18 abril 2008
Ocehenta + cuatro
Un viernes de gabardina, zapas nuevas- buen regalo- y rostro plácido. Viernes.
-Pronto pasan los días-
-Eso lo dices cuando ya han llegado. Porque nos olvidamos del pasado. Pero, créeme que no ha pasado tan rápido.
-Es verdad, tus ojeras…-
-¿No ves? Pronto olvidamos el pasado-
-Pues…a ver si te aplicas el cuento-
-¡Ahí le has dado pequeño cabrón¡-
El día en tinieblas, húmedo sin propósito.
La noche me esperaba; Cautelosa, permanente, jadeante.
Un susurro en mis oídos; era ella, con sus ojos en el cielo, en iluminar ancestral, por los siglos.
Hoy tan ocultas, en aquella sombra tan cubierta,
Sus estrellas.
Un susurro, la noche.
-Recuerdas el pasado?-
-No metas cizaña-
Obituario II: Por Carlos Taberna
Monkey Johnnie sostiene en su mano a un hormigo ido como de desmayo.
La ciercera – piensa Johnnie – que lo ha tirado.
Bajo un árbol de primavera el viento ha parado ya, y sólo una suave y cálida brisa adormece los sentidos de la verde hierba que se mece segura de lo que queda por delante.
El hormigo se despierta poco a poco. Jonnhie lo deposita con cuidado en una rama del árbol.
El hormigo mira al cielo, mientras Johnnie se tumba bajo el árbol.
Nubes dispersas pasean elegantes enmarcadas en azul infinito.
El órgano de una iglesia lejana acompaña de fondo el gesto fructífero de la naturaleza.Todo renace.
En recuerdo y homenaje a Danny Federici.
Obituario
Muerto
Ajusticiado por la vida
La muerte se lo ha llevado.
Una muerte dulce
Rubia y de traje
No puede ser de otra manera
Dejemos la guadaña para los indeseables
Para aquellos que la merecen
La muerte.
No es la misma
Aun siéndolo.
Te ha cogido por la mano
Te necesitan allá
Hace tiempo que no la escuchan
Necesitan tu tocar
Sandy, the road is dark behind us…
Danny bye bye.
17 abril 2008
Ochenta + tres
Día de cena-y cenaba casi todos los días-.
Pero ésta era especial; era con gente, rodeado de chavalería particular. Allí no estarían ni María ni el viejo Padre Prior, ni siquiera un pájaro inoportuno.
Estado de humor, magnífico; estado corporal, pequeño.
Un tal Elvis acompañaba mis dedos en un escrito. A la vez que escribía pensaba “este chico no canta mal no”.
Entremezclando de aquí y allá, de melodías tan seductoras como pegadizas y una voz que sometía mi cuerpo a estabilización emocional- casi incontrolable-
Para algunos, pasado- pobres-; para otros, gloria- ahí estoy yo, pobre desconocido-
Lo mismo sonaba “burnin’g love” haciendo que los pies no pararan de moverse, como “it’s a matter of time” donde te veías embutido- según grosores- en traje vaquero con botas y pistola en cadera entrando en un Saloon donde bella ragazza de pechos tremendos guiñaba un ojo y… mostraba otro.
Y ahí me quedaré por esta tarde. Mi cuerpo lo pide así. Pechos y un guiño.
Qué más puede pedir un hombre si no es amor…
Pistolero, desenfunda y
Enfunda.
I’ve got a thing about you…Un tal Elvis nosequé.
Entonces, grité… Carlooooooooooooooooooooooooo
Ochenta + dos
Pensé en invitar al pequeño Mariano Pérez a cenar- Lo pensé dos veces-.
-Curioso-
-Bueno, tampoco tanto. Si lo pensarais bien…-
-También es verdad-
-Es por eso que lo digo-
-Ah-
Mariano Pérez, del cual poco sabía nadie -como bien os dije- era ambidiestro. Recogía la hojarasca a dos manos- lo cual quería decir que a más recoger, más comida tener-.
Su madre era mujer especial, acomodada, pero al sillón. Y padre, de armas tomar, aguadillero.
Nunca se les veía más allá de su pequeña, recogida y mugrienta morada. Dicen que incluso nadie los había mirado a los ojos propios.-Lo cual, no deja de ser un tanto raro-.
Permanecían quietos, esperando el manjar del vegetariano a manos de un hijo ambidiestro, ufano, angelical.
