30 abril 2010






INTRODUCCION

Efectivamente y, tras una ausencia casi obligada por el tremendo trabajo al que he estado sometido durante todo este tiempo, el Cuenta Pájaros, vuelve.
Ha sido también un tiempo que me ha servido para la reflexión. El aquí y allá, pues una mudanza es lo que conlleva, y el Sino de nuestras vidas.

De todo y aquello, que apenas significa nada, he resuelto una duda que me mantenía en sequía constante. No sabía por donde empezar, ni qué tipo de libro escribir.

La respuesta llegó esta mañana. Sentado, sobre roca. Ahí, en ese preciso instante, La Luz! En mayúsculas sí- que le corresponde-.

Allá que nos aventuraremos en ello.

Un libro para leer en el baño.

22 enero 2010



EL SICARIO EN REFLEXION


Me dolía con moderación. Ese palabro que cuestiono tanto porque¿ cuanto es moderado? .

Por ejemplo... lluvias moderadas o... la temperatura bajara de manera moderada.

Sí moderada pero ...¡cuanto es eso joder! 

¿Tres grados? ¿cinco? creo que nadie lo sabe y claro, despista.

Y digo yo... si en los años existe el lustro, por qué no hacen algo con el tiempo para delimitar lo moderado?

Por qué no nos ponemos de acuerdo en que moderado sea cinco, diez o lo que tenga que ser?

Y ahí es cuando me encabrono, ahí es sí... 

Así que aquí dejo esta reflexión sobre mi dolor; es moderado.

21 enero 2010



EL SICARIO DE OJOS VERDES


Sucedió otro día; uno de angustias.

Andaba yo con la espalda dolorida por el abuso de un sofá -asustado ya de mi eterna presencia- cuando no tuve más remedio que acudir al masajista.

Allí aparecí, delante de muchacha morena y eterna sonrisa.

-Hola Juan- me recibió- pasa- añadió.

Entré cojeando, dolorido -por cuanto mis verdes ojos apenas podían divisar y menos, iluminar-.

-Desnúdate- fueron sus palabras.-¿Adonde he venido yo?-fue la pregunta que dejé en el aire sin respuesta.

Así fue que me vió desnudo, con mi miembro viril, con mis dos bolas y el torso de un guerrero.

-Perdona juan, con que te quitaras la parte de arriba me bastaba- escuché.

-El miembro viril encogió de forma oportuna dejando al descubierto el tremendo poderío de éste incluso apocado por las circunstancias.

Me tumbé en la camilla -resguardando todavía el tremendo poder de unos ojos verdes reservados para otro fin-.

Allí anduvo , por no menos de una hora, urgando en mi espalda; Dedos, manos y codos incrustados en una espalda ahora débil, otrora magisteril.

Una vez abrí los ojos pude oir- ¡Santo Dios, esos ojos verdes me matan , me matan!.

Una cabriola imposible, un baile imperfecto sobre la camilla, una caída fatal.

La recogieron del suelo muerta ya; Con una sonrisa infinita en sus labios; con una nota en un papel donde podía leerse -Verdes, !Santo Dios¡-

14 enero 2010

ESOS OJOS ME MATAN; ME MATAN


Una techumbre grasienta amenazaba con caer sobre la cabeza de cualquier cliente incauto.

Hola- me dijo de pronto como si nos conociérmaos de toda la vida.

Era un personaje peculiar, en un bar peculiar.

El serrín húmedo que solapaba el suelo desprendía un olor particular en la estancia, y los clientes, excepto los incautos, fijaban su mirada sobre la techumbre de un local de otro tiempo.

Ahí estaba él, mirándome como si jamás hubiera visto unos ojos verdes en su vida.

Respondí con un gesto divino y volví la mirada al techo.

Minutos después, ante la insistente mirada del personaje en cuestión, farfullé.

No hizo más que imitar mis gestos y decir en una última instancia- verdes-.

Asentí con parsimonia y orgullo; Sonreí ante el baile del incauto que, por no mirar al techo, resbaló hasta la muerte.

Fue la última vez que lo vi. El personaje murió en un baile imposible por unos ojos verdes que, quizá, no merecieran tanto.