Y en la noche, la una fregando, la otra frotando.
Elisa embarazada y el hijo del bibliotecario ya no estaba.
Elisa en nausea y Sor Monja en encrucijada.

Pronto corrió la voz por la aldea.
Los paseos fueron a menos y cuando los había, nauseas y vómitos mezclaba.

La aldea en sospecha, la aldea le acecha.

Sor Monja cosía y remendaba las sedas de su hermana. Sus proporciones crecían a la vez que las semanas pasaban.
Elisa en llanto-como su hermana-.

La plaza como principal estación del cotilleo en cuestión.
Los hombres sonrojados por sus vergüenzas y las damas en duda continua mirando alrededor.
Ironías y sospechas de la vida en una plaza.
Miradas agitadas de un lado a otro.
Y mientras, en una oscura habitación, la verdad escondida en el corazón.

Sor Monja en plegaria y remiendo…
Elisa, con secreto en su corazón…

22 mayo 2007

capítulo 41

MARICOMIO, 203

La aldea y su maricomio-maricomio sí-.
Eran dos en uno. Maricones en el ala norte y locos en el sur.
Pablo de Cafur- Pablo el loco- en la habitación 203.
- Maricomio de tres habitaciones- una de ellas la 203.

Pablo el loco no estaba loco; estaba muy, muy, muy loco- diferencia hay-.
No era de Cafur-pues el lugar en cuestión no existía-.
Nacido en la aldea a la edad de nueve meses, se crió con su madre hasta su prematura muerte.
De su padre poco se sabe.- la metió y escapó-.
Enloquecido por su desgracia y su pena, ingresó en el maricomio a los tres años.
Con el tiempo su locura fue en aumento hasta llegar a muy, muy , muy loco.
Pastillas de colores de día y negras en la noche.
Para comer jengibre y un poco de pan- delgado y muy, muy, muy loco-.

De Cafur se hacía llamar en la intimidad de su locura.
Cafur, ciudad inventada, ciudad nunca levantada.
Locura.

Contaba ya con veinticinco años y con los dedos también.
Ni sumas ni restas en su cabeza.
Tan sólo años en sus dedos que poder contar.

Viernes de abril. Viernes de onomástica.
Pablo de Cafur- el loco- cumplía veintiséis. Sus dedos uno a uno contaba en su ensimismar. Veintiséis sumaban ese viernes de abril.
Una mirada perdida y una sonrisa.

Pablo en la 203.
Pablo en un maricomio de tres habitaciones en soledad.
Sus dedos contaba y pastillas de colores tomaba.

Si siguiente año hubiere veintisiete tuviere.
Un contar, una sonrisa y un muy, muy, muy loco en la 203.
Pablo de Cafur en un baño de rosas.
Pablo de Cafur en sueños y anhelos de libertad.

Habitación 203 de un maricomio cualquiera en aldea sin igual…


Y johnny cantaba los silencios de la barbarie y la locura...

capítulo 40

CUATRO QUE SON TRES


Padre Prior ofuscado en un adivinar. Su ojo torturado- de tuerto- no le permitía nada encontrar.
Pájaro de Pico con el picacho todavía manchado de barro por su rápido precipitar intentaba la tierra pegada retirar.
Movimientos rápidos y confusos para tierra expulsar.
Padre Prior lo miraba risueño y pájaro de Pico guiñaba un ojo y un pío exclamaba.

Sin razón de ser- en un principio- Padre Prior pensó en sus ojos unir.

-Ojo de tuerto y vista de pájaro quizá resuelva el entuerto-. Pájaro de Pico rió.

Así lo hizo; tomó a pájaro de Pico del regazo y al lado de su rostro lo posicionó. Los dos, ambos dos, en una mirada hacia masa nada uniforme en forma cruciforme y mirando de Este a Oeste.

Una línea en el horizonte.
Un nuevo partir, un nuevo caminar hacia tierras lejanas.
Un partir a tierras del sur.

Un pájaro fue la solución al enigma en cuestión.

-Un solo ojo no es suficiente si la verdad has de encontrar- pensó en voz alta.

Pájaro de Pico risueño en los cielos.
Lágrimas de felicidad y un nuevo viaje a realizar.

Padre Prior miró a los cielos en ademanes gentiles y con mano extendida le invitó en su caminar.

Pájaro de Pico en piruetas
Pájaro de Pico con las dudas resueltas.

Cuatro ojos, que son tres, si es que por uno de ellos no ves.

capítulo 39

CUBIERTO EN MUERTE



Alfonsina enamorada de una vida que parecía no llegar.
Soñaba con hombre sencillo que le quisiera hasta el lecho de su muerte. Alguien que cuidara de ella y de sus unidos hijos- monstruoso-.
Parecía que la desgracia le persiguiera allá por donde fuere y lo que hiciere.
Dos hijos unidos-monstruoso-, sin padre conocido-todos sabían de él- y tres gatos.
-Puta vida- pensó.


Un jueves cualquiera de un abril hermoso ocurrió.
Uno de los bebés unidos falleció.
Alfonsina en llanto y Sor Monja en plegaria con las rodillas en sangre.
La desdicha parecía no querer acabar.
Cómo separar un bebé muerto del otro en vida era entonces la cuestión.
La aldea entera se volcó en tal resolución.-Opiniones encontradas-.
Hubo quién pensó en matar al otro e incluso quien con un cuchillo afilado apareció- No será complicado separar-.

Alfonsina en llanto y Sor Monja en plegaria con rodillas en sangre.
Casimiro, el carnicero, cuchillo afilado en mano y Tomás el poeta en sus primeros versos.

Alfonsina desdichada acaso por siempre una resolución tomó.
A sus hijos cuidaría de por vida.
Al vivo alimentaría y al muerto de alguna manera cubriría.

Así lo hizo.

De túnica blanca y ribetes azules.

Sor Monja todos los días una plegaria y su hermana, engalanada para la ocasión.
Sor Monja en un año para olvidar; sus rodillas todavía en sangre y tan sólo un rezar- Su hermana en largo caminar-. Lucimiento y sedas en su cuerpo y poco más que contar.
Hermana de poca fe y menos quehacer.

Jueves de un hermosos abril…
Túnica blanca de ribetes azules cubriendo un hijo muerto.

21 mayo 2007

capítulo 38

GORDO Y DE CUELLO DELGADO


Era gordo como el alcalde pero con protuberancias que asemejaban cuernos.
De poco porte, bajito y de cuello delgado, muy delgado.
Dientes afilados y quizá de aspecto belga -sin bigote-.

-De todos es notorio que de ahí su nombre propio-.
-De perimetral el gran rival-.

Llegado de tierras acaso francesas-o belgas- su tono era extraño.
Hablaba con “r” marcada al modo francés- si no belga-.
Las manos agitaba en continuos gestos amanerados.
De su gusto por las mujeres no temeremos pues de su quehacer con doncellas de baja reputación datos amplios tenemos.
Gustaba frecuentarlos en domingos de iglesia pues todas ellas guardaban fiesta.
Se ocultaba por rincones y acechaba a sus presas con su desnudez altiva.
Ellas apenas daban crédito a semejante altivez.
Se asustaban en principio para rendirse después.

Gritos y alaridos en casa de placer
Gritos y alaridos en un lugar de poco proceder.

Bel-cebú de ojos grandes, cuello fino y altiva desnudez…
Sus ojos promiscuos y su vida incauta.

Enfermedades varias pilló y a los veintisiete murió.

Bel-cebú era gordo y murió delgado.
Alguna enfermedad hubiere pillado.

De su trabajo con los monos recuerdo.
Bel-cebú era promiscuo y de cuello delgado
-Bel-cebú enterrado-.

Cofre de ancho grado y corto de largo.
Cofre bajo tierra firme, muerto y enterrado.

Bel-cebú muerto de amor.
Bel-cebú gordo y de cuello delgado.

capítulo 37

EL DIA DEL POETA



Lunes.

Lunes de horrores
De dolores.


Lunes vacíos de aire
Y de donaire.


Lunes de momentos
De sufrimientos.


Lunes sin lujuria
Sino de injuria.


Lunes de tortura y martirio
De agravio y sin dominio.


Lunes sin sol
Sin corazón.


Lunes…

La plaza principal de la aldea volcada a su poeta.
Tan sólo una poesía al año y en día de fiesta. Cada año un día de la semana.
- cada año una chorrada-.
Tomás era poeta; vivía solo y, tan sólo, para la poesía.
Una al año-profunda, intensa-.
Tomás, el poeta, reunía una aldea en medias sonrisas sin forzar.

Tomás recitaba, la aldea escuchaba.
Tomás finalizaba y a su casa regresaba.

Adiós poeta… adiós.

18 mayo 2007

capítulo 36

SIN TITULO, REFLEXIÓN.

Las emociones, sentimientos y corazonadas de nuestro presente, pasado y futuro. Todo ello es en realidad la vida. Vida como transcurso del tiempo. El presente es el más real. En el que creemos y por el que nos llevamos.
El pasado contiene errores, causas y motivos de nuestras reacciones presentes y futuras.
El futuro como algo no descrito de antemano. Al cual no podemos acceder por el simple hecho de desearlo.
Tanto el pasado como el presente nos llevan a un futuro incontrolable. Ni las emociones del presente ni las causas del pasado nos dejarán escribir el futuro hasta que se una al presente.