-Parece extraño un hijo así; rompedor por decirlo de alguna manera-
-Sí lo se; pero así era-
Entonces es cuando lo vi claro-Para qué invitarle a cenar?-
-Claro-
Los árboles se agitaban sobremanera a esa hora de la mañana.
La tormenta avanzaba por el horizonte dejando en sombra tejados, fachadas y fuentes multicolor.
Dos gotas de agua gruesa impactaron en el cristal, cerré las ventanas y miré al viejo que amenazaba con sus dientes un bollo recién horneado.
Bajo la lluvia, Mariano Pérez, recolectaba.
Ochenta + Uno
-Se te ve mejor. Sin esas ojeras…o lo que fueren!-
-Sí, es miércoles ya y…huh!
-Empleas mucho esa interjección no?-
-No creas-
-Ah-
Anduve pensando todo el día bajo el abrigo de un agua que, sin llegar a ser abrasadora, calentaba mi cuerpo necesitado de ardor.
Dispuse de todo lo necesario, toallín bajero, abrigo y manto para la salida.
También es cierto que me llevé al pájaro negro en compañía y que, a pequeña fricción en mi trasto, voló veloz al buen ramal, clavando sus pezuñas en él.
-Jo-
-sí-
Con él sobre “mi”, sin picoteo, mas con tensión.
Y también diré que el ventanal abierto estaba y que cierto pájaro verde, tonadillero sin igual, cesó en su canto y también voló a tan curioso ramal.
Y no era sólo un pájaro ya sino dos- por no decir tres- Dos pequeños y un gavilán.
-Y María?-
-En mi mente; De ahí el ramal, de ahí el gavilán.
El pájaro verde entonó...
15 abril 2008
Ochenta
Carlo tenía al viento como mejor aliado. Era un tránsfuga de cuidado.
-Eolo, one more- repetía desde tejos imposibles.
Tránsfuga de cuidado, florero de la noche.
-Me velo- decía- y -gano-concluía.
Carlo era así y, cuando el viento amainaba, él soplaba.
Soplaba…
Se hinchaba.
Su tez morena en los meses de calor, pelada por un viento cercano
Por su navegar preciso.
Vuela, acecha, arrincona donde nadie puede
Vence, mas no humilla.
-One more-
-Joder, qué raro es este capítulo no?-
-Es lo que es. Es descriptivo-
-Ah-
Setenta + nueve
-¿Qué son eso?-
-Ojeras-
-¡Santo Dios!-
Colé al pájaro negro a través del tragaluz.- Cierto es que hubiera sido más sencillo hacerlo por la ventana pero…ya se sabe, estas cosas a veces son así-.
María lo acarició como era costumbre en ella y besó mi mejilla.
Al viejo no es que le hiciera la ilusión de su vida pero aceptó de buen modo su presencia allí.
Charlamos amigablemente; el pájaro negro parecía entender cada momento, cada palabro.
Miré al viejo, me dijo-no-
-¿De verdad que eso son ojeras?-
-Sí-
-Huh-
Tras el desayuno, vuelta a su ventanal. Ya no miraba al viejo, se entretenía con lo mundano; Una miga, un niño perezoso, una cabra trasquilada.
El viejo por fin comprendió, el pájaro negro asumió.
-Vaya bolsas-
-No bajan no-
-Huh-
Mariano Pérez disimulaba sus peripecias con extraños comportares.
Pobre Mariano Pérez, confuso él.
Recoge hojarasca como alimento
Pobre Mariano Pérez, cabezóniko.
14 abril 2008
Setenta +ocho
Un cielo crepuscular adivinaba la llegada de una noche fría.
El pájaro negro había rescatado impermeable y bufandín para la ocasión.
El viejo lo miraba con admiración. Quien fuera el que lo mandó por él, se había equivocado de cabo a rabo; su muerte podía esperar.
Al pájaro negro la situación le empezó a preocupar. ¿Se habrían reído de él?
María lo acariciaba despreocupada, Locuelo lo ignoraba y yo, yo, lo alimentaba.( Véase la diferencia entre “lo” y “le” )
El crepúsculo, el fin de un día, morada de la noche.
Aparecerá la luna- si no es nueva- para aterrorizar a los miedosos, aparecerá la luna para iluminar a los nocturnos.
Un tazón de café y leche que caliente un cuerpo marchito.
