30 enero 2008

Catorce

ESE RATOOON


María, estrella reluciente en un mundo apagado por la muerte a los ojos de un hombre que recordaba mujer parecida en su pasado.
Con la sonrisa puesta, con sus mejillas sonrosadas y el pelo rizado, seco ya.
-Parece que ha dejado de llover. Por lo menos el pájaro se ha quitado el impermeable-
Un rayo de sol a través de la montaña adivinaba el azul del cielo.
En el suelo un pequeño ratón asomaba sus orejas en busca de un sonido que lo alejara del peligro. Ante sus ojos, seis piernas humanoides calzadas.
Al lado, migajas de pan recién horneado.
Tímido avance, avance Macuin.
-Qué es Macuin?-
Con su migaja entre las patas, con las patas en alto y la cola por abajo.
-No entiendo nada-
En el tejo, boca abajo, colgado de los pies, una cabeza.
-Baja anda- le dije. Reía cual animal, esas risa chirriante, contagiosa- estoy semidesnudo- me gritó.
Era Carlo, primo.
El viejo lo miró y con la cabeza y una sonrisa dijo no…
Jueves.

Trece

SONRISAS


Dos frágiles golpes en la puerta.
Abrí la puerta y me encontré a María. Estaba preciosa con el pelo mojado sobre su rostro, resplandeciente con sus labios rosados y mojada de pies a cabeza.
Entró y me besó la mejilla. Quizá me sonrojara un poco delante de mi invitado.
-Y quién es esa María?-
-Veo que la paciencia brilla por su ausencia…-
Se sentó haciendo caso omiso del viejo, al que ni siquiera había visto, y sacó pan recién horneado y fruta de una cesta tapada con una manto a cuadros azul y blanco.
-Pensaba haberte invitado al campo pero con este día desayunaremos mejor en casa- Los ojos brillantes, alegres, sonrientes como los de una niña de quince.
-María, quiero que conozcas a un invitado-
-Invitado? Te refieres a ese pájaro de la ventana tan extraño? Qué hace vestido con impermeable a medida y gorro? Y esos pies de pájaro…-
-Bueno, digamos que no me refería a él en estos momentos pero sí, es extraño, lleva unos días entre nosotros también-
-Entonces?-
Al fondo, sentado frente al fogón, una figura encorvada se levantaba con cuidado de no caer.
El viejo, con una sonrisa que destilaba cariño se acercó a María y, con exquisito gusto y educación, alargo su mano para recoger la suya. La besó con el cuidado de una madre a un hijo y miró a unos ojos azules que revelaban paz y alegría.

-Perdone mi desconsideración mas no me había percatado de su presencia-
El viejo respondió con otra sonrisa y una palmada a modo de caricia en su mano.
Miércoles.

Doce

BUENOS DIAS


Pocas veces había sentido algo así por un hombre- hablo de lástima eh-. Sabía poco de él pero su rostro me emocionaba. Y no era esa lágrima infinita de que tanto os he hablado, ni su nariz aguileña ni lo enjuto de su cuerpo. Hablo de su pose, su manera de mirar, de leer, de expresar su dolor. Había en él algo especial; algo que se me escapaba y de lo que él jamás quería hablar. Celoso de su pasado, ternura en un rostro iluminado por el amor y la desgracia. Se que es complicado de entender, de recrear en vuestra mente relaciones tan contradictorias pero si lo hubierais visto con mis ojos estoy seguro de que pensaríais lo mismo.
-Quizá sí pero ahora lo que nos produce es hastío. Un hombre de lo más cansino. Siempre llorando y sin palabras en su boca. Tan sólo un libro-
-Impacientes, todavía no sabéis nada. Me dijisteis que os contara la historia y lo estoy haciendo lo mejor que puedo. Paciencia y escuchad-
Un nuevo día amanecía. El vaho acumulado por el fogón nocturno apenas dejaba ver el exterior. Los cristales de las ventanas sumidos en tinieblas y unas gotas de lluvia los recorrían en carreras interminables.
Tras ellos, se dejaba adivinar una forma oscura en forma de pájaro, ataviado con gorro e impermeable a medida. De ladín parecía mirar.
El viejo, con sus ojos fijos parecía adivinar la gota que se llevaría la carrera, haciendo caso omiso a un pájaro imperturbable al otro lado del ventanal.
Volteé mi cuerpo, como era costumbre en mí, y recogí la mesa de la cena.
-Buenos días- me espetó en un susurro.
-Me entristece la lluvia- contesté.
Sonrió, asintió con su cabeza y acomodó el libro en sus brazos como si en ello residiera el amor.
Miércoles.

28 enero 2008

Once

PIES DE PAJARO



Era un hombre locuaz, tenía respuesta para todo, aunque también es cierto, un tanto equívoca.
-En qué sentido?-
Era esquivo con su pasado y su saber se restringía más bien a lo inmediato.
-Sí que era equívoco sí-
El libro lo sujetaba como quien ama a una mujer desnuda y, en su dormir, lo poseía de la misma manera.
El pájaro no cejaba en el empeño. Pocas veces lo vi de frente. Recuerdo esa mañana como quien recuerda un primer beso. EL sigilo me permitió esconderme tras la ventana donde acomodaba su cuerpo. Entonces, de un brinco volteretil lo vi. Miraba fijamente a través del cristal. Sus ojos más brillantes que de costumbre y sus pies de pájaro, en un ir y venir pata arriba, pata abajo. Parecía sonreír mas, tan sólo es una apreciación pues la voltereta me impidió ver más.
-Parece como que estuviera ansioso-
- Paciencia, os contaré otro día el por qué-
El libro agarrado en sus brazos como quien abraza a una mujer amada sí. Ni una palabra más. Dormía y, de sus ojos, una lágrima infinita.
-Para variar.-
-Tan sólo cuento lo que viví, no más. Y es así como pasó sus primeros días. Si queréis saber más, tendréis que esperar-.
-Es que la impaciencia es pecado?-
-Aquél hombre… hubiera sabido responderos mejor que yo…-

Diez

SIN IMPERTINENCIAS!