Así pues, el tiempo, como pasado, presente y futuro. Una sociedad inquebrantable. Una sociedad de inagotable presencia en nuestras vidas hasta el día de nuestra muerte.

Pero… y después de esta?
Acaso nos deparará un nuevo tiempo?
Un nuevo pasado, presente y futuro en otra dimensión?

El caso que se nos presenta es de incógnita racional.
Unos apelarán a la fe sin más que llevar en su camino la paz interior y el perdón de Dios.
Otros harán acopio de riquezas que llevar a una vida todavía por vivir y otros, los menos, quedarán tan vacíos de vida que apenas querrán más que morir en paz.

La verdad del tiempo y del perdón.
La conquista de un final feliz y de una dicha futura, presente y pasada.

Padre Prior en busca del tiempo.
Padre Prior en busca de un perdón atemporal.

El tiempo y el perdón unidos por la filosofía.
La filosofía como dogma de vida y muerte.

El presente unido al pasado y este al futuro… la verdad como causa de los acontecimientos y el sentido a la vida. Como una historia escrita o quizá por escribir.

capítulo 35

COLAPSO

En carroza tirada de seis preciosos caballos.
Bajó del estribo como quien bajara de palaciega escalinata.
La muchedumbre se agolpaba frente a ella en ademanes seductores.
Con un tocado acaso principesco y ataviada con ricas sedas.
Una pequeña cortina transparente negra tamizaba su rostro.

El bibliotecario la miró de perfil. Creía conocer aquella fantasmal aparición. Una mirada de soslayo y otra frontal.
Sor Monja en ceñido camisón corrió hacia ella.-bendito resbalón-.

Sor Monja con sus rodillas en sangre, gritó.

Caballos de color blanco y crin negra.
Veloces cual viento del norte, bellos cual aurora boreal.

Tamizada por cortina y sin ella apartar, recogió a Sor Monja del suelo no sin antes escuchar su palpitar.
Era acelerado y cortante.
Un dolor desvanecido al ver el rostro.
Una sangre congelada en su precipitar.

El precipicio de una vida pasada. El devenir de una futura. La unión de las dos en una. Un colapso.

Complicado de entender en un primer momento y es de razón explicar.
Era dama de otras tierras; de aires frescos y sin poder su rostro todavía adivinar.

-Levanta hermana, te he venido a buscar-.
Sor Monja no se lo podía explicar. Recién llegada la misiva de su hermana estaba.
Frente a frente -en perfil perfecto- se miraron. Un abrazo y unas lágrimas siguieron entre ellas y más abrazos para los ojos vidriosos ocultar.

La sangre congelada en sus rodillas; ojos inundados de pasado; sonrisa de un presente.

capítulo 34

TRISTE DESPERTAR

Ramificaciones en forma cruciforme según miraras.
-Como el porte de El Pela pensó-.
Estuvo admirando esa masa nada uniforme de ramificaciones cruciformes minutos enteros de sesenta segundos -empezando por el uno-.
Intentó escudriñar un mensaje oculto, un mensaje futuro, pero nada encontró.

Pájaro de pico en los cielos en un desespero.
Padre Prior enojado.

Quizá su tortura- de tuerto- le impidiera ver más allá. Quizá esa flaqueza le impidiera encontrar la verdad.
Pájaro de Pico bajó de los cielos raudo y veloz. Tan raudo, que su pico estrelló.
Padre Prior-en susto- de las patas lo asió y su cabeza y pico sacó.
- Pío, pío, pío- a modo de gratitud.
- No hay de qué- de admisión.
Sor Monja olvidada en sueños de un pasado. Tristura en unos ojos vidriosos.

Hermanas dos quedaban, hermanas en lugares distintos habitaban.

Compuso bellas estrofas en un pergamino donde el último adiós mandaba.
Gotas de agua de sus ojos caían en un triste despedir.
Un adiós y una bienvenida a un mundo nuevo, un cielo lleno de mariposas de colores donde el dolor pudiera olvidar.

El cartero en lágrimas apenas podía la misiva recoger.
Aquella mañana era triste en su despertar.- Desgracias ajenas también hacen llorar-.

Alfonsina en lloro al ver sus hijos dormir. Dos unidos-monstruoso- durmiendo y un padre ciego y sordo en un diván.
Sor Monja en llanto por hermana casta muerta-y quedan dos tan solo-.
Y el bibliotecario llorando-sin noticias de Gallo de Pico ralo-.

Mientras, en los cielos, El Pela en pose taurómaca viendo los aconteceres.


Elena caminaba en silencio su hermosura.. Elena apenas un aliento… un llanto.

capítulo 33

DE GUILOCHE



Padre prior de Guiloche era su nombre completo. Nacido en tierras lejanas e hijo único-a su parecer-.
De exquisitos modales de joven y nariz prominente también.
Educado en la eucaristía del Señor, jamás en una iglesia entró.
De padre pudientes y cultura fácil.

No tendría ni quince años cuando agujero encontró.
Una muerte de placer inesperada. Una muerte y huyó.
Guiloche como apellido tenía, Guiloche una muerte le perseguía.


De su tránsito por los mundos apenas su amor por las cajas nos queda.
Su metodología era intrínseca a él. Gustó de coleccionarlas al poco de partir. Coleccionaba todas ellas con mimo y un poco angustia.
Las primeras de color marrón y poco porte.
En su paso por Aquitania de colores vivos y grandes dimensiones y, por la estepa del norte, rectangulares y negras- de fácil transporte-.

Todas ellas almacenadas en poblado sin igual.
Compró gran casa con vistas a la plaza donde un gran ventanal le advertía de cuanto acontecía y dispuso de unos reales extra pues capa obispal todavía no tenía.
Desde allí, con sigilo y paciencia, su nombre cambió.


Padre Prior de Guiloche perdió su pasado, Padre Prior su futuro encontró.

El respeto encontró en todas aquellas gentes al verlo pasar. Su capa y su porte adivinaban hombre de Fe y cultura sin igual. Las damas lo miraban con sonrisas viperinas y los hombres con gran admirar.
Una capa obispal y un pasado sin recuerdo; Unas cajas y un extraño caminar.

Sor Monja pensando
Acaso recordando
Un hermano muerto
A manos de un hombre tuerto.

Padre Prior era tuerto-así rimaba y así lo afirmaba-.

capítulo 33

MISIVAS


Las golondrinas sobrevolaban los cielos cada vez más azules de las montañas- Un pierío infernal en los oídos de Padre Prior-.
-El inferno, el inferno- se le podía escuchar decir.
Pájaro de pico ralo reía para sus adentros. Le gustaba ver con esa actitud a Padre Prior. Había vuelto esa pesadez en su rostro y el mal humor del viajero solitario que había conocido tiempos atrás.
Con sus botas de becerro abiertas y sus caprichosos dedos deambulando atravesó el travieso río primaveral sin hacer caso de lo que pudiera acontecer ya a su pobre y cansado calzado.

Don Alfonso, el alcalde, había perdido el oído. Su ceguera había atravesado sus ojos hasta llegar a unos oídos ya desde joven maltrechos por el llanto de un hermano llorón.
Así pues ciego y sordo quedó- quizá solo por ambición-.
-Gordo también sí, era como dos-.

Elena frente a los espejos de Pinto da Costa era como un naviero francés del siglo pasado- tremenda comparación sin igual-.

De buena mañana llegó el cartero rodeado de golondrinas en su paso. Misivas de aquí y de allá e incluso una gran paquete de cajas de distintos tamaños y colores en su transportar.
Las golondrinas amenizaban su viaje en primavera. Rodeaban sus hombros y alguna de ellas se posaba en los pies.- De ahí viene el columpio-.

Con las cajas poco pudo hacer-Padre Prior en viaje-.
Las misivas fueron otro cantar.

¿Misivas de infortunio? ¿Alguna muerte más?
Sor Monja se apresuró. Apenas la peineta y un pequeño y ceñido camisón.
Las noticias no eran buenas.
Su hermana la castidad había dejado a un lado y en el fragor murió.
Sor Monja en lloro y llanto- que no es lo mismo-.
La una en la campiña y la otra en abstracción-ya quedaban solo dos-.

Padre Prior con sus manos en las orejas y mientras, Don Alfonso, el alcalde, gordo, ciego y sordo.

El inferno, el inferno… y un pierío…

17 mayo 2007

capítulo 32

EL GRAN CAPITAN

Padre Prior distribuía alimentos a los infelices de causas perdidas.
En sus bruscos despertares, imágenes aún frescas de El Pela.
Sus canciones, poses taurómacas y su melena al viento- de Bizcocho, nada que recordar-.
Miraba al cielo en busca de un perdón y una plegaria por los muertos y no veía más que un pájaro volar.

Pájaro de pico sin bufanda.
Acaso ha dejado ya de llorar.
Pájaro de pico sin afonía
Quizá pueda volver a hablar.

Los ríos eran cada vez más traviesos y caudalosos.
-La primavera está cercana- pensó.
Sus botas de becerro raídas y gastadas de su largo peregrinar necesitaban de remiendos urgentes. Los dedos de los pies asomaban por huecos en lugares insospechados. Dedos de todo tipo-largos y estrechos y el gordo como gran capitán-.

Padre Prior con dedos caprichosos
El dedo gordo como gran capitán.

