08 mayo 2007

capítulo 21

CAMISA DE OCHO VARAS



En tierras lejanas andaban por entonces.
Padre Prior y El pela - enfundado en camisa de ocho varas- disponían de dos días para llegar a nuevo lugar.
De éste poco conocían. Constaba de río que atravesar y una pequeña fuente donde poder sus alforjas rellenar.
El Pela canturreaba para sus adentros y Padre Prior disponía de las últimas gotas de miel en su áspero paladar.
Las desavenencias entre ellos apenas cabrían en caja de poco porte. Radicaban en las canciones que El Pela entonaba y en pequeños asuntos de moral.

Pájaro de pico resfriado sollozaba en la copa de un gran árbol. Su canto y sus palabras ahora apenas se podían apreciar.
Su afonía era ya exagerada. Tomó de las frescas hojas de un pinar el néctar que lo pudiera sanar pero éstas, al estar congeladas por el intenso frío, diferían mucho de ser jugosas y dulces como las que la primavera dejaba adivinar. Apenas un tanto reconfortado, dispuso de su bufanda y emprendió vuelo en su acompañar.

Luces y sombras en un viaje un tanto peculiar.
El Pela no preguntaba, Padre Prior tampoco nada contaba.


Sor Monja frecuentaba ya por aquel entonces la peluquería de Pinto Da Costa.
Al otro extremo de un mundo perdido, Sor Monja, disfrutaba de un perdón alcanzado y de una moral recién estrenada.
De moños y rizos forzados y con un nuevo ajuar.

Padre Prior, en un momento de su peregrinar, contuvo la respiración y preguntó desalmado si esa camisa de ocho varas era de uso individual.
El Pela asintió sin despecho y poco preciso contestó.
- Es de buen compañero callar cuando uno pregunta cosas sin fiar.
Padre Prior escuchó con poco agrado la respuesta y se limitó a contestar.
- Camisa de ocho varas;
- Camisa que has de buscar;
- En mares y tierras;
-En todos los lugares no la encontrarás.

El Pela miró de soslayo y calló. Pájaro de Pico miró y buena nota tomó.

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