Por aquel entonces guardaba en mi biblioteca libros de aprendizaje en las artes.
-Qué artes?-
-Todas. Escuchad anda-
Me encontré al viejo con uno de ellos en sus manos. Quise averiguar cual era acercándome con sigilo por su espalda. En ese momento y, sin darse siquiera la vuelta, me dijo:
-Olvida la impertinencia del sigilo, con una pregunta bastaba-
Me quedé a cuadros- es un decir claro-.
-Así que fueron sus primeros palabros enlazados-
-Así es-
-Y el pájaro? Aún permanecía en la ventana?-
Lo del pájaro no es casual. Me explicaré. El pájaro era un enviado de la muerte- o así lo interprete yo por las palabras de mi invitado-.
-De ahí su color negro y su mirar de ladín?-
-Eso ya no lo se. Interpretaciones sosegadas nos llevarían a ello. Ese mirar constante pero despistado nos daría a entender que estaba a la espera de algo pero que no tenía prisa. El color negro por otra parte siempre se ha identificado a la muerte si bien es cierto que también es considerado el color de la elegancia-.
-Entonces, consideraste como nosotros esa opción?-
-Sigamos con el libro por favor-
Martes.

Nueve

DE PECES


Un fin de semana sin palabras dio paso a un lunes de suspiro y silencio. Sin palabras los dos.
Mis ojos de besugo compartían horror con una lágrima infinita.
Permanecía sentado junto al fogón. Con el pelo cano, su nariz aguileña a resguardo y un charco de lágrimas abajo.
Yo, mientras, intentaba encontrar un ritmo, un compás adecuado en una respiración imposible.
El corazón palpitaba en un tres por cuatro y los sudores eran el aliño perfecto en un ambiente de lapidaria sordidez.
Lunes de temblores, sudores y palpitaciones. La noche, el día, la mañana y qué tarde. Sin más palabras.
-Amigo, hoy estoy destrozado-
-Conocí a alguien así- repitió en un susurro triste y apagado.
Mi sonrisa esta vez apareció tan sólo en mi imaginación.
Mis ojos eran de besugo
Su rostro, aguileño, pecero.
Lunes.
-Espera, espera y, el pájaro?-
-Perdonad, no es momento-.

25 enero 2008

Ocho

PALABROS


Ahí estaba, cabeceando no más. Con la tristeza adherida al rostro, con la lágrima penitente, permanente.
Decidí hablar aunque obtuviera la callada por respuesta.

-¿Sabes? Es viernes. Tengo un primo que me escribe relatos los viernes. Hoy ya me ha llegado.
Me he reído la verdad. Es un primo extraño. Lo mismo te dice que anda semidesnudo por la ciudad o por el tejo. Tiene sus cosas.
En sus mundos no existe la racionalidad como tal.
Son conversaciones vanas pero que alimentan nuestra mente. La distraen y nos hacen reír.
En fin, hay veces que tener alrededor de ti personas que andan por el tejo, o que te saludan semidesnudos por la calle…
También tengo una amiga. Es encantadora. Pinta la vida de colores cuando todo lo que ven sus ojos es gris. Deberías conocerla.
Es aliento en el desaliento, felicidad en la infelicidad, amor en el desamor.
Un susurro…
-Conocí a alguien así…-

Ni una palabra más. En mi rostro, una sonrisa,silencio.
Viernes.

24 enero 2008

Siete

CONSTANTEMENTE


En un bar, con ventanales a un maravilloso mar, el atardecer.
Multitudes galopando por una playa de fina arena.
Otra extraña y variopinta multitud acecha el ventanal ávida de icores varios.
Unas palabras extrañas, preguntas varias y una respuesta.
-Tranquilos, sirven constantemente-
Y así fue y doy fe de ello.
Las gentes galopaban por la fina arena del lugar mientras las olas rompían en el Paseo.

El sol se escondía
Otros bebían.

Hablaban lenguajes extraños, gentes particulares y risas sin cesar.
La realeza con medias de seda rotas
Y unos ojos azulados repetían sin cesar- sirven constantemente-.
Una morena del norte, sonrisa sin igual.
Unos ojos, catorce, mirando.
Tan sólo dos
Es otro contar.

En el paseo rompían las olas
Frente al ventanal…
Constantemente.

Seis

VOLTERETAS


-Y qué es del pájaro?- preguntaban los haya presentes.
-A ello voy, no os preocupéis, lo anterior era un inciso de esos que hay en los libros-
El pájaro en cuestión seguía ahí, sin más que hacer que mirar de ladín.
Ni las volteretas, a las cuales ya se había acostumbrado, relajaban el rostro impertérrito de este extraño personaje.
Su autoestima crecía por momentos y se reflejaba en ricos mantos que adornaban su cuerpo. Un gorro y unos calcetines bordados en sus pies de pájaro.
-Y cómo llegaron ahí si no se movía?-
-Misterio. Aparecían, sin más-
-Y el extraño hombre?-
Reposaba, frente al fogón. Sin una palabra, no más que una lágrima infinita en sus ojos.
-Qué coñazo de hombre! Se va a pegar así toda la vida?-
Paciencia, paciencia…
Jueves. Mediodía.