A un lado del río una forma.
Padre Prior llevó sus sucias manos a los ojos. No podía creer lo que veía.
Era una forma un tanto singular. Acercó su cuerpo al caudal y así pudo sus dedos refrescar.
Lo que había al otro lado no era más que una forma no muy uniforme de ramificaciones. Parecían no tener sentido alguno pero mirándolas de Este a Oeste y no de Norte a Sur podía percibirse algo peculiar.

-Cruciforme, en ello te has de basar-

Pájaro de Pico sonrió en los cielos al ver a Padre Prior reflexionar.

Padre Prior recordó el susurro del bibliotecario en su oído.
- Masa cruciforme has de encontrar-
Y no dijo más.

capítulo 31

REYES GITANOS


Caminando por la calle yo le vi.
Caminando por la calle yo le vi.

Un comienzo de trovador. Una canción de amor.
Alfonsina respiró hondo. Frente a ella, un hombre.
De unos treinta cumplidos y con sombrero de pico.
Aromas del norte en sus vestiduras y calzado de tierra, mar y aire.
Sus ojos clavaron los de él como martillos azotaban los cuerpos de las mujeres en su atravesar. Francisco de nombre -con apellido un tanto holgazán-.
De puertos lejanos adivinaba que hablaba y de su rápido regresar.

Alfonsina en un teatro de sueños
Corazón roto en su caminar.

Caminando por la calle yo le vi.
Caminando por la calle yo le vi.

De buen cumplir estaba y en ello se acercó saludando con sonrisa puesta y sin camisón.
- Buen día tenga señor, ¿acaso es soldado de profesión?-fueron sus primeras tímidas palabras.
-¡LOZANÁ!- le espetó éste.
El tono del hablar la dejó sin palabras. Corrió cual gamo por pradera con los hijos en el regazo y llegó a casa sollozando cual niño de ajustada edad.

Caminando por la calle yo le vi.
Caminando por la calle yo le vi.

Alfonsina desdichada
En el suelo un corazón de cera atravesado vio
Alfonsina desdichada
Gotas de cera en una habitación.

Los unidos lloraban junto a madre necesitada –monstruoso-.
El hambre -o quizá un más hondo pesar- hacían mella en tan insignificantes bastardos. Una madre destruida por el amor y la belleza.
Una madre sin más lágrimas que dar.




Canciones de un sueño y un despertar...

capítulo 30

CECILIA EN SU PASADO



Sor Monja era de familia bien parida- cuatro hermanos y tres hermanas-.
Las hermanas, solteras de por vida y la mayor, con más resolución-casta-.
Catorce años se llevaban entre ellos- de dos los hombres y tres y cuatro ellas-.
Sor Monja era la predilecta desde joven. Anunció buenas esperanzas para todos en la vida y en nada acertó.
Sus hermanos murieron jóvenes y con prontitud. Muertes casuales o no, cierto es que murieron. El primero de placer humano- acaso con Padre Prior dijeron-. Del segundo no se sabe más que apareció con rasguños en el cuello, desnudo. Y del tercero se supo por lo poco que quedó de él.

Ellas eran de finos modales y gusto exquisito. Prendas floreadas en invierno que anunciaban la primavera y lanas blancas en verano que anunciaran un nuevo invierno.
Sor Monja era la más agraciada de ellas. Una larga melena ondeando su rostro cubría su espalda. Ojos color miel en invierno y verdes en verano, los rayos del sol iluminaban una sonrisa seductora.
De carácter timorato, pero afable;con una alegría y paz interior que mostraba su gran afecto por los demás.
Muertos sus hermanos y, con las hermanas inválidas de amor, partió a los diecisiete de casa para ya no regresar.
De sus padres no supo más y con las hermanas correspondencia casual.

Sor Monja partió
Sor Monja para no volver

El paso del tiempo así como acaecimientos de la vida turbaron el buen devenir de aquella pequeña y amable mujer. Sus vestidos cambiaron por uno solo- de color negro para más precisar-.
Su nombre de pila cambió- Cecilia de joven, Sor monja en la madurez-.

Cecilia enfundada en sus vestidos de flores
Cecilia en juventud.
Sor Monja enfundada en negro
Sor monja en su madurez.

La tristeza cautivó a un alma feliz en su pasado.
La tristeza de una mujer captó

Belcebú, Belcebú…

capítulo 29

LAS DOCE Y CUARTO Y VEINTE…


Las doce repicando y el hijo del bibliotecario fornicando en los cielos.
Alfonsina de paseo por las calles. Sus unidos y monstruosos hijos en carrito de madera con ruedas y los gatos alimentándose en algún lugar de la casa.
Mientras; Don Alfonso, el alcalde, hacía manos bajo las tersas sábanas-sangre-.

Sor Monja esta aturdida aquella mañana y gritó. Ya nadie escuchaba tamaña locura. Carecía ya capacidad de nada y sus dineros en peinetas y acomodos capilares gastaba.
La yuxtaposición de las personas en cuestión- que no la verdad de sus almas-.
De tintes varios su pelo; rojos comunicados con ocres y verduscos adornados en su fin por peineta de sainete.

Si los rostros fueran el espejo del alma… el suyo sería perfección celestial… y su nombre Elena.

Bizcocho con sus ojos en las doce y cuarto… y veinte, menos veinte… era un sin parar.

Padre Prior enervado
Padre prior una gran piedra ha encontrado
Padre Prior con ella a Bizcocho a matado.

La razón de los hombres y su justificación no busquemos… a todos nos habría pasado-pensó en ello-.

Infortunios de la vida conoció y con ellas falleció.

Sor Monja gritaba de angustia y dolor. Sus piernas arqueadas de manera peculiar. Una tras otra y retorcidas cual olivo. Dolor insoportable por momentos, quejido de la noche.
Pinto Da Costa opto por aflojar la peineta en cuestión.
La estabilización era la solución.

Siete pelos en la peineta quedaron
Siete pelos que dolor le causaron.

Padre Prior en solitario…Padre Prior no está ni angustiado.

15 mayo 2007

capítulo 28

DE OJOS PECULIARES



Si de aquellos misterios vinieron estos lodos o fuera al revés no es cuestión ahora.
Desavenencias y demás propósitos individuales exasperaban a Padre Prior.
Buscaba el bien común con ironía y presencia. No le perturbaba aquello que escuchara y, por más que en su caminar hubiera podido comprar un par de cajas más, nada turbó su verdadero quehacer.
Jengibre en el desayuno y una hogaza de pan le sirvieron de alimento esa fría mañana.

En su cada vez más cansino caminar encontró un viajero que como él, en solitario marchaba. Se hacía llamar Bizcocho. Era de ojos peculiares. Cada uno de ellos miraba a un lado y pensaba que de alguna manera sus progenitores lo hicieron a idea- tanto a él como su propio nombre-.
Era meticuloso y sagaz y no había conejo o liebre que se escapara a sus despistados ojos. Con uno lo marcaba y con otro lo perseguía por donde fuere.

Conejo y liebre comieron y otro par en el zurrón dispusieron.


Sus progenitores vivían en las afueras de los poblados. Apenas sin dinero y tierras que cultivar, su sustento eran los pequeños animalillos que pudieran encontrar. Es por ello que pensaron en hacer un hijo con peculiaridades. Así lo hicieron.
Cerraron los ojos al fornicar y pensaron en alguna peculiaridad.

A los 14 meses de gestación nació. Fueron esos ojos despistados lo principal. De color pardo uno, verde el otro para poder despistar.


De la otra peculiaridad, siempre habrá tiempo de hablar.

14 mayo 2007

capítulo 27

UN DEVENIR




Alfonsina con tres gatos y dos niños en unión-monstruoso-. Su padre, el alcalde, cegado y Elena, paseando con orgullo su hermosura por las oscuras calles iluminando a unos y cegando a otros.
Alfonsina con el rostro triste por su desgracia y el hijo del bibliotecario muerto del horror.


Los funerales se celebraron un lunes-apenas nadie acudió-. Su padre por pena y Alfonsina por estupidez.
Intrascendente funeral y su devenir.


Alfonsina soltera, sin marido y con hijos en unión pensó en el suicidio pero de pronto una luz la iluminó en noche oscura. Era una luz que provenía del exterior apenas perceptible. Una vela-pensó.
Alumbraba una esquina de su pequeña habitación.
Detrás de ella podía adivinarse un halo de esperanza y tras ello una voz que dijo suavemente- no lamentes el infortunio porque serás desdichada, acepta el devenir y dicha serás-.
Tras esas palabras dormida quedó y en su despertar en un sueño pensó.

Gotas de cera en el suelo certificaban lo pasado
Gotas en el suelo un corazón atravesado dibujaban…

Sor monja despistada gritó y más tarde un susurro.

Alfonsina despertó de un sueño o una realidad. Dispuso de su bata y sus pechos para alimentar a sus hijos cuando vio gotas de cera en el suelo…

Alfonsina riendo, Alfonsina en paz.

Con su imperturbable belleza paseaba por las calles en noches cerradas.
Con belleza sin mal, con belleza sin igual…

Sor Monja despistada gritó…

capítulo 26

DOS EN UNION


Padre Prior partió sin mirar atrás.
Dejaba un amigo en buena pose y un cantar en silencio.
Dispuso lo poco que le quedaba y marchó por el frío campo hacia la región de las aguas salvajes. Sus dedos marchitos por el frío y una edad que ya no perdonaban, se ajaban con las correas y el soplar del un viento cada vez más gélido.

