DE NORTE A SUR, DE ESTE A OESTE
El Perimetral encontró la alegría de un niño en el caos.
El pueblo sollozaba y él se alimentaba de la desgracia ajena.
Relacionaba cuestiones impías con el alma de los presentes. Una locura, una desazón clandestina.
Sor Monja comenzó una penitencia en vano y Maese el Perfumador se afanaba en encontrar aquel olor que espantara esos seres venidos de antiguos mitos y leyendas que se habían hecho realidad en un mundo como este.
Maese el Perfumador aplicó jengibre y un poco de pan a dulces frascos embriagadores y, con ardor, dispuso de alambique que lo restregara.
Haciendo acopio de cuantas bolsas de racimo disponía, comenzó a expandirlo a través del pueblo.
De norte a Sur y Este a Oeste el poblado quedó barnizado por el olor.
Los monos ofuscados, los monos enojados.
El Perimetral parapetado.
Sor Monja cejó en sus vanos rezos y el bibliotecario encendió por fin el antiguo escritorio.
En él podían verse distintas anotaciones latinas y griegas.
Informes de viajes pasados unidos por cuerdas entre sí.
Fue un ir y venir constante. Anotaciones que ampliaba de una manera febril.
Apenas unos segundos bastaban para ver al bibliotecario en un lado o en otro de aquella estancia tan particular. Anotaba en pequeños espacios en blanco y en cualquier resquicio que tuviera preparado par tal fin.
Al cabo de unos minutos de frenética ida y vuelta el bibliotecario desvaneció.
Mientras, en las calles, las gentes dejaban caer los monos al suelo.
El Perimetral huía y Sor Monja a Pinto da Costa acudía.
Una mañana loca, un oscuro aparecer, una huída al pasado.
El mito, la leyenda, se hizo real aquella mañana.
…guardemos respeto por ellos pues…
15. Noche
Hace 14 años
1 comentario:
Me gustaría haber entendido algo de lo que escribes, asi podría comentar... ;o)
Fdo.: la "propietaria" del bombón del peto tirolés
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