Cinco

EL DIVAN MOVIL

Un hombre a su lado, de blanco y mascarilla. Alrededor, piezas quirúrgicas y pulcritud resplandeciente.
Tumbado, un hombre.-pequeño, pero hombre-. Pálido, con sudor en la frente, las manos e incluso los huevos.
-Tranquilo- oía que le decían.
-No te jode- pensaba el otro acojonado sobre esa especie de diván móvil.
-Ahora notarás un pinchazo, pero no es nada- y efectivamente, no era nada pero el sudor y la tensión se incrementaban sobremanera .Ahora sudaba el culo entero.
-Respira- le dijo. Y respiró. Así que estaba mareándose! Se le había olvidado respirar.
La tensión se marcaba en el rostro del pobre hombre - pequeño sí, pero hombre-. Un cerrar los ojos repentino un- ¿te duele?- y una negación.
Las manos agarraban con fuerza las piernas, el pantalón o lo que fuera.
-Respira- escuchó de nuevo. Efectivamente, una vez más, se había olvidado de hacerlo.
Un artilugio extraño en sus manos- sin pensar mal eh?- y unos movimientos suaves y precisos.
-Ya está- dijo.
-No jodas!- respondió tumbado en el diván móvil…
-Ahora relájate un buen rato ahí tumbado no te me vayas a desmayar-
A los diez minutos se incorporó del diván aún mareado con el cuerpo sudado y con el rostro de la muerte en su rostro.
-Esto ya se ha acabado-
Jueves.

22 enero 2008

Cuatro

SIN PRISAS Y EL ALFEIZAR


En la ventana, sobre el alfeizar, un curioso pájaro llamó mi atención. Miraba de ladín.
Y de lado a lado recorrí volteando mi cuerpo en un ir y venir.
Tras el ejercicio, pintoresco, remangué mis mangas y mojé mi rostro en la pila. Sin un espejo donde mirarme, atusé mi pelo aleonado con el cristal de una ventana en claroscuro. El pájaro seguía ahí, mirando, de ladín.
No era de dimensiones desproporcionadas, es más, apenas un palmo soportaba pero la verdad es que aquella mirada me inquietaba.
Abrí la ventana y lo espanté con mi mirada. Fija, constante, muy constante.
El pájaro voló a los cielos por un minuto pero cuando hube cerrado la ventana de nuevo, volvió a mi lado.-Pájaro extraño y constante pensé-.
Negro, raro.
Y las damas rondaban con sonrisas y yo las complacía sin prisas…

Tres

NI UNA PALABRA



Recuerdo que cuando lo conocí apenas era un alma perdida. Lo encontré en medio de una pradera dando vueltas sobre sí mismo. Miraba a su alrededor y corría en un sin sentido alejándose del norte.
Su primera mirada fue de terror. Me miraba a los ojos con un rostro pálido, sin tensión, cuasi muerto. Era un hombre aterrorizado.
Cuando acarició mi cara noté la frialdad de las manos de un difunto sobre mí. Le cogí las manos con cuidado y las retiré hacia abajo a la vez que le decía en silencio que no tuviera miedo, que de cuanto hubiera pasado ya estaba liberado. Me miró y cayó arrodillado a mis pies.
Ni una sola palabra salió de su boca, tan sólo lágrimas de dolor a primera vista.
Lo recogí del suelo y lo puse encima del carro. Aquel hombre parecía tan asustado y quebrado que no me importó quedarme por unos días a su cuidado.

-Tranquilo buen hombre, está usted a salvo.-

Ni una palabra.
Acurrucado, como un niño asustado.
No sabría decir el tiempo que tardamos en llegar pero no sería más de un rato- a criterio -.
Tumbado frente a un fogón, apenas alimentado, con una eterna lágrima en sus ojos pero sin llanto.
Ni una palabra.
Martes.

21 enero 2008

Dos

UNA FLOR


Tras los pasos- unos cuantos- una flor; Engalanada, superflua, sin ojos con los que mirar y de hermosura sin límites.
Solitaria, perdida en una tierra anegada de muerte y ceniza.
Único testigo, vida y milagro de un mundo nuevo.
Altanera y algo superficial.
Arrodillado frente a ella, acariciando sus pétalos llenos de vida.
Presente de un futuro hasta que una lágrima infinita cayó sobre ella.
Marchita por el agua de la muerte, anegada de horror y angustia. Testigo final de un mundo muerto.

Sus manos vacías -si no por arrugas infinitas-, profundas, como yagas de dolor.
Sus ojos grises y apagados si no fuera por una lágrima perpetua.
Y su alma, oscura, escondida o acaso desvanecida.
Lloraba su cuerpo, lo demás no estaba.
El primer día, nada más. Tristeza, llanto.
Lunes.

18 enero 2008

Uno


SOLITARIO

Cubierto por un manto de agua cristalizada. Agonizando por la rivera de un río de caudal ensangrentado.
Con las cenizas de los muertos recorriendo los ojos de un hombre. Entumecido, encorvado y casi sin aliento. Una lágrima se negaba a secar en su rostro.
Sin mirar atrás, sin una sola flor que depositar. En una tierra cubierta de color negro.

Paseando por la rivera de la muerte,
Un hombre sin suerte.

Una tez sin más alma marchita y un color gris de ojos muertos.
La esperanza de una nueva vida enviada al diablo sin despedida, sin adiós permitido.
Tristeza sin alma, alma sin vida, vida de nada.

Primer día. Duelo, dolor, muerte y pena.

-Curioso comienzo-

16 enero 2008

Fin de una era.


UN FUTURO NUEVO NOS DEPARA


Quizá surjan padres, madres y niños nuevos.
Quizá haya perros y lagunas sin horizonte.
Quizá un espanta pájaros cobre vida o un muñeco de nieve tenga prisa.
En la vida, en la literatura y, a ojos del que escribe, todo es posible.
Un día acabó para comenzar otro y así, el siguiente.
No hay una explicación del por qué.
Sin más, las cosas se acaban y se sumergen, quizá, en el olvido.
No hay más solución que la muerte pues el pasado arrastra y corrompe.
Es hora de mirar hacia delante y dejar en paz todo por lo que luchaste y diste vida.
Y así como empecé el cuento lo acabo.
Él avanzaba y avanzaba, en aquel siglo era así.
Nos vemos pronto...