La sangre brotaba de sus manos como del corazón dolor…


En el pueblo por fin pudieron celebrar sus fiestas. Don Alfonso, el alcalde, apenas vio nada… cegado estaba.
Alfonsina tuvo la inesperada visita de su hijo con el hijo del bibliotecario y no fue uno… sino dos en unión- monstruoso-.

Alfonsina desdichada
Alfonsina delicada.

Gallo de pico ralo amanecía como siempre a las once, tardío, pero cada día que pasaba dejaba vislumbrar en su pico el pasar de los tiempos, de los años y duros inviernos. Cada vez pasaba más tiempo sin hablar. Parecía desganado y triste por los acontecimientos acontecidos y no veía un remedio claro a la ceguera de Don Alfonso, el alcalde.


Elena diosa o acaso desdicha?

El bibliotecario hizo llamar a Gallo de pico ralo. Serían las doce de un mediodía seductor cuando apareció en la puerta picoteando la puerta a modo de reclamo.
El bibliotecario le dejó pasar y allá entregó un escrito que debería hacer llegar a Padre Prior con prontitud. Gallo de pico ralo asintió con un guiño y partió correteando por las callejuelas del poblado rezando para que nadie lo pillara como cena peculiar.

Un escrito, una cruz, un viaje lejano… Gallo de pico ralo cruzando fronteras, galleando.

capítulo 25

MUERTE DESNUDA



El recogedor de monos estuvo pasando la máquina durante horas.
Los recogía a pala hidráulica y los vertía en un cubo de tres por dos y 500 mililitros de capacidad efectiva. Era de un color exagerado y con asas en cada lado engalanadas con aceros y brillos.
Alrededor de las calles se agolpaban los oriundos y transeúntes despistados ante la habilidad del recogedor de monos. Todavía les picaba el cuello de los arañazos producidos y sus ojos mostraban el horror de un rostro sarnoso en continua risa.
El Perimetral los había dejado absortos e incluso alguno de ellos caminaba a cuatro patas.

En la lejanía del mundo Padre Prior había dejado por unos instantes la compañía de El Pela.
Carcomía piedra pómez a modo de limpia bocas y escupía el sobrante en dirección opuesta.
El Pela confundido en la noche y acaso desvanecido por el cansancio descansaba en silencio- el silencio de la muerte-.
Tan solo unos arañazos en el cuello mostraban su cuerpo desnudo.

Pájaro de Pico en llanto sobrevolaba los cielos. Sus lágrimas formaron lluvia que empañaron los ojos de Padre Prior en momentos de angustia y dolor.
Pájaro de pico y su afonía jamás pudieron avisar.
Pájaro de pico acaso sintiéndose culpable.

Padre Prior cortó entonces la melena del Pela arrojándola a los vientos del norte. Uniformó su cuerpo desnudo con camisa de ocho varas y pantalones estrechos y lo pegó a un árbol con pose taurómaca.
A sus pies, tan solo, un crucifijo con unas palabras:
El Pela, cofrade, taurómaco y buen amigo… amén.

Pájaro de Pico por los cielos en llanto dejó caer sus lágrimas sobre la cruz.
De ella entonces surgieron flores de distintos colores que proporcionaron descanso y paz a un cuerpo sin vida.


Pájaro de pico, buen corazón.

09 mayo 2007

capítulo 24

DE NORTE A SUR, DE ESTE A OESTE



El Perimetral encontró la alegría de un niño en el caos.
El pueblo sollozaba y él se alimentaba de la desgracia ajena.
Relacionaba cuestiones impías con el alma de los presentes. Una locura, una desazón clandestina.
Sor Monja comenzó una penitencia en vano y Maese el Perfumador se afanaba en encontrar aquel olor que espantara esos seres venidos de antiguos mitos y leyendas que se habían hecho realidad en un mundo como este.

Maese el Perfumador aplicó jengibre y un poco de pan a dulces frascos embriagadores y, con ardor, dispuso de alambique que lo restregara.
Haciendo acopio de cuantas bolsas de racimo disponía, comenzó a expandirlo a través del pueblo.
De norte a Sur y Este a Oeste el poblado quedó barnizado por el olor.

Los monos ofuscados, los monos enojados.
El Perimetral parapetado.


Sor Monja cejó en sus vanos rezos y el bibliotecario encendió por fin el antiguo escritorio.
En él podían verse distintas anotaciones latinas y griegas.
Informes de viajes pasados unidos por cuerdas entre sí.
Fue un ir y venir constante. Anotaciones que ampliaba de una manera febril.
Apenas unos segundos bastaban para ver al bibliotecario en un lado o en otro de aquella estancia tan particular. Anotaba en pequeños espacios en blanco y en cualquier resquicio que tuviera preparado par tal fin.
Al cabo de unos minutos de frenética ida y vuelta el bibliotecario desvaneció.


Mientras, en las calles, las gentes dejaban caer los monos al suelo.
El Perimetral huía y Sor Monja a Pinto da Costa acudía.
Una mañana loca, un oscuro aparecer, una huída al pasado.

El mito, la leyenda, se hizo real aquella mañana.

…guardemos respeto por ellos pues…

capítulo 23

El PERIMETRAL ( cancionero popular )



De usura y pan duro su vida.
De seducción y placer
Pocas cosas que agradecer.

Leyenda donde las hubiere
Acompañado de marchitas flores su regazo.
Pocas cosas que agradecer.

Un mito lo acompañaba.
Monos carroñeros se llamaban.
Pocas cosas que agradecer.

De cabeza redonda y grande.
Formaba olas al agua caer.
Pocas cosas que agradecer.

Azote de las gentes.
Martillo de las damas.
Pocas cosas que agradecer.

Acaso donde habite la oscuridad
Lo veras crecer.
Nada que agradecer.

Si luciérnagas llenan de luz
Él las hará palidecer.
Nada que agradecer.

Cancionero canta
Cancionero del perimetral espanta.
Canta en tono mudo
Canta un infortunio.

Pocas cosas que agradecer.




La llamada a los monos carroñeros... Esa risa... ese llamar...

capítulo 22

¿MONOS?



Pájaro de pico ralo desperezaba.
Serían las once de la mañana cuando comenzó con el ritual de cada mañana. Empezó estirando la pierna contraída durante la noche para después… después ver cómo algo raro pasaba. Las gentes recorrían el poblado de un lado a otro con monos pegados a su espalda. Eran monos carroñeros. Monos que, desde tiempos atrás, tan sólo eran meras leyendas. Mitos del pasado que parecían hacerse realidad. Tras ellos- a modo de mando- se encontraba El Perimetral.

De él se sabe por antiguas escrituras y cánticos del cancionero popular. Figuraba más como una figura iconoclasta que como razón de ser. Se había hablado de éste en tiempos pasados, en la lejanía de lustros transitados pero jamás en los días presentes.
El cancionero le refería como campeón de campeones; de moral baja y gran efecto seductor.
Decíase acompañar por monos carroñeros a todas horas. Monos de un mundo ulterior.


Una promesa rota, un hechizo vano… los monos eran una realidad.

Pájaro de pico ralo en perdón de no se qué. El Perimetral riendo cual perro sarnoso mira a pequeña dama desnuda y los monos pegados a la espalda de las gentes del lugar.
Imagen peculiar.

Mientras, al otro lado de un planeta cuasi redondo, Padre Prior pensaba en sus cosas. Los papeles, la forma cruciforme, Osvaldo y el bibliotecario ocupaban la mente del viajero.
El Pela aprovechó la ocasión para desmelenar su cabellera y dejarla libre al viento del Este. Su larga melena reposaba en los hombros desnudos de una camisa de ocho varas a la vez que incorporaba en sus andares nuevas poses taurómacas.
-La lucidez de uno contra el desafío del otro- pensó pájaro de pico.

Los monos una promesa rota.
Los monos- carroñeros- agazapados a las espaldas de las gentes.
Promesas rotas de un día sin precedentes.

08 mayo 2007

capítulo 21

CAMISA DE OCHO VARAS



En tierras lejanas andaban por entonces.
Padre Prior y El pela - enfundado en camisa de ocho varas- disponían de dos días para llegar a nuevo lugar.
De éste poco conocían. Constaba de río que atravesar y una pequeña fuente donde poder sus alforjas rellenar.
El Pela canturreaba para sus adentros y Padre Prior disponía de las últimas gotas de miel en su áspero paladar.
Las desavenencias entre ellos apenas cabrían en caja de poco porte. Radicaban en las canciones que El Pela entonaba y en pequeños asuntos de moral.

Pájaro de pico resfriado sollozaba en la copa de un gran árbol. Su canto y sus palabras ahora apenas se podían apreciar.
Su afonía era ya exagerada. Tomó de las frescas hojas de un pinar el néctar que lo pudiera sanar pero éstas, al estar congeladas por el intenso frío, diferían mucho de ser jugosas y dulces como las que la primavera dejaba adivinar. Apenas un tanto reconfortado, dispuso de su bufanda y emprendió vuelo en su acompañar.

Luces y sombras en un viaje un tanto peculiar.
El Pela no preguntaba, Padre Prior tampoco nada contaba.