Unas imágenes en movimiento que me acompañen al sueño final.
Y la Juani? Dando gas!
Setenta + siete
Miré la copa vacía.
Un brillante disfraz de voz ronca.
En sus manos,
una púa acariciaba seis cuerdas
Miré la copa vacía.
Los dedos acariciaban listones del color de una imagen fija,
antigua
Recorrían con sutileza la calle del trueno
Desembocaban en ríos revueltos.
Con los ojos ciegos,
Una luz brillante, una carretera sin rumbo fijo
Esperando quizá el despertar de un domingo soleado.
Miré la copa vacía.
El recuerdo silbaba como diablos y polvo
Una púa rasgaba sus cuerdas.
Una voz ronca alimentaba mi pesar.
Miré la copa vacía.
Puse fin al sonido.
Setenta +seis
Una copa vacía como único vestigio, como último recuerdo de aquel ave que surcaba los cielos, de aquel movimiento de brazos, de aquel momento de satisfacción.
La miraba fijamente, como si su recuerdo me transportara tres días atrás, como reconciliación de un día perfecto.
Tres almas inocentes queriendo reír sin más duelo que una pequeña cabronada.
El tiro salió por la culata, puede pasar.
No se juega con armas de fuego, escuece.
Miré la copa vacía, busqué dentro de mí.
Tan sólo quedaba un mal recuerdo
Nada más que un mal sueño.
Las nubes cubrían un cielo tristón
Siete ojeras contadas, los ojos.
11 abril 2008
Setenta + cinco
Con las venas hinchadas de gustazo y encanto. Con las venas hirviendo de locura.
La tarde, víspera de un gran día, recuerdo de un futuro.
El gin-tonic tendría que esperar, pero mi corazón latía con la fuerza de una canción sin corromper todavía.
Me sentía como un ave en cielos despejados, de vientos extremos, luchando contra todo y contra todos. Ganas de volar, de vivir, de respirar.
Viernes tarde. Una aceleración de imágenes en mi mente. De todas quisiera escribir, mas la torpeza lo impide.
Me di cuenta lo complicado de trasladar un cúmulo de sensaciones a palabras, así que, me puse de nuevo la canción- Gracias Carlos-.
El bajo me ponía las pilas, la voz los pelos de punta y ese ritmillo…. A cien.
Estaba a gusto la verdad. Escribiría el resto de mis días y es que, cuando al otro lado del un mundo sabes que hay alguien que te escucha y comprende… uno se anima joder!
Olvidé al viejo, a locuelo y a la mismísima María para concentrarme en mí. Mandé el resto al olvido de la satisfacción momentánea; gocé del momento.
-Quizá me la ponga por tercera vez-
Y se que debería de parar- pero no puedo- y se que esto no es un diario- mas lo parece- y quizá sea hora de tomarme ese Gin… más tarde, quizá haya buenas noticias… más tarde, quizá, todavía sea mejor.
Y mis brazos se agitan cual animal, y canto, y me invento la letra.
Carlos, y lo flipo…
…y bebo el primer sorbo.
Setenta + cuatro
Recuerdo que era viernes…
Un pantalón de pana cubría un calzón hecho para matar.
La camiseta gris- interior, mejor no enseñar- y un jersey negro.
El viejo me miró de soslayo-palabro que por otra parte, además de ser cultureta, viene bien-.
Con la tontería del día dibujada en mi tez- así no repito rostro- y la paz que da haber hecho bien las cosas… - verdad?-
La vida continúa, el viento camina y los caminos se ensanchan a tu paso.
Era pronto para beber una cerveza fresca; el tiempo lo desaconsejaba pero mi mente me decía… -mmmmmmmmmm apetece sobremanera-.
Es cierto que esperaría a medio día- a eso de las doce-.
Ya tenía una ilusión- tomarme esa cerveza- que, por nimio que parezca, de pequeñas satisfacciones vive el hombre. Y es verdad que de ello ya hablaron ilustres cuando decían que la felicidad se compone de pequeñas cosas… una pequeña mansión, una pequeña limusina, un pequeño yate.
Yo aquel día me incline por la cerveza; sí señor.
Me la tomaría con gusto, saboreando, enriqueciendo mi espíritu, sin pensar más.
Llegaría la hora
Se desvanecería el desespero.
Los caminos se abrirían
Despejarían de piedras
Para caer flores
Quizá dos estrellas.