Capítulo 203

FIN


La noche oscura se tiñó blanca. Una luz emergió de un cielo encapotado, un resplandor zigzagueante despertó a un pueblo en sueño.
Excepciones varias pues fornicando estaban- suerte-.
De la luz un rayo y del rayo fuego.
Muerte total.
Iran jamás pintaría cuadros sorpresa, Sor Monja a nadie tendría que esperar y, su hermana Elisa dejaría de fornicar.
Guadalupe con sus pechos marchitos y un maricomio con dos nichos.
Es el fin de una era que su tiempo duró, que creó sonrisas y lágrimas mas, también es cierto que de todo ello uno quedó.
Padre prior, quién si no!.
Adiós a un mundo, una vida y unos personajes queridos por quien lo cuenta y les ha dado vida.
Quizá en un nuevo mundo, al otro lado de la luz, nos aparezcan como fantasmas de la noche.
Quizá…
Adiós y hasta pronto.

Capítulo 202

¿PERO DONDE?


-Está muerto ya?-
Eso parece, no se mueve-
-Deberíamos llamar al médico para confirmar-
-Pues no es por rimar pero es que el médico no está-
-No rima-
-También es verdad-
-Y sabe dios donde está el médico?-
-Hay quien dice que muerto-
-Pues tendríamos que poner la oreja sobre el pecho-
-Y para qué quieres arrancarle la oreja?-
-La suya no hombre, la nuestra-
-Arrancarnos la oreja? Yo no pienso-
-Desde luego que no piensas-

Maese, tumbado en el diván, inerte y rígido pues todavía faltaba su muerte certificar.
Y en ello que llegó Padre Prior con su nuevo bastón. Y a los presentes una canción de amor les cantó.
Locuelo, despistado y con antifaz por el horror, dio unos pasos de baile para dejar al muerto y pasar al recibidor.
Y todos cantaron de alegría delante del muerto pues
el bastón contenía la cabeza de un galimatías.

-Esta muerto. Que lo entierren-
Y todos festejaron el buen tino de Padre Prior.
Y todos al camposanto corrieron sin estupor.

-¿Pero sabe alguien donde está el médico?-

Capítulo 201

VUELVE ELENA LA BELLA Y MUERTE


Le gustaba encontrarse por detrás con los demás, así era El Perimetral.

Perdida por un tiempo en los montes, buscando quizá una respuesta digna como colofón.
Elena, ataviada con ropajes nuevos de majestuosidad sin igual, volvía con el saber de quien busca una razón.
Lo conoció a escondidas sobre un árbol. Escondido de la respuesta de unos hombres que, acojonados por el horror, jamás osarían preguntar y menos matar.
Con la lujuria piadosa y su saber estar, pudo por fin encontrarlo encima, junto a un solar.
Una mueca de miedo, un gorro su cabeza disimular y un -ahora no puedo estate quieta cruza por aquí si quieres a ti no te he de matar-
Y le contó cómo a esos monos no controlaba sino el azar. Que si de él dependiera no lo harían más que acompañar; pero que la desdicha le acompañaba desde la pubertad y que de un conjuro debía de escapar.
Mas el tiempo pasaba y sin más que contar, Elena lo hizo decapitar.
Y no es que muriera en vano el Perimetral pues, de su cabeza hizo algo singular.
Y un puño dentado pinchado en un palo y un bastón con el que Padre Prior pudiera caminar.
Mueca de dolor en un rostro decapitado, quizá Iran lo pueda pintar.
Y así sería bastón curioso para un ocioso.
E Iran lo pintaría una vez por semana.
Que si de algo puedes hacer algo único se hace. Pues es legítimo y
Complace.

Y locuelo y Gallo de Pico Ralo dormían
Y Elena, divina, volvía.

Capítulo 200

DESARRAIGO



-Te contaré la verdad. Maese el bibliotecario era un hombre de poca gracia.
Su familia, que era extraña por doquier, lo había abandonado de joven en montañas fronterizas. Así pues, era políglota, lo cual no le creó más que problemas pues, sin lengua madre, poca fijación.
Se sentía hombre ciudadano del mundo, cosa que bien sabes que no entiendo ni presumo.
Con los años comenzó su infancia, procuradora e infame, pero eso no es cuestión y, a la edad de 20 se casó con la hija de un cirquero que rondaba su lugar.
Era mujer fea y torpe pero de buen paladar.
-gorda-
-Eso es, veo que captas. Continúo. Cuando llegó su primer hijo, el oficial, todos quedaron absortos por su belleza. Era un niño de buen carrillo y ojos simpáticos.
Lo cuidaron bien hasta que su madre, la gorda, murió en extrañas circunstancias. Maese entonces quedó a su recaudo y orientación y bien que lo procuró hacer de buen modo pero el hijo, a los 9, descarrió.
-maldito tren -
Llegaron a la aldea dejando atrás un mundo de farándula que perjudicara su educación. Asimilaron una lengua y le procuraron dedicación.
El resto ya lo sabes, el hijo murió por exceso de fornicación y ahora él, por pura desesperación.
-Curiosa vida de desarraigo-

Capítulo 199

VISITA DE MUERTE


Si Maese el bibliotecario era carne muerta o no, se sabría en poco tiempo.
El pueblo, inquieto por su pronta muerte, llamaba a su puerta de a dos intentando mitigar la pena con bailes de salón y conversaciones vanas sobre el aquí y el allá.
Locuelo, enlazado en rosa, acudió con Sor Monja en lo que pudiera ser un último adiós. Encontró al bibliotecario acurrucado en un diván, temeroso por su devenir, reacio al consuelo:

-Maese, qué prefiere,¿tener a ese pájaro mirándole de ladín el resto de su vida?. Es hora ya, ha dado todo cuanto tenía y, si su hijo por maldad no cayó en el infierno, es hora ya de que se reúna con él-
-Y todas estas anotaciones de una vida, estos secretos y mentiras, estos versos de amor… ¿qué recaudo tendrán?-
-Fíelo a Dios o al pueblo. De ello, usted responde, mas muera de una vez pues no hay remedio.-
-Pero qué manía con que muera!-
-Es hora ya-
-Pero eso quién lo dice? Un maldito pájaro que apenas mueve unos ojos oscuros o un desgraciado escritor que ansía mi muerte?-
-Quizá los dos más del escritor que fuera no hablaré, no vaya tras mi muerte también. Y no crea que por tapar con cortinaje al pájaro en cuestión se librará pues es listo el muy cabrón y moverá su ubicación-
-Correré las cortinas sin más luz que un fogón-
-Pero necesitará de madera con la que encenderlo y nadie del pueblo vendrá con ella.-
-Yo mismo haré la labor-
-A la que salga afuera el pájaro le acompañará, le perturbará y usted, morirá-

Locuelo asentía con la cabeza las palabras proferidas por Sor Monja y miraba a Maese con sonrisa feliz- demoníaco-.

-Muera Maese, es hora ya-
-Madito escritor-

15 enero 2008

Capítulo 198

ADIOS


Intentando olvidar un pasado que lo perseguía como las pesadillas recorren el universo del soñador.
Juanquenovi sentado junto al pozo de los deseos.
Un pozo, a las afueras de la aldea, profundo y de agua sin maquillar.
Un repaso en silencio de su pasado; del amor, del pesar y del amar.
Hizo de todo ello una bola imaginaria y lo tiró junto a una moneda que representaba su deseo, el olvido.
Necesitaba resucitar y, todo cuanto había hecho hasta entonces, no había dado resultado alguno.
Desconfiado por cuanto contaban, accedió como quien acude a un brujo como solución final a una muerte segura.
No había Fe en su mirar, quizá, esperanza.

Locuelo lo acompañó como testigo. Lo miraba con ojitos brillantes golpeando con su pequeña pata en la mano de Juanquenovi animándolo a que lo hiciera.
Una vez la moneda cayó, sonrió.
Un adiós, un hola.
Marcharon los dos con una esperanza nueva, con la tristeza en su mirar.
Una sonrisa final... sabes la verdad.
Princesas, las hay.

Capítulo 197

TRISTE VISITA


No serían las cuatro de la tarde cuando Padre Prior visitó el maricomio.
Recibido como quien lo merece, paseó por la estancia como Cervantes describía Venecia.
Fue más allá y pensaba en el viejo loco del mundo caballeresco entre las anegadas calles de una ciudad con más puentes que la boca de Tiburón.
Dos personas, dos humanos a los que cuidar, Pablo de Cafur y un maricón.
Los vio a los dos a través de un pequeño ventanal. Ahí, en la soledad de un refugio de color blanco, sentados, aislados de la vida, del exterior, como si de perros se tratara, dos hombres sin más maldad que la desgracia de un pasado.
Preguntó por el encargado del lugar, el director o como se hiciera llamar.
Las explicaciones fueron vanas:
-Están aquí como las leyes se escriben, por el uso y la costumbre-
Pablo de Cafur lo miró y sonrió como un perro en la perrera a la espera de ser el elegido.
El maricón lo saludó con ademanes imposibles pero con una sonrisa vacilante y graciosa. Su pecado? La iglesia.
Con los ojos manchados de agua y el corazón henchido en tristeza partió del aquel maldito lugar…

12 enero 2008

capítulo 196


SABADO

Un sábado vacío, oscuro y sin más quehacer que trabajar en silencio.
Enfermedad, soledad y dolor.
Sólo, sentado en la eterna silla del retiro, cohibido acaso por el viento de las calles y la fina lluvia, antes copos de nieve, perdido en un sino.
Juanquenovi, marchito por sus treinta y seis, con el pelo recién lavado y sus aires intelectualoides.
Americana de espiga y una bufanda negra; pantalones de pana beige y chaqueta negra. Si por lo menos tuviera unas gafas que poner…

Una comida prometida
Perdida y
Tantas veces aludida.

Kakanización como solución a una semana horrible, dolor
Sin llanto.
Sin comida prometida

Y buscará refugio en los allendes -palabro casual- y
Responderá a la llamada del infierno
Caliente, sosegado, ajado.

Y el pájaro acuasimodado?. Mirando, de ladín.
Ríe cabrón , ríe.

11 enero 2008

capítulo 195

EL PÁJARO


En el alfeizar de un ventanuco, mirando de ladín, imperturbable, un misterioso pájaro de verdes alas y tamaño indescifrable.
Miraba el desgraciado rostro de Maese el bibliotecario como quien espera su temprana muerte pero, con disimulo.
Un pequeño gorro de copa adornaba la testuz como el que dirige un cuerpo al entierro.
Los ojos pequeños y apagados, zahínos, cual carroza. Un piar a media voz y una mirada de perfil.