Sor Monja frecuentaba ya por aquel entonces la peluquería de Pinto Da Costa.
Al otro extremo de un mundo perdido, Sor Monja, disfrutaba de un perdón alcanzado y de una moral recién estrenada.
De moños y rizos forzados y con un nuevo ajuar.

Padre Prior, en un momento de su peregrinar, contuvo la respiración y preguntó desalmado si esa camisa de ocho varas era de uso individual.
El Pela asintió sin despecho y poco preciso contestó.
- Es de buen compañero callar cuando uno pregunta cosas sin fiar.
Padre Prior escuchó con poco agrado la respuesta y se limitó a contestar.
- Camisa de ocho varas;
- Camisa que has de buscar;
- En mares y tierras;
-En todos los lugares no la encontrarás.

El Pela miró de soslayo y calló. Pájaro de Pico miró y buena nota tomó.

capítulo 20

PINTO DA COSTA




Alfonsina estaba en cuestiones varias.
Los gatos, las fiestas y el hijo del bibliotecario copaban prácticamente todos los momentos del día. Del lamento al lloro, del lloro al despertar.
No fueron días, ni meses los transcurridos. El tiempo es lo que es. Un minuto pueden ser años en la mente ajena.

No serían más de las siete de la mañana cuando Pinto Da costa estrenó cartel y negocio. De puertas adentro era un hombre sencillo y tímido. De melena cuidada y henchida de distintos ornamentos característicos de la zona; Peinetas góticas y alfileres de cruz no faltaban en ella.
Unas mesas de madera de punta redonda y sillas de alabastro configuraban el mobiliario. Los espejos en forma cruciforme delataban el pasado de Pinto da Costa.
Era de Jerez- como casi todos los peluqueros de por entonces-. “Peluqueros jerezanos, estamos en buenas manos”. Dichos así rondaban los caminos y pueblos de todas partes del mundo.
La sociedad los adoraba y veneraba con pasión casi celestial. Las damas de la corte pagaban verdaderas fortunas por el trabajo de sus manos y las humildes lo hacían con sus cuerpos desnudos.


Los espejos en forma cruciforme delataban su pasado. Henchida de ornamentos su melena -peinetas góticas no faltaban-.
Pinto da Costa con espejos en forma cruciforme- quizá más tarde encontráramos la relación-.

Los espejos de Pinto acaso dibujaban el perfecto rostro de ella al pasar…
Elena cegadora, Elena al pasar.

capítulo 20

DE PROFESION MAYORDOMO



Mientras, en el pueblo, la organización de las fiestas de pascua ocupaban la mayor parte de las conversaciones.
Padre Prior no había vuelto de su peregrinar y la gente andaba confundida. Unos, al pasear, se topaban con otros e incluso se hacían muecas sin sentido y después partían hacia otro lugar.
Sor monja adolecía de principios básicos así que jamás empeñaba más de cuatro horas al día en planificaciones festivas de cualquier índole.

El pela dormía, Padre Prior también. Pájaro de pico enfundado en bufanda, resfriado.

Alfonsina empleaba sus horas libres- 22- en acomodar sus gatos. Tenía muchos-tres- y de ellos dependía- en buena manera- su valer como dama.
Muchos pensaban el sinsentido de lo dicho pero…era pronto para la razón.

Y con el alba… el despertar, Padre Prior y El pela…

Comieron pan y jengibre para el almuerzo.
Al alba, tan solo podían adivinarse los copos al caer en las tupidas capas de los alfareros.
Padre Prior preguntó al Pela si de buena gana estaba pues, a su parecer, el ceño fruncido tenía.
El Pela comprendió. Miró fijamente a Padre Prior y le expresó con soltura- Padre Prior, acaso usted jamás quiso hacer de mayordomo su profesión?-.
Padre Prior rió durante varios minutos seguidos- acaso dos o tres- Para responder- Pela, desde joven eres cofrade-.
El Pela apostó sus manos a ambos lados de sus mejillas con un gesto risueño. Miró a Padre Prior y contestó- De buen saber acompañado voy en este viaje-.

Osvaldo dormía con sus pies desnudos frente a un ahogado fogón. Padre Prior entonó un verso a su oído y depositó en su mano el crucifijo en cuestión.
El Pela lo miró de soslayo-Padre Prior encontró la razón- pensó.


Días confusos, días nevados, días de entierros, días, tan sólo, días.

capítulo 19

DESCAMBIAR


Osvaldo yacía al final de la posada con sus pies desnudos delante del fogón invernal.
Su nariz aguileña, enfrentada a las llamas de la fogata, creaba formas dantescas. Sus pies, en cambio, retomaban el valor inicial de cualquier joven aprendiz de zapatero. Las uñas, cuidadas con sobresaliente mimo y de buen color blanco natural, sin apenas una mancha que denotara suciedad.

Padre prior se sentó delante de él con imaginación impropia pues…- no era manera común tal artificio postural-. Cruzó las piernas de derecha a izquierda y sus manos entrelazadas bajo sus nalgas. La cabeza a un lado y de reojo el mirar. Osvaldo dormía.
Descambió la postura y comenzó a pensar. Oteó el horizonte y viendo a un pájaro volar extendió sus brazos en alto y dejó sus piernas de cruzar. Mantuvo su cabeza girada y los ojos al azar. Tampoco eso a Osvaldo hizo despertar.

El Pela disfrutaba de aquel momento sin igual. Apenas entendía nada. Tan solo observaba con alucinación los extraños movimientos de Padre Prior. La mirada fija y la melena en extensión-tan sólo un crucifijo le llamó la atención-.

Las campanas del torreón mayor repicaban las nueve y no cesaba de nevar…

Osvaldo dormía y Padre Prior lo miró en cuestión.- ¿qué hacer?-.
Adivinó el cansancio en su rostro, le tomó la mano todavía alzada y en extensión y dispuso de una buena habitación. Descambió sus ropas usadas por otras limpias y lo metió bajo el colchón- el colchón sí-.

Las diez campanadas repicaban cuando dejó los ojos caer. Tan sólo una cosa lo importunaba, ese crucifijo en cuestión.
Durmió.

capítulo 18

CONTRUYENDO EL MITO



Entró en el la frutería de manera extraña. Sus ojos disimulaban lo extraño a la vez que denotaban cierta misoginia.
Jengibre para comer y un trozo de pan- Padre Prior había vuelto-.

Tomó sus precauciones antes de salir. Miró de soslayo a la frutera de manera tenaz y con falta de ambigüedad.
Apenas habían pasado escasos dos instantes y Padre Prior ya odiaba a esa pequeña y gorda mujer de edad indeterminada.

Fuera, el Pela, lo esperaba con ademanes taurómacos a la vez que cantaba en silencio canciones aprendidas en su largo peregrinar. Casi todas ellas hablaban de bellas doncellas de lugares recónditos desesperadas por encontrar el amor verdadero.

El Pela entonaba, el Pela su cabello desmelenaba…

Padre Prior salió raudo sin apenas despedirse de aquella mujer.
Tomó en sus manos lo comprado y partió hacia la cercana posada de Padre Osvaldo.
Osvaldo-pues así lo llamaremos- era antiguo amigo de la infancia. De características peculiares y modales exquisitos.
Nariz… aguileña y a falta de mentón, una grulla -lo más parecido a él-.
Manos huesudas en su vértice y rechonchas el resto- acaso difícil de imaginar-.

Navidad en las montañas, seis meses de largo peregrinar…

Entraron bajo capas de cartón dirigiendo miradas a cada lado de manera que cada movimiento era analizado en cada instante. Los pies del Pela y Padre Prior discurrían en paralelo y al unísono. Con el pie derecho apuntaban la punta del pie al izquierdo y de manera casi imperceptible hacían lo mismo con el izquierdo, pero éste, a una velocidad endiablada.
El Pela movía su cabeza en contra de lo previsto- imperceptible para los no iniciados-.
Padre Prior contaba con ello así que se limitó a descambiar los pies.

Nieve en las montañas… navidad en el camino, pájaro de pico resfriado.

07 mayo 2007

Canciones de un viaje...





El pela entonaba una canción.
Bastaba el silencio de la noche, la calma de un río perdido.

Canciones de tormento y drama.
La noche, el silencio...un momento, un río perdido.

04 mayo 2007

capítulo 17

NO SON MULTITUD


Distintos personajes aparecieron en su largo caminar. Del primero de ellos comenzaremos a contar; Cervatillo Tomás era un personaje de lo más extraño. Casado y con tres hijos -ninguno de él -.
Los ojos azules y tristes - ni un pelo en la cabeza donde los cuernos tapar -.
Los brazos largos y torso poblado. Era hereje y además, desgraciado.
-De unas cuarenta primaveras y siete veranos decía -.
Padre Prior pensó -además de hereje y desgraciado, este es tonto -.
El Pela lo saludó con cortesía y ademán toreador. Inclinó su cabeza en reverencia.
-Sea bienvenido en nuestra causa, ¿acaso con nosotros desearía caminar?
-¿Acaso mis brazos os podrían ayudar?
-De buena mañana salimos
- Con gusto iré a desayunar
-Los dos rieron ante la estupidez de sus palabras -.