El viejo me miró de soslayo- yo te acompañaré-
Escuché otra voz en lontananza, a la ribera de un gran río;
Decía… -yo también-.
10 abril 2008
setenta + tres
Y la música sonaba al compás de unos dedos que no cesaban de escribir, de describir un momento, una situación sin más trascendencia que lo que se lee.
Una voz suave acompañaba el teclear de mis dedos a la vez que el gin-tonic bajaba por mis carnes hasta llegar al tuétano. Me sentía a gusto conmigo mismo,-aunque un tanto decepcionado-.
Sin repuesta, sin una sonrisa que acompañara mi preocupación mañanera- qué más da, las cosas son así, no fuerces lo imposible-.
El piano, la voz, todo embriagaba unos sentimientos escondidos en días inadecuados.
Pero hoy, ayer, ese día, era jueves. Con la satisfacción de haber hecho todo lo posible, con la ilusión de haber dejado con una sonrisa infinita a alguien de otros mundos, con la ilusión prácticamente innata, continuaba regocijándome en la melodía; olvidando el pasado- más bien intentándolo-.
-Qué más da, algún día lo entenderá-
Puse de nuevo la canción. Me ayudaba a pasar el momento, me ayudaba a sentirme mejor-y es cierto que lo estaba-. Con el amor en perfecto estado, con el sentimiento inmaculado… no, no es culpa mía -me repetía sin cesar-
-Tampoco de ella, cada uno es como es-
Bajo la satisfacción y paz de una canción, a la espera de algo mejor… in the deep.
Con la pena de no saber reflejar en palabras.
09 abril 2008
Setenta + dos
Carlo se quejaba continuamente de mis alocuciones y soliloquios -claro, él mojaba-
Trepaba por las casas, por tejos indómitos, escudriñándose por ventanucos en flor.
Igual le daba arre que so- auque es verdad si digo que era más de "arre"
Arengas y peroratas contra mí, de mis piensos y diretes.
-No se dice así-
-Quién lo dice eh? Quién!-
-También es cierto-
-Ahí iba yo-
Aniquilaba mis pensares con habladurías y desfachatez. Con lujuria en sus palabras- y en su boca-.
Aniquilaba opiniones de mi silencio, arrancaba mi silencio a oídos de los demás.
Claro, él mojaba.
Un ventanal abierto, un hombre dentro. -Arre, arre qué más da, si ya la tengo dentro-
Un vendaval cegó el resto. Un suspiro, quizá un lamento.
-¡¡Arre, arre!!-
-Huh-
Setenta + uno
Si de algo me acordaba era de que aquel pequeño que recogía hojas de un suelo vacío de árboles. Era cabezoniko, de ojos azules y pelo liso- a lo casco-; Nombre de concejal y apellido corriente.
De padres siniestros, opacos en vida social y con sonrisa un tanto hipócrita. Dicen que, como vegetarianos que eran, comían cuantas hojas pudiera recoger su hijo.- habladurías-.
Cierto es que de ellos poco sabía, no más que de su hijo- Inquieto crío de hojarasca-.
El pájaro verde lo miraba fijo y lo llamaba por su nombre, Mariano Pérez.
Éste, que no sabía del hablar pajareril, jamás contestó.
Más aún, el pájaro verde jamás desesperó y día sí y otro también, no cejaba en el empeño.
Yo los miraba un tanto incrédulo a través del ventanal sur. Reía los intentos de uno y otro.
Ensimismados en sus quehaceres cotidianos. Absortos de cuanto acontecía a su alrededor.
Mariano Pérez y sus hojas,
el pájaro verde y sus cosas.
-Bonito-
-Curioso-
Si de algo me acordaba era de aquel pequeño con nombre de concejal y apellido corriente, Mariano Pérez…
NOTA: En el nombre del personaje he tenido la estimable colaboración de Yolanda.
08 abril 2008
Setenta
Mantuve mi cuerpo fronterizo, erguido como aquél que se esconde del homicida.
Con el latido de mi corazón en silencio, con el soslayo de un mirar, con el alma disimulada.
Perdido en un sueño, en horizontes finitos de precipicios infinitos, crepusculares.
Con el acechar de unos ojos barnizados en rojo bermellón. Con el cabalgar de una carroza negra arrastrada por bellos corceles negros invisibles para el no iniciado.