-¿Sabe Padre Prior? Hace días que no veo al médico-
-Un hombre entregado a la ciencia. Eso sí, su voz de pollo es insoportable.-
-Por ello le digo. Quizá se haya emancipado-
-Hora es ya, si es así-
-Locuelo?-
Tumbado, junto al fogón-
-Qué extraño-
-Siempre está ahí-
-Me refería a ese pájaro de la ventana. Negro y acuasimodado-
-Sí, lleva dos días frecuentándome. Parece aislado, pero es de vuelo firme y veloz.-
-Plumaje sincero, ataviado y de pezuñas limpias-
-Pero su mirada me perturba, es curiosa su manera de mirar, como de reojo, de ladín-
-Quizá debido a un derrame-
-Eso pensé, pero no. Si se fija bien, se mueve con destreza. Tan solo es su mirada, de ladín-
-De ladín sí, pero con derrame-
-Ummmmm déjeme dudarlo-
-Buen café. Sabrosóooooooooon!-
Un baile de las antillas, un glúteo en movimiento y una sonrisa en la boca- sabrosóooooooon!- gritó de nuevo.
Sor Monja reía y miraba al extraño pájaro que, imperturbable, permanecía en la ventana con su mirada ladeada.
-Nos mira de ladín-
-que sí coño, de ladín-

Capítulo 194

ESAS CHARLAS SECRETAS


En un lugar sin detalles de él ni los conferenciantes conocer:

-Tal vez sea mejor que se quede en casa- repetía con esa voz de pollo sin cesar.
-¿Con voz de pollo?. ¡Eso es nuevo!-
-Sí, es como cui, cui, cui-
-Malditos médicos! Hablan igual que escriben.-
-Entonces intervine poniendo los puntos sobre las ies-
-Y qué te respondió?-
-Cui, cui, cui-
-Tremendo. Como para matarlo…-
-Y así lo hice. Cogí la estaca del abuelo y zas! Muerto.-
-Hombre, igual te pasaste un poco-
-No me dejó otra opción. Además, estaba poniéndome dolor de cabeza con esa voz-
-Malditos médicos -
-El que entra no sale…-

08 enero 2008

Capítulo 193

EL RUBOR



-Y dígame, cómo encontró al Pela?-
-La verdad es que fue casual-
-No, le preguntaba por cómo le encontró. En qué estado-
-Pues muerto señora, muy muerto-
-Ha de saber que conozco su estado de mortandad mas le preguntaba por su estado físico-
-Estaba muy delgado, en los huesos. Con la mirada perdida y los ojos vacíos-
-Los cuervos-
-El tiempo diría. Allí es donde encontré un legajo con un escrito y una rosa ya marchita. Adecenté cuanto pude su postura y una rosa nueva posé en tan característica tumba-
-Lo merecía el muchacho. Sabía usted que era cofrade a los tres?-
-Creo recordar que me lo hizo saber hombre particular. Padre Prior de nombre-
-Y bien que lo conozco. Vive aquí entre nosotros. Hombre de cultura y pasado oscuro. Pero… gran hombre-
-Y ese pájaro abufandado, ¿lo acompaña siempre?-
-No siempre va abufandado señor, pero sí, frecuenta los mismos cielos por donde pise Padre Prior-
-Parece noble pues, como su belleza-

El rubor, el maldito rubor en unas mejillas sonrosadas.

-He visto el cementerio al llegar. Bonito mausoleo, aunque descuidado por un tiempo-
-Hubo muertes, desgracias tiempos atrás que hasta al enterrador y su madre se llevaron-
-Entiendo entonces que no es por descuido sino por falta de muerte y cuidado-
-Dice bien y, aunque enterrador tenemos, la muerte nos ha abandonado. Dicen que el bibliotecario anda cerca de ella. ¡Dios les oiga! Es un pueblo tan triste sin la emoción de un entierro…-
-Muerte, muerte, muerte-
-Y un entierro-
Rieron los dos…

Capítulo 192

CUAL PAVO POR MONCLOA


La mañana amaneció triste. El sol, que hasta entonces había brillado con la fuerza de una estrella en movimiento, parecía resguardarse tras las nubes como el niño esconde su cuerpo bajo las sábanas por no ir al colegio.
Un día oscuro que parecía no tener amanecer, que hinchaba de pereza los cuerpos de unas gentes ya de por sí perezosas.
Iran que, con esfuerzo y ahínco había vuelto por sus fueros y que de no ser por ella muchas de las cosas que ocurren no tendrían sentido, desperezaba su cuerpo pintando su cabello color plata pollo.
Pájaro de Pico, permanecía sentado en un diván de nueva construcción a la espera de un momento mejor y Gallo de Pico Ralo… ese, ese… ni un movimiento, ni un graznido ni nada. Dormía solapado por su cresta dorada recién pintada.

Un paseante entre los demás destacaba por su misterio. Recién llegado del bosque cercano y con pluma en la mano.
- Y he de decir que aquí me encuentro por un hombre, El Pela, muerto-
Sor Monja lo escuchó con nitidez. Frecuentaba por doquier su mano bajo las sábanas cuando esa voz le despertó del sueño.
-Espero que tenga una buena escusa para interrumpir mi modo ( mexicanismo).
-Y es cierto que lo tengo pues conocí al muerto sin vida y al hombre que lo crucificó en muerte. Su nombre, Padre Prior-
-Haga el favor de pasar a mi morada pues tan solo mi mano he da lavar y tras ello le daré de desayunar-
-Así se lo acepto de corazón mujer hermosa que los años que tenga, si no son veinte, quizá treinta.-

El rubor asomó por la tez de Sor Monja como quien se exhibe cual pavo por Moncloa.
Iran, de blanco pollo, sonrió y cantó.