El río corría con desparpajo a los ojos del Pela. Padre Prior lo miraba con admiración. -cofrade a los dos años, decía para sí -.
Atravesaron el río uno a lomos del otro. - botas de becerro de nada sirven en el agua -.
Al otro lado les esperaba Pinto da Costa. Peluquero de profesión. Era de Portugal y de madre soltera. Comieron pan de trigo y jengibre.
El Pela disfrutaba con las conversaciones de Padre Prior. Contaba historias de sus viajes en busca de cajas de cartón y de los diferentes tamaños que se podían encontrar; Grandes al norte de Francia, medianas al sur; de colores varios, el rojo era espectacular.
Pasaron cuatro horas en ello antes de emprender viaje nocturno.
Pinto da Costa, de madre soltera y peluquero de profesión.

El ocaso adivinaba la oscuridad de la noche cuando llegó Pájaro de Pico…

El Pela cantaba:
-Princesas de la noche, iluminad mi caminar
- Tan solo quiero vuestros ojos
- para así no tropezar.
- Si de buena gana lo hicierais
- mi corazón ibais a ganar…
Pájaro de Pico sonreía, Pinto da Costa partía…un chasquido y un Amén…

capítulo 16

EL HOSTAL Y DEMAS.



Las puertas de madera hacia dentro, timbre campano y manetas dispuestas de izquierda a derecha. Un gran cartelón indicaba el nombre - HOSTAL y DEMAS -. Sus puertas se abrían a eso de las once -con el despertar de Gallo de pico ralo, tardío -. Nada más atravesar su puerta se adivinaban las mesas del gran salón.
Dispuestas todos ellas en vertical, tan sólo una de ellas, la más lejana, era redonda -caprichosa -.
Oriundos de aquí y de allá como clientela -gentes de lo más particular -.

Maese el perfumador ocupaba la mesa de la izquierda y más allá, en la mesa de la derecha, Sor monja tiritando con las manos al cielo en busca del perdón.
El hijo del bibliotecario perdido en lecho ajeno y Pájaro de pico surcando los cielos en busca de Padre Prior.

El bibliotecario giró tanto esa mañana a izquierdas que acabó encontrándose de nuevo frente a su casa -como si hubiera estado buscando en redondo -.

En el centro, el fogón - testigo trágico de la muerte de Bernardo el alfarero.

Maese el perfumador observó a Sor monja en la distancia - tres metros no más -. Se sentó ante ella, la miró y fundió sus manos con las de ella. Una vez unidas las bajó de los cielos y las dejó reposar en la mesa. Una mirada de complicidad, una mirada de perdón.
Sor Monja dejó de tiritar y con mirada triste miró a los ojos de Maese el perfumador. Cerró los ojos y la tristeza se desvaneció para convertirse en una llamada hacia otro lugar.

Padre Prior chasqueando y El Pela -Amén - 23334, 23335,23336… Amén.

03 mayo 2007

capítulo 15

INQUIETUDES


Todo un campo ante sus ojos - cuatro -.
Padre Prior y El Pela unidos por una búsqueda escondida en los oídos del primero. El Pela, en afán de cofrade, en un viaje a mundos desconocidos con melena al viento y ademanes de toreador. Padre Prior lo miraba con ojos incrédulos.
- Pela, en este viaje no compraré cajas de cartón.
- Mi inquietud no la encontrarás ahí

De nada sirvió la manzanilla en sus ojos -cegado por la luz de la hermosura quedó -.

Alfonsina dormía en su lecho acomodada cual hobillo -temerosa acaso -.
El bibliotecario en búsqueda de su hijo y éste, perdido en lecho ajeno.
El bibliotecario daba muestras de tremenda inquietud en su rostro. Giraba a izquierdas siempre que le era posible - como inquieto -.
- Maese perfumador, mi hijo no está. Y giró a izquierdas.
- Señor bibliotecario, no se inquiete -y lo miró de soslayo -.


Serían las once de la mañana cuando Gallo de Pico ralo se desperezó. Posó las dos patas sobre el fino alambre que lo sostenía y bostezó con hermoso canto alegórico. Para entonces el pueblo rebosaba actividad. El lechero y su hijo en el hostal repartiendo, su mujer en el lecho con el hijo del bibliotecario y el bibliotecario en su busca, inquieto, girando a izquierdas cada vez que podía.
Mañana frenética.

El Pela pensó en recoger su larga melena. -no lo hizo -.
Padre Prior avanzaba en su camino hacia la verdad con soltura y ligereza. Las cajas de cartón no serían esta vez su peregrinar.
A cada paso que daban emitía un chasquido con sus manos. Los contaba mentalmente - 1313,1314, 1315 -y El Pela respondía con un Amén.


Caminaban por grandes prados ante sus ojos -cuatro sí -.

capítulo 14

El PELA


El sol del Este adivinaba la presencia del nuevo día.
Padre Prior en postura peculiar, Sor Monja susurrando delicadas palabras con las manos al cielo y gallo de pico ralo, durmiendo.


El Pela -personaje donde los haya - era cofrade. De larga melena y tamaño singular -según lo miraras su porte parecía cambiar -.
Jovenzuelo todavía, su rostro unos 24 parecía indicar.

Padre Prior partió de buena mañana - como siempre -. Enfundado en sus botas de becerro -las que en agua de nada servían - comenzó el largo viaje en busca de la verdad. De su mente desaparecieron las palabras extranjeras y en su mundo se volvió a reconciliar.
Pensó en las palabras que el bibliotecario no cesaba de pronunciar - los papeles, los papeles -. Palabras, sin duda, misteriosas para él en aquel momento de incertidumbre y de riesgo finito.

El Pela se sentó en la bancada principal vociferando a la vez que frotaba sus manos con la pasión de un enamorado.
Su melena al viento - día ventoso -.

El paseo nocturno embriagado de belleza a Don Alfonso cegó…

El Pela era de armas tomar. Su padre había muerto nada más nacer -sarampión dijeron -. Su madre, de fealdad suprema, partió al circo.
Desde entonces y, apenas con dos años, se hizo cofrade.
De diez amigos disponía durante el día y tres en la noche. - de sus nombres algo sabremos -.
Sus andares chulescos y sus palabras escasas.
- De buena hora parte Padre Prior.
- De buena gana parto.
- ¡Vaya con Dios!
- Así será, en busca de la verdad voy. ¿Acaso querrías acompañarme en este viaje? - El Pela asintió -.


Y dos nunca son multitud…



Un circo, una vida...una madre.

capítulo 13

GONNA BE A LONG WALK HOME




Atardecía; el ocaso de agosto triunfante sobre la mayor luna del año.
Inmensa en su aparecer, hermosa en su color.

Padre Prior agotado - y marchito sí - se acomodó en un catre de paja cubierto por una blanca sábana raída ya en todos sus extremos.
El agotamiento invadía su cuerpo. Arrancó las botas de becerro de sus castigados pies y los puso en alto a reposar.
En posición un tanto peculiar estudió idiomas de lugares lejanos - gonna be a long walk home -.aun careciendo de significado para él.


Con los brazos en un suave compás y de nombre Elena…


Don Alfonso paseaba las madrugadas de luna llena imperturbable ante los ecos de la noche. Caminaba no menos de dos horas entre sombras. Miraba los recovecos de los ventanales.
Vigilaba todo movimiento inmisericorde y lujurioso con afanes chantajiles.
¿Acaso el penitente no tenía perdón en la casa del Señor?


Elena en noche de luna llena - Don Alfonso cegado por siempre -.


La más luminosa de las noches con una ceguera comenzó - triste ironía -.
Pájaro de Pico observando... Apenado por Alfonsina y dichoso por Don Alfonso -oscuros ojos inundados de melancolía -.
En su cantar no hubo más que tres trinos al viento - pío, pío, pío - después… descansar.

Y mientras, tumbado en decrépito catre y con postura particular, Padre Prior - gonna be a long walk home -.

Don Alfonso en busca de la luz – Blinded by the Light -

capítulo 12

ALFONSINA




De delgadez extrema y pechos diabólicos.
La mirada turbaba a quien la viera pasar.
Cabellera rubia color oro
Más bien rizado, como tornado al pasar.

De nombre Alfonsina y apellido sin comprobar.
Jamás conoció a madre que le diera de mamar.
Recuerdos tan solo de los pechos
Pues al igual que ella, eran de alucinar.

Alfonsina, Alfonsina a todo el mundo hace llorar


La timidez arrancada de cuajo
Por hijo del bibliotecario al fornicar
La dulzura de otro tiempo
Perdida en un abrir y cerrar.

Alfonsina, Alfonsina deja ya de fornicar.

De sus ojos azules poco indicar
Dada su majestad
De sus lágrimas ríos profundos
De los ríos tan solo un pesar
Sin madre conocida y padre peculiar
Tan solo el apellido queda adivinar.

Alfonsina, Alfonsina deja ya de llorar.


Su delgadez enreda al transeúnte al pasar
Por sus pechos ello no ocurrirá.
Mírala a los ojos pues sus pechos
mirando al cielo están.

Alfonsina, Alfonsina la muerte la paz te dará.

capítulo 11

CONSIDERACIONES



El alba iluminaba los tejados de la ciudad.
Padre Prior en viaje y Sor Monja con sus manos extendidas hacia el cielo por tercer día.
Gallo de pico ralo dormía -a su modo - y el hijo del bibliotecario salía a hurtadillas de la hija de Don Alfonso - de ella sí -.