Una mujer desnuda de cuerpo perfecto y andares superfluos; De cabellos rizados y el color de la noche.
Una hembra de belleza robada al mismísimo Lucifer, el más bello de los ángeles expulsados al infierno, se acercaba sin freno hacia mi cuerpo desnudo, tumbado, sin escapatoria a sus artes amatorias.
Apenas puso sus labios en mi oído para decir- volveré por ti y, ese día… mío serás Satán-
Me incorporé de golpe y vi una silueta estrambótica reflejada en el espejo. Era yo, con rostro pálido y cuernos en la cabeza.
María dormía a mi vera, con aire sosegado, imperturbable. Miré de nuevo mi reflejo en el espejo. Nada más vi que mi rostro reflejado en él, no más.
María, dormía cubierta por una sábana blanca que cubría hasta sus hombros; en su rostro, una eterna sonrisa, no más.
-Fronterizo?-
-Así es-
sesenta + nueve
Como el viejo había vaticinado, la lluvia hizo acto de presencia. Las líneas del presente y futuro habían desaparecido bajo el manto de un gris amenazante.
Con mis manos apoyadas en el ventanal y la cabeza gacha.
-Volverás a verlas, volverás a verlas- repitió el viejo.
El ratón salió de su escondrijo para con cara de pena para asentir.
Locuelo miraba con cara de tristeza, con sus patas mojadas por una lluvia que no cesaba en su precipitar.
“Soliloquio”
Pensé en las razones de aquello, no tenía mucho sentido -quizá quiera que todo tenga sentido en la vida, una razón de ser; Quizá vaya más allá de donde debiera sin pensar en que las cosas son así, como las cuentan, sin más percepciones ulteriores-.
María, con botas de agua cortas y rojas- nunca me gustaron-
Me besó en la mejilla, algo iluminó mis ojos…
07 abril 2008
Sesenta + ocho
Leí cosas, las relaté y hubo quien se percató. Era un libro de Rulfo -ni más ni menos-. Pero esto carece de importancia- es más bien pedancia-.
Sentado, junto a un gin tonic, en terraza de explosión.
Complejo libro…palabras claras sin embargo.
Hubo quien me lo recordó más tarde.
El viejo, cruzado de piernas, miraba al viento como si adivinara la llegada de unas lluvias que martirizarían mi vida por el resto de la semana. Me miró, y con mueca clara, lo dejó entrever.
Creo que mi gesto quedó fruncido y triste por unos instantes porque en ese momento fue Locuelo quien visitó mi mano con aire complaciente.
En un viejo ramal, al oeste de mi mirar, un pájaro verde cantaba a los árboles en flor. En sus nidos, los pequeños piaban al hambre y en el cielo, dos líneas rectas llamaron mi atención.
El viejo se acercó por mi espalda y me susurró al oído “ Lo que ves es la línea del presente y del futuro”.
El pájaro negro no retiraba su mirar; de ladín, dio dos pasos de pájaro hacia su derecha y sentó su cuerpo sobre el alféizar.
Miré de nuevo esas extrañas líneas sobre el todavía cielo azul y me pregunté…
-El qué?-
-Eso ya es personal-
Sesenta + siete
El sol de la mañana golpeaba con fuerza escondido bajo la brisa de un mar tranquilo, lejano aún.
Mi cabeza en condiciones perfectas- extraño-. Dos cervezas como solución a mis males.
Tras una ola, llegaba otra.
A eso de las tres de una preciosa tarde. A eso de las tres, mis primeros achaques.
Mi cuerpo nervioso, mareado e inquieto. Un café mal pedido acrecentó el malestar.
De regreso, las mismas tres canciones animaron un cuerpo ya para el deshecho.
En la oscuridad.
Apareció un confidente de la noche. Parecía la estrella que compré la noche anterior.
Sin muchas palabras y un adiós.
Sin una canción, sin más sonrojo que mi rostro quemado por la luz del sol.
Sesenta + seis
El ave surcó cielos de raíles con mejor puerto y peor regreso.
El viejo miró mis ojos. Le vi contando mentalmente mis ojeras una a una. Pensé que nunca dejaría de contar. Tan sólo rió, no dijo más. Yo, le devolví la sonrisa y tapé mi rostro con un trapo.
Recuerdo las canciones. Fueron tres.- No fue complicado-
También recuerdo una en fracaso. Cientos de ojos, o así me lo pareció, acechaban un baile de apenas 3 minutos.