Capítulo 191

EL PASEANTE EFICAZ


El paseante de nombre raro y apellido confuso tendría cumplidos los 50.
Era de porte normal, con sus dos piernas y unos ojos saltones que bien pudieran asustar.
De modales exquisitos y buen hablar, dulcificaba sus palabros si con dama hubiera de dialogar.
Versos inocentes en principio, que no a su pesar, cambiaba el ritmo raudo para así impresionar.
Y no era por eso extraño que de los modales exquisitos salieran formas divinas pues, del arte del zalamero, era el rey del lugar.
Y si la dama era bella o vulgar, palabras siempre dotadas de hermosura de su boca susurrar.
“galimatías”, “ternura”, “encimas” y “golondrinos” es un comenzar.
Y así los ojos de las damas iluminaba y no es poco, pues la sonrisa era divina y más aún en su despertar.
Pájaro de mucho cuidado que sin volar, fornicaba a las damas de aquel lugar.
Con sus dotes zalameriles y su desparpajo al hablar, su alcoba nunca vacía… dos y tres, por probar.

Capítulo 190


EL REGRESO


Aislado de un mundo al que pertenecía con la misma ansiedad que el partícipe de ella. Una frase con sentido oculto y tan sólo comprobable por quien esté al tanto y al corriente de ello.
Poderoso rival es el dolor.
Sucumbes a él como al placer, al riesgo- no en mi caso- o a la mediocridad.

Una semana
Puta semana.

Sentado, sin más trabajo que escribir. Dolor y muerte.
¿Acaso un mar te alegrará la vida? Pregunta que inquieta, pregunta traviesa.
Pero sigamos.

El cielo azul, sin más color que ese, celeste.
Pájaro de Pico sentado sobre una nube en formación y
Padre Prior de nuevo en fornicación.-rima perfecta-.

Y si esto es tan sólo la introducción
Bueno será saber la continuación.

Es por ello que os convido a seguir aquí conmigo pues
He vuelto para estar contigo.

Y el mar?
mmmmmmmmmmm…

NOTA INFORMATIVA

A todos aquellos que leen este blog imploro paciencia pues mi molar se ha ido de juicio y el dolor es máximo.
Así pues, agradezco a mis visitantes anónimos de Valencia y Barcelona su seguimiento y procuraré estar en condiciones próximamente.
A los demás, a los que conozco, lo mismo les digo. Un día acabará el juicio y todo saldrá. Espero que pronto.
Mientras tanto… sufro en silencio.

Kakan

04 enero 2008

Anecdotario

Y cuando un día te preguntan por la calle...
" ¿Qué tal Padre Prior? "
Y uno se emociona...

Capítulo 189

EL FAMOSO LAPÓN


El dolor era como el crepúsculo de los dioses, sin fecha.
Evolucionaba con la rapidez de un dibujo animado y colocaba el listón alto dentro del mundo del dolor.
Una patada en los huevos, un parto natural, el famoso lapón que te muerda los huevos o una cucaracha atravesando el oído. La realidad y gran diferencia entre este dolor y los otros es que del que trato lo ha pasado mucha gente. Molar.
Una pequeña hinchazón, un oído molesto y una sonrisa perdida.
El trabajo como Fe en el disipar-baldío-. La casa no es menester, ni sana ni permite descanso.
Un correo sin cartero anima más que una estancia solitaria tumbado a la bartola-pero con dolor-
Y la pregunta es, y si llegara Bartola en vez del correo?
Productos mil, este para esto y esto para lo otro.
Ni lo uno ni lo otro.
Dolor y más dolor.
Y la sonrisa?. Perdida.

En el alfeizar, Pájaro de Pico mostraba su pesar por dolor sin igual…

Juanquenovi en espera de correo sin cartero
Con careto
Ya más no puedo.

02 enero 2008

Capítulo 188

ENCUENTRO INESPERADO E INCLUSO CURIOSO


-Qué hace un paseante como usted en lugares escondidos como este?-
-Bien sabe usted, querido viajero, que nosotros nos movemos por los caminos del Señor como lo hacían los antiguos, despacio.-
-Y se que es cierto lo que dice pero esa no es cuestión ahora sino el hacer-
-Sin querer ser descortés…y a usted qué le importa lo que pueda hacer yo por aquí?-
-Es cuestión del curioso sin más, no se apure. Y menos… acobarde-
-La cobardía no es partícipe y menos de usted, Rufián.-
-Sabía de antemano mi nombre?-
-A decir verdad no-
-Acaso es usted adivinador? O simple casualidad.-
-Digamos lo segundo pues lo primero… ni de lo segundo-
-No entiendo-
-Porque no atiende ni a sus propias palabras-.
-Dejemos las monsergas para los ruiseñores pues de aquí no moveré un dedo si no me dice el propósito-
-Mi propósito no es otro que el caminar en paz. He de decir que encontré un viajero en posición de muerte y cruz a dos leguas-
-Le produjo pena?-
-No, misericordia. Era un hombre amado-
-Y por qué lo sabe usted?-
-Por un legajo que lo acompañaba y que ahora son dos-
-Así que lo encontró y lo honró-
-Es cierto caballero sin nombre-
-Puede llamarme Padre Prior-
-Y lo de Rufián?-
-Una simple broma-
-Entiendo. Y ese pájaro de los cielos?-
-Pájaro de Pico es su nombre-
-Va abufandado-
-Es el frío amigo desconocido-

Capítulo 187

PASODOBLES DE AMOR ONÍRICO


La oscuridad de una celda visitada por no más que unas despistadas cucarachas y los malditos carceleros.
Unos brazos antes fornidos y hoy no más que pellejo y una barba plagada de piojos.
Los ojos, habituados a la luz de un lejano candil y el corazón roto alimentado nada más que por un amor de hace veinte.
Al otro extremo del mundo, una amada sin más excusa que una promesa. -Necesito salir de aquí – repetía cada día de cada año para sí.- y ya eran veinte-.

Sor Monja aliviaba su vida con la mano mientras esperaba el momento de un encuentro que quizá ya no le diera el sexo perdido pero sí la gracia de la espera.
Noche tras noche se arrodillaba en su alcoba en una plegaria por su amado y los días de pasión, bajo las sábanas, llevaba a cabo un encuentro imaginario con su amado de hace veinte, de nombre incierto y secreto.

Elisa, condenada de por vida al infierno de los mortales, fornicaba nada más que por placer y el aburrimiento con cualquiera que osase mirarla de reojo.
Locuelo, el pobre, abandonado al calor de un fogón, bailaba los silbidos de Iran en soledad. Silbidos lejanos pero que, a oídos de un perro, eran orquesta. Imaginaba y ponía letra a esas tonadillas y así, imaginaba su vida junto a un perrita de medio pelo pero que lo amara y le diera cachorros a los que proteger, alimentar y enseñar. Con ella, bailaría un pasodoble mientras Iran los pintaría en un lienzo lleno de luz, color y amor.

En la celda, las cucarachas se amontonaban en los rincones esperando un alimento podrido…

Capítulo 186

EL PLIEGO


El paseante, de nombre desconocido, comía a la vez que canturreaba una espantosa canción de un personaje que bien pudiera habido caer en Abu Graib cuando se topó de frente con un extraño hombre sin más piel que el hueso, sin más hueso que la ausencia de ésta.
En posición impropia de cualquier humano que lo fuera, con los brazos abiertos y descolgado hacia abajo. Los ojos profundos y ciegos como el océano y con menos vida que un gusano atravesado por un anzuelo.
A sus pies tan sólo una rosa marchita por el tiempo y un legajo en el que se podía leer todavía:

-Aquí yace un hombre, muerto por causas y cofrade. Honro su vida con este legajo y una rosa que lo acompañe en otra vida. A aquel paseante que lo viera un rezo le imploro por decencia y buena costumbre pues era hombre de nombre Pela y profesión cofrade. Sin más que un recuerdo y una lágrima por ti amigo mío-.

El legajo impresionó a nuestro paseante en cuestión pues, no fue un rezo sino tres aves Marías y dos rosarios los que rogó.
Mojó su dedo en saliva y la extrema unción en una frente cadáver.
Así partió en plegaria y paz por un muerto en extraño lugar no sin antes una rosa nueva depositar.
Una pluma y un pergamino clavado en el tronco de un hermoso árbol indicarían al paseante su presencia y rogaría por él en los cielos.
Otro pliego en la concavidad del ojo daría fe de su presencia y su ruego. Un adiós y hasta pronto.

Capítulo 185

LA PREDICCION


Los aplausos acompañaron la marcha de un poeta olvidado por el resto de año.
La multitud dialogaba sobre lo expuesto y marchaba con premura a sus casas haciendo volar espejos por doquier.
Fueran sus ojos saltones o no, los lanzaban por respeto del que canta lo expuesto.
Añicos en un suelo iluminado por el precipitar de la lluvia que reflejaban monstruos en los rostros de quienes se miraran en ellos.
Un miedo pasajero, una sonrisa y un suspiro.
En el últimos adiós, una reverencia.

Padre prior escuchó la perorata desde la alcoba donde las manos de Guadalupe agarraban sin sonrojo un miembro que parecía no desfallecer.
Con su espejo en frente sin añicos hacer y los ojos cerrados por placer.
En la lejanía de un lugar recóndito, crucificado bajo la espesura, El Pela, sin haber probado de las mieles de una mujer, yacía muerto por siempre sin más recuerdo que una rosa y su ilusión.
Sor Monja predijo entonces:
-Mañana quizá no llueva-
Y Maese el bibliotecario aguardaba su muerte con el desparpajo de quien canta las desventuras del contrario y le miraba a los ojos con la valentía del desdichado. Y anotaba sin descanso en papeles amontonados y recordaba a su hijo muerto por frecuentar alcobas ajenas y lloraba en recuerdo.
Y Sor Monja predijo:
-Quizá mañana no llueva-

Capítulo 184

SEGUNDO DEL POETA


En la niebla, tras la tormenta de fuego de una noche para el recuerdo, un nuevo año, un nuevo día y el viejo poeta.

Miércoles acoge con respeto y humildad
Que ni el rostro de un sapo
Ni sus ojos saltarines despisten
Pues no es óbice para tu buen despertar y querer que
De todo ello has hecho honra y buen hacer.

Miércoles acoge en tu seno
Pues trabajo por poco dinero y
Si de mis ojos no vivo
Tampoco muero.

Miércoles de nuevo cuño
Si el mirar te asusta
Un salto y un brinco
Y pasará la angustia que
Si algo se
es que es pasajero
Como el miedo y
Transitorio como …

Y allí marchó hasta un nuevo año que quizá sea jueves o... no.

Capítulo 184

EL ESPEJO


La calle compartía con el rostro de Juanquenovi una fina capa de agua y la desagradable estampa de uno ojos hinchados que causaban pavor en su portador.
Sin ropa apenas que ponerse y, con el color de la muerte reflejado en el espejo, el día prometía.
Una fregona y tres vomitonas frente al lugar de trabajo. 9:45 de la mañana.

-¡Joder!-
Preguntas al aire… -Pero es que aquí solo trabajo yo?-
De nuevo su rostro frente al espejo. Masoquismo? No, Intención de mejora.-baldío-

Locuelo reposaba su cuerpo frente a un fogón abandonado por la lujuria y la pena. Iran, desaparecida por días extraños, abandonando los besos para un regreso ansiado por el populacho.
Padre Prior sin salir de un catre tan caliente como el propio infierno y El Pela, muerto en crucifixión abandonado a una suerte apenas ya recordada.

El comienzo de un año,
de una nueva vida?

-¡Maldito espejo!-