Su mirada embajadora de paz, amor y belleza… de nombre Elena.

Don Alfonso era gordo y alcalde - era como dos -. Vestía a su manera -pantalones bombachos y chaleco rojizo - y apenas conservaba una hija como pasado - por futuro un retoño de ella con el hijo del bibliotecario -.
Pobre de espíritu y de buenas maneras, carecía de buen juicio en momentos de incertidumbre.
Alfonsina era de una delgadez suprema y de pechos diabólicos; Rubia de cabello y blanca de tez, apenas hablaba.

Padre Prior marchito por el frío un 18 de agosto. Padre Prior, Padre Prior.

El poblado tenía por nombre El Nómine de Dío.
Pueblo de facinerosos, piratas del jubileo y demás calaña -pueblo ateo -.
La posada, de madera carcomida por los vientos del este, exhumaba hedores variopintos. Vino, cerveza y demás licores se entremezclaban con personajes harapientos de bajeza moral infinita.

Padre Prior buscando cobijo
Padre Prior bajo cualquier cobertizo.

Es hora ya de considerar los acontecimientos. Padre Prior en viaje, Pájaro de pico sobrevolando en un ir y venir, los grises y fríos cielos de agosto.
Sor Monja extendiendo sus manos al cielo mientras el bibliotecario apilaba notas en forma cruciforme y su hijo se beneficiaba a la hija del alcalde - Alfonsina de nombre -.

Elena, princesa de las hermosas, danza clásica en su andar.

Consideraciones al tercer día…

capítulo 10

LA GNOSIS



Maese el perfumador escuchó un - no perturbe - la primera ocasión en que preguntó.
De buena mañana, al alba, sonó de nuevo el timbre del bibliotecario. –en pausa de a dos -.
El bibliotecario yacía de nuevo con su cuerpo sobre el gran secreter. Una llamada de a dos no fue suficiente para despertarlo así que Maese el perfumador hubo de realizar una segunda llamada de a dos.
La segunda desperezó al risueño bibliotecario que dispuso de batín para recibir visita.

Gallo de pico ralo dormía plácidamente sobre sus propias patas - Una escondida bajo su cuerpo y la otra extendida cual guardia de casa Real -.
Sor Monja lloraba con sus manos extendidas al cielo - y ya era el segundo día -.
Pájaro de Pico observaba a unos y a otros desde los confines celestiales.

Entró en la sala no antes sin saludar al hijo del bibliotecario que, con ojos más que abiertos, saludó con un gruñido y una mano rascando sus genitales.
Allá esperaba el bibliotecario:
- ¿Por qué esa forma cruciforme? -
- Por generosidad - escuchó por fin.
Un gesto de gratitud se dibujó en el triste rostro de Maese el perfumador y con un simple gesto de cordialidad se despidió no sin antes bailar el vals de los agradecidos junto al risueño bibliotecario.


Al alba paseaba su bello cuerpo cual bailarina la noche de estreno.
De cabello largo, ondulado y rojizo.
De cuerpo para el pecado…

Pájaro de Pico surcando los cielos de un confín a otro atrapando en sus oscuros ojos los propósitos ajenos.
Arrojaba su pesar en forma de lágrima y en picado su voluntad.
-ni la noche me hará descansar -
-Cruciforme por generosidad - pensó en ello.





Lágrimas que se tornan música...

02 mayo 2007

capítulo 9

MADRUGADA DE CORDURA


El filo de la verdad, el cuaderno de viaje de un impostor, el límite del bien y del mal apoderándose de los presentes. -filosofía sí -.


Con Maese el perfumador como testigo y el bibliotecario como gran Zacarías, Padre Prior dispuso de capa obispal y partió de madrugada a un viaje enfermizo en busca de la verdad, de la justicia y el amparo.
Tan sólo unas frases a modo de susurro, pan y vino dispuso para sí.
El bibliotecario dejó atrás su eterna sonrisa transformando su risueña tez en llanto profundo.
Maese perfumador con nerviosa mueca estrechó la mano de Padre Prior volteando su cuerpo en un vals reconfortante.
Bailaron durante dos minutos agarrados a una música que tan sólo ellos podían interpretar.

Las notas en forma cruciforme +


Delicadas palabras a través de su boca; Dolor en sus ajadas manos; Pecado en su corazón.
Sor Monja desdichada.

El ocaso, el momento del día más dinámico y hermoso. Donde las alimañas aparecen de sus oscuros y húmedos escondrijos en pos de una caza segura. Donde el cielo parece multiplicarse por dos fundiéndose en una mixtura asombrosa de distintos colores y donde los ladronzuelos más avispados hacen de él su banquete.

Padre Prior en el desfiladero, Sor Monja en llanto, adúltera.
-delicadas palabras salían de ella -.

El frío del desfiladero comenzaba a marchitar el rostro de Padre Prior. Vestido apenas con capa obispal y botas de becerro -inútiles en agua - caminaba con dificultad a través de senderos escarpados ayudado por un precioso palo de madera de nogal y una vela que portaba colgado de éste.

Padre Prior hambriento y marchito.
Padre Prior en busca de la verdad.

capítulo 8

CRUCIFORME DOS


Padre Prior oculto tras el tupido cortinaje apenas podía ver nada. Escuchó cómo voces, antes lejanas, se acercaban a él.
Mientras, Pájaro de Pico, vigilaba los extraños divagares de Padre Prior desde lo alto de la torre mayor.
-Pase usted maese perfumador -
Padre prior suspiraba de alivio.

Sor Monja, despistada por noche de locura, olvidó los guantes de esparto.

Impresionado por la manera de apilar las notas en forma cruciforme, maese preguntó con descaro.
-no perturbe - fue la respuesta.
Jengibre para todos y un buen trozo de pan a modo de almuerzo.

Padre Prior cerró ventanales y cortinas - Pájaro de pico ya no podría ver -.
Quizá fuera hora de sobrevolar los cielos una vez más en llanto por los muertos. Una danza estelar que iluminara los ojos de aquellos que ya no podrían sino descansar en paz.

Sor Monja, quemada en sus manos, apenas gritaba. Alzó sus manos al cielo pidiendo el perdón de Dios.
Sus ojos, humedecidos por lágrimas de dolor, denotaban tristeza, angustia y pecado. Arrodillada frente al fogón no cesaba en su llanto y apenas se podían oír unas delicadas palabras.

En forma cruciforme y desordenada, las notas, apiladas sobre el pequeño escritorio. Los ejércitos del mal, los infortunios y destinos de la humanidad libres por fin en una amalgama de pequeños trozos de papel.
-Bien cabrían en una caja de fondo de armario - pensaba Padre Prior.
Maese perfumador las miraba de soslayo turbado por su monumental impresión.
De forma cruciforme en medio de un espacio delimitado por la cordura y la sinrazón.

Apenas unos pasos eran suficientes para que sus curvas turbaran la mente… de nombre, Elena.

Sor Monja, hermana de los desdichados por siempre. Sor Monja en profundo lamento.
Delicadas palabras salían de su boca…

capítulo 7

A PAJARO DEDICO


Su proceder no es casualidad.
Tampoco sus hechuras.
Ligero y veloz además de buen conversador.
Pezuñas por pies que no garras - a modo conservador -.
De plumaje selecto.
Y de nombre pájaro de pico.

Frías mesetas le vieron nacer.
Acaso la infamia lo vea morir.
Lugares hermosos sobrevoló y no más, por discreción.
Alas de buen porte y pico ansioso.

Tiempos de negrura acompañaron su vuelo.
Hermosas mujeres vistieron su verduzco plumaje.
Su nombre, Pájaro de pico.

Sentimientos contradictorios en su limitada razón.
Lujuriosos vuelos en frías noches de pasión.
Apetito sin medida en los ocasos, prudente en sus albores.
De nombre, Pájaro de pico.


Su desmedida, causa de infortunio y muerte.
Sus ojos, oscuridad de la noche.

Llegarán infortunios y desdichas.
En los tiempos que vivió.
Su vuelo cercenado
Por corazones enfrentados.
Acaso llegue la esperanza
A fríos lugares de Dios.
Y emprenda de nuevo el vuelo
En los límites del Señor.

capítulo 6

CRUCIFORME


Frente a frente los dos, bajo el marco de la puerta, dibujaban una sombra de lo más grotesca. Formas multiformes, enmarañadas sobre un fondo oscuro que describían efigies dantescas - la casualidad del momento -.

El bibliotecario lo invitó a entrar en casa con presura, sin pausa. Padre Prior se vio empujado a la sala de estudio en un abrir y cerrar de ojos. Pudo reconocer una pila de libros de Voltaire y Goeth sobre el escritorio principal y más allá, sobre un pequeño secreter de tosca madera, un montón de papeles apilados en forma cruciforme.
-Los papeles, los papeles - repetía sin cesar el bibliotecario.

El hijo del bibliotecario entró en la sala con un gran bostezo. Apenas esbozó un gruñido como saludo, frotó sus partes con una mano y se despidió con la otra.
Padre Prior no entendía lo que ocurría.
De pronto, el bibliotecario miró por la ventana y vio a lo lejos, encima del torreón más alto de la iglesia, a pájaro de pico mirándoles fijamente como si de anteojos dispusiera.
El bibliotecario comenzó a transpirar de forma inaudita. - los papeles, los papeles - repetía en un ir y venir descontrolado.