Y recuerdo más sí. Pero eso lo dejaré para mí pues no es cuestión de contar cada roce, cada bocanada, cada beso que ofrece la noche. Y es cierto que de nuevo creo que aparece el 3- Lo dejaremos ahí-.
Latidos del corazón…quizá tres…
En la oscuridad, una llamada.
Estrellas en la noche. Me compré la más brillante, se pidió la más escondida, la que apenas brillaba.
Casi al alba…
Tres cigarros y a dormir.
Y tan sólo fue el viernes.
-Un tanto enigmático todo esto no?-
-Contado está, no pretendo más-
-Pues no entiendo-
-No lo merecerás… Es cuestión de atender-
En mis ojos…
04 abril 2008
Sesenta + cinco
Me tumbé al calor del fuego que irradiaban los rayos de un sol impenitente. Mi cuerpo, cómodo, sin más extrañar que la mano de una mujer en la mía.
Apenas movía mi cuerpo- cual camaleón-.
Una cerveza en la mano y luego, otra.
-Esto es vida- pensé.
Víspera de un día, presente del mismo. Palabros extraños pasaban por mi mente como el ave que recorría mundos en esos precisos momentos. Y ese ave era un ave muy especial.
Esbocé una sonrisa en mi boca, bebí otra cerveza y algo dije en catalán.
Víspera de un día y presente del mismo. Complejo, apenas entendible.
Crucé los brazos bajo la cabeza; Abrí, en cierto modo, mis ojos para ver el azul de un firmamento que reflejaba bien mis sentimientos en sus estrellas escondidas.
Un trago más, una buena sonrisa, y la alegría de las cosas bien hechas.
Miré de nuevo hacia ese ave de único destino, de carretera única.
Miré al futuro…
03 abril 2008
Sesenta + cuatro
Tras una mañana fresca de sol perfecto y cuerpo más que mareado, llegó una tarde cálida sin mareos que distrajeran mis pensamientos.
Cierto es que aquel día no hice el amor con María; cierto es que la deseaba como el primer día.
Así pues y, sin semejanza con el ayer, pasé el día sin más preocupación que la hora de cenar.
Sin ansiedad ni pereza.
Sin ganas de fiesta.
-Complicado pareado eh-
-Lo se, me he vuelto a lucir-
- No eres malo no-
-Lo flipas, lo se-
El viejo, atrapado como yo por el fuego del sol eterno, descansaba su cuerpo desnudo.
-Ya? Un poco corto no?-
-Las cosas salen como salen. Quizá es que ese día no hubiera nada que contar. Piénsalo-
-También tienes razón ahí-
-Lo se, si … tonto no soy-
02 abril 2008
Sesenta +dos
Al pájaro de costumbres raras le llamé Olvido. Era verde y, de sus patas, nacían como collarines de colores en tirabuzón. Nunca permanecía dos noches en el mismo ramal.
Huidizo, como general en riesgo de muerte - un Napoleón - lo llamaba el viejo.
María le tenía cariño. Entonaba Traviatas y epopeyas que oía cantar a los pocos conocedores de ellas.
María lo acompañaba en bailes de giros infinitos con las manos tendidas al horizonte como si de sonrisas y lágrimas se tratara.
Yo, en realidad estaba un poco harto de los pájaros. Entre el inquietante pájaro negro y el cantarín verde tenía más que suficiente. Sin llegar a incomodar, la verdad es que estorbaban.
Martes de Olvido y pesar…
Al otro lado, la colmena con sus abejas revoloteando en un suspiro de muerte.
Un zumbido de expiración y esperanza, un zumbido de aguijones preparados para su final.
Junto a ellas, el mesías escafandrado con espátula y red en el rostro.
Con sus ojos rotos por mil celdas que apenas dejaban ver un semblante pálido escondido. Unos ojos azules que acertaban a imaginar la tristeza de un trabajo de picor y espátula.
Y a la espera de un día mejor…
sesenta + tres
“Sin más superstición que la seguridad de la muerte. Sin más miedo que la efigie oscura azada en mano de ella. Sin más remordimiento que lo dejado pasar. Sin más pena que la misma.”
Así comenzaba el libro de Sir Gordon Strackan.