Habrían transcurrido diez minutos de locura cuando sonó de nuevo el timbre -en pausa de a dos -.

Tras la tupida cortina Padre Prior; En lo alto del torreón Pájaro de pico y frente a la puerta… dos hombres saludándose describiendo las mismas efigies dantescas antes vistas.

Sin desmerecer a la hermosura, ésta quedaba en entredicho al ver caminar tan preciosa muchacha; de nombre, Elena.

Padre prior parapetado por tupida cortina, Padre Prior escondido.
Antes, un timbre en pausa de a dos…

Sor Monja en un baño de rosas. Sor Monja limpiando impurezas de mujer impía.
Y mientras, al otro lado de la sala, tan sólo se escuchaba al bibliotecario.
-los papeles, los papeles -.

capítulo 5

CON PAUSAS DE A DOS



Gallo de pico ralo amaneció de nuevo. Eran las once de la mañana aproximadamente y dispuso de su pico para entonar un dulce canto alegórico.
Padre Prior descansaba en su dormitorio y Sor Monja fornicaba con el hijo del bibliotecario.
Pájaro de pico había almorzado ya y volaba con gracejo hacia el torreón más alto de la iglesia hablando sin cesar –pío, pío, pío -.
Era canso hasta más no poder y las gentes del pueblo anhelaban su pronta muerte o la desdicha de la decapitación casual.

De ojos azules como el océano y andares sutiles como la niebla sobre la estepa…

El bibliotecario -al igual que su promiscuo hijo - apenas había dormido.
El hijo fornicando y el padre laborando - verso preciso, precioso verso -.
Apenas una hogaza de pan fue suficiente para el primer bocado. Lo acompañó con jengibre fresco y partió a las calles del olvido. De pronto su hijo apareció -nada ocurrió -.

Sin tiempo de más, Padre prior tomó la calle principal. Giró a mano derecha nada más llegar a la plaza y después a la izquierda hasta llegar al viejo mercado. Allí compró tres cajas de distintos tamaños y colores. Partió de nuevo girando en redondo - a modo de él - y atravesó con soltura entre los frascos de colonias del perfumero. Giró de nuevo a la derecha dos veces más hasta llegar de nuevo a la plaza y de nuevo hizo un giro de izquierdas que sorprendió a Pájaro de pico todavía en lo más alto del torreón de la iglesia. Fue tan sorprendente el giro que la campana de la iglesia siseó en consonancia.
Alarmado por el giro a izquierdas, Pájaro de pico pensó para sus adentros -pío, pío, pío, pío -.
Para entonces Padre Prior ya había realizado un giro más a izquierdas y dos más a derechas hasta llegar a casa del bibliotecario que yacía dormido sobre el escritorio.
Sonó el timbre con pausas de a dos.

Padre Prior en espera, el viejo bibliotecario desperezando y pájaro de pico… hablando.
Sus pechos pan, sus curvas indecentes y sus piernas… una locura.

capitulo 4

LA ESPARTANA



El funeral fue de aquellos que se recuerdan, llovió.
Fue triste, llovió.
Padre Prior cedió su capa obispal para cubrir el féretro de Alejandro.
Tomó con una mano la caja recién comprada y la dispuso a modo de paraguas.
Pájaro de pico lo miró con orgullo; con ademán orgulloso y satisfecho emprendió vuelo dejando caer un bello plumaje a lomos de Padre Prior creando así la capa más hermosa jamás antes vista.


Apareció de pronto del oscuro día, era espartana, de tez blanca y pelo cano. - así eran ellas -.
Alzó su voz y con despecho y menosprecio dijo - soy espartana y por ello cana. Dejad de llorar a hombre adúltero que jamás tuvo corazón y apenas cipotón -.
La rima era complicada y denotaba un gran bagaje cultural.
De pronto y como por arte de magia, los racimos de flores esparcidos en la fría mañana se convirtieron en afiladas estacas de color del viento.

Antes de su muerte se le escucho decir - tentación de cipotón, nos llevó a la locura, tentación de cipotón me llevó a la absolución -

Sin duda, una extraña frase. Sin duda una poeta…

El gallo de pico ralo, Sor monja, Padre Prior… llovió.

El bibliotecario apuntaba sin cesar todos aquellos acontecimientos con sucesión de palabras y frases. Todo quedaba enredado en un sin fin de frases inconexas a modo de borrador.
Era chiquito y de patas largas lo cual hacían de él un personaje de lo más peculiar.
Con la sonrisa puesta de día y de noche, enredaba a los demás en fabulosas historias de adivinadores, de magos y sucesos pasados en la ciudad tiempos atrás. Todo estaba anotado y ordenado por fichas apiladas de manera cruciforme - como si huyera de los males presagios -.

De tez fina y mirada hermosa, caminaba por el umbral de la oscuridad…

capitulo 3

LA CRISPACION



En aquellos días de Agosto la ciudad era un remanso de paz. Los oriundos, disfrazados de pies a cabeza con pequeñas glándulas que identificaban sus orígenes, esparcían racimos de flores por las calles.
Padre Prior, oriundo él, jamás esparcía nada. Él avanzaba y avanzaba sin rumbo fijo mientras Pájaro de pico volvía de su banquete matutino. Se saludaron de buena manera, y despidieron de otra.

De pronto Sor Monja emitió un fuerte grito; Un grito que nadie había escuchado antes; seco, profundo y de grandes decibelios -como bien dijo Alejandro -.
Todos corrieron hacia ella temiéndose una desgracia. Jamás pasó nada. Tan sólo gritó. No fue -quizá -más que un apetecer.

Padre Prior, sor monja, Alejandro… oriundos, crispados.

Quizá aquella mañana de Agosto cambiara el rumbo de las cosas.
Sor Monja jamás había actuado de esa manera tan grotesca. Reía y después un grito.

Padre Prior compró dos cajas más -para otras cosas dijo - y marchó avanzando hacia nadie sabe dónde. Vivía de día y de noche.
Era un ser extraño y de piernas estrechas. De mentón turbado y carácter extremo.
Nunca se le conoció mujer ni hombre; si acaso, un jovenzuelo -terrible -.

Ella era preciosa, de cuerpo para el pecado, sin nombre… si acaso, Elena.

Momentos después Alejandro falleció de angustia y Gallo de pico ralo comenzó el vía crucis con un canto desalentador, si acaso… crispado.
Sor Monja sollozaba, reía y después… tan sólo un grito. Padre Prior avanzaba sin destino. Pájaro de pico volaba a ras de suelo esquivando cuantas lágrimas de dolor podía. Si acaso, con flor en pico para el difunto.

Alejandro falleció - de angustia sí -.

capitulo 2

PRIMERAS HORAS




Padre Prior dispuso de su capa obispal y partió sin rumbo fijo. No era obispo, pero gustaba mostrarlo así. Penitenciaba sin resuello a quien se dispusiese mientras adivinaba de reojo los pecados del presente. - el pasado jamás le importunó -.


El pájaro de pico era de lo más parlanchín -pío, pío -. Todas las mañanas se acercaba a la plaza principal donde los despistados panaderos habían dejado caer pequeños esquejes de pan. Los mordisqueaba con sus pequeños y afilados dientes mientras batía sus alas lleno de gozo.

^^ Véanse los dientes…
> Véase el pico…


Ella era de cuerpo para el pecado y dulzura sin límite.


Sor Monja comenzaba el día amasando pan de trigo enfundada en traje de faena. Acorazadas sus manos en guantes de esparto, el delantal, de cuello alto, para amilanar el calor de los fogones.


Un día más, Padre Prior, Sor Monja y Pájaro de pico…

Primer capitulo

TIEMPOS



El gallo de pico ralo jamás entonó su canto para despertar a nadie. Amanecía a eso de las once, tardío.
Padre Prior era soltero y de poco porte. Raro él, avanzaba y avanzaba - En aquél siglo era así -.
Sor monja despertaba. No era soltera; más bien adúltera.

Era una mañana fresca, de unos veinticinco. -grados no -.
Padre Prior, escueto él como siempre, avanzaba pensando en cajas de cartón que empleaba a modo de fondo de armario.
Disponía de habitación amplia para el sueño con un gran ventanal orientado al norte que le proporcionaba una suave brisa donde secar su larga capa obispal.

El Pájaro de pico -que no el gallo de pico ralo - pasó por allí de pronto con desvergonzonería saludando con ademanes y sonrisas a transeúntes despistados.

Y Bernardo, el alfarero, yacía muerto en el hostal al umbral de la fogata.
-Ya de él no volveréis a oír más -.


Comenzaba un nuevo día…

Curiosas historias sí.

He de reconocer que todo esto surgió de una pequeña conversación. Divagabamos un primo de gran cabeza -perimetral- y yo sobre la "listura" de las hormigas cuando me vino a la cabeza Padre Prior.
Era ya la segunda vez que me enfrentaba a él. A sus azañas y desdichas.

Había realizado pequeños bocetos y relatos cortos que compartía con mi primo - el perimetral- pero que jamás llegué a publicar de una manera ordenada.
He aquí pues el fruto de aquella conversación. He aquí el trabajo de un hombre sin mayor afán que el de entretener a sus lectores con historias que del absurdo crea un mundo propio de personajes variopintos.
Así pues... Padre Prior...