Nunca me gustaron sus libros, es cierto, pero en momento de la vida, cuando de literatura ya lo has leído todo, incluso Quijote, poco queda en la senda del literato.
Tomé pues sus ensayos sobre- El estar, padecer y Muerte-y les eché un vistazo de corrido.
María apareció por detrás de mi hombro con el susurro de sus labios sobre mi cuello. No dije nada; aguanté cuanto pude con el pelo de mi cuerpo erizado cual puerco espín en batalla.
Me besó
Me…
Dejé el libro de Strackan en la mesilla, desnudé con la mirada a la bella María e hicimos el amor.
De pronto, salió el sol…
31 marzo 2008
28 marzo 2008
Capítulo sesenta + uno
Tus manos miraban al cielo
Mis ojos no se cerraron por gusto
En la noche, cuando nadie pudo verte
Sin un adiós ni un hasta luego
Llevo perdido tres años de mi vida buscando una razón.
Intentando abrir de nuevo los ojos
Las llaves no abren puertas, tú las cerraste.
Y cuando me levanto, todavía suspiro.
Es lo que tiene amar
Un niño me miró sonriente
Su risa desapareció de pronto
Aún me pregunto si fue mi mirar.
Todo me cuesta tanto
Parezco el payaso torpe del circo
El hombre bala que se degüella o
Quizá, un malabarista sin manos
Todavía, cuando me levanto, suspiro.
Es lo que tiene amar
Es lo que tiene amar.
Esta mañana decidí abrir los ojos
Todo estaba en blanco
Ni una silla, ni un banco.
Ni un niño al que mirar a los ojos
Es lo que tiene haber amado.
Sesenta
Cierto es que gusto de un buen patxaran los viernes tarde y que por ahora no pende la copa de mi mano. Cierto es que estoy feliz y contento bajo el manto de los 20 grados centígrados y también lo es que no necesito del patxaran en días así para ampliar mi sonrisa a límites insospechados.
Creo que es momento de agradecimientos a todos/as aquellas personas que se han mantenido fieles a mi historia por tanto tiempo.
Pero de todas ellas y, si el localizador ese que se pone funciona correctamente, la vistita que más sorprendido me tiene es alguien de MOUNTAIN VIEW-USA. Lo normal sería que la persona en cuestión no fuera de allá y que su sede social o de empresa tenga como central aquel lugar del que nada conozco. Pero si no es así y accede desde allá, te mando un saludo y un agradecimiento especial.
Te devuelvo tus 17 visitas en 17 abrazos o… besos.
Y de Almería qué decir, va de largo destacada en visitas, seguida muy de cerca por Valencia…
En fin, gracias a todos.
Y como esto de capítulo tiene poco y tan solo es un agradecer, la música que lo acompaña… quizá sorprenda.
Y es que el estado de ánimo es importante para cuanto se escribe en este blog y hoy… me ha dado por ella. Soy fanático de este trozo maravilloso de música y nunca es tarde para los que no lo conozcan aprender algo nuevo.
Yo ansío aprender desde mi vagancia todo el tiempo. Y sí, cuando uno es vago es complicado pero… para eso está la inteligencia.
…y los pájaros.
cincuenta + nueve
Y en eso que estábamos- divagando- pasó la noche. Y es verdad que dormí- y dormí bien- y al despertar algo había cambiado. Mis ojos se abrieron mirando hacia un ventanal sin cortina ni persiana. A través de ella… el Sol!
Una sonrisa en mis labios, un estiramiento maravilloso y un brinco en salto mortal hacia atrás.
El golpe, hermoso.
Es verdad que poco duró mi alegría- y no porque el sol hubiere desaparecido- sino por ver mi aspecto en el espejo.
Los ojos no eran ojos, la tripa blanca, peluda y los hombros… casi ni existían. Me esforcé en sonreír de nuevo y me dije a mí mismo- qué coño, ha salido el sol, ¿no querías esto?-.
Ducha- con limpieza especial- y salida fresca- como casi siempre.
Recordé entonces un viaje reciente a morada singular donde meterse en la ducha, mejor dicho, salir de de ella no era humano. El frío se apoderaba de uno como el diablo de los malhechores.
Me tranquilizó el recuerdo y, al mirarme de nuevo en el espejo, la sonrisa volvió a iluminar mi fachada.
Ya no veía tripas blancas ni pelos anodinos. Todo lo veía de colores variopintos entremezclados entre sí.
En la calle, con mi pose, mis zapas y mi sonrisa. Viernes y sol.
Adiós angustia, adiós.
Y no quedaba más que imaginar a María desnuda tumbada en la cama. Con el pelo retirado a un lado y una media sonrisa en sus labios.
Con una mirada de amor y un, hasta luego mi amor.
Y sonó una canción sí, cómo no. Y era curiosa, me ponía.
Me ponía y lo flipaba sí.
Recordé el pasado… sonreí.
27 marzo 2008
Cincuenta + ocho
Divagaba yo- que divago constantemente- sobre esto y aquello- que son dos cosas que yo sólo las se- cuando dije:
-¡Joder¡-
Es lo que tiene divagar. Uno mismo se da cuenta de ello pero las cosas no son como uno quiere que sean sino como a la puta neurona le de por pensar.
Y entonces pensé- ¿por qué no lo escribes?- y en eso andamos, divagando para mí y los demás.
Un tanto coñazo- lo se- pero es que a veces estas cosas salen así y, a buen entendedor… pues eso, que se enterará quien quiera o pueda entender algo de todo esto…
Y es que la vida cuando se pone puñetera, por no llamarle puta, es terrible. Estallas por todos lados, no quieres más que gritar o, escribir sin cesar. Escribir cosas que quieres pero que no puedes. Escribir y escribir como si de un diario se tratara pero con remite.
Y sí, en ello estoy, divagando sobre esto y aquello… tampoco hay mucho más que hacer.
Entonces me animo a mí mismo y me pongo una canción. Y, si puede ser, con mensaje. Y en eso estamos y a ello voy.
Y la canción lo merece, y por qué no, yo también.
Seguiré divagando, lo se…
Porque las cosas son así y no como quisiéramos que fueran…
-Vaya speach-
-Lo se, joder, lo se-
Cincuenta + siete
Lluvia y más lluvia en un horizonte para el imaginario.
Las nubes cubrían el cielo y el agua empapaba a los pocos personajes que se lanzaban en busca de algo que comer.
Comercios vacíos, aislados del mundanal ruido y yo, sentado frente a un ventanal viendo cómo el agua que recorría los caminos transcurría sin cesar a paradero desconocido.
Mi mente en blanco, mi corazón triste y mi mirada perdida.
Dos manos se posaron en mis hombros- anímate, el sol te protegerá- dijo el viejo.
Cierto es que tenía razón aquel hombre. Sabía de mi gusto por el astro Rey, de mi necesidad y de mi sonrisa cuando éste aparecía recién entrada la mañana.
Desvanecía todos y cada uno de mis pensamientos que abotargaban mi mente, desafiaba a cuantos problemas tuviere y animaba mi alma hasta sacarme la mejor de mis sonrisas.
Necesitaba al Rey y lo necesitaba ya.
Mientras, en un lugar desconocido, María me esperaba con la esperanza vana de…
-De qué-
-Eso es lo que no se…-
26 marzo 2008
Cincuenta + seis
Una canción y un... -Bienvenida-
Tremendo explicar situaciones tan complejas.
La vida es así, con sus títulos y subtítulos.
Con miedo a saber y necesidad de saber.
¿Contradictoria? También- quizá- Pero ante todo, compleja.
Romántica, perezosa, agridulce…
Divagas sobre cosas sin más razón que un olvido necesario pero imposible.
Una canción con respuesta, mejor así.
O no…
Desde el corazón sí, desde la razón… no se.
Quiero creer que también.
Duele pero anima.
Sufres pero alivia.
Gracias. ¿Por qué? Porque sí.
Bienvenida…mejor así
Cincuenta + cinco
El pájaro negro acechaba tras el ventanal con el mirar de un avestruz en vuelo vertiginoso- curioso eh-
Locuelo, en intriga, permanecía en el silencio de los ángeles caídos. Con las patas en cruz, semiabiertas para ser más preciso.
El viejo, como león enjaulado, repetía salmos una y otra vez- el génesis y esas cosas de profetas y mitos de antaño sí-
María no estaba, se fue- como Laura- y yo, permanecía en silencio de sepulcro.
La vida no es que cambiara mucho.
Es verdad que el inquilino al que acogí por unos días permanecía conmigo como si del tiempo no hiciera caso alguno. También es cierto que de su presencia aprendí la paciencia y el saber estar en silencio.
Sus frases, un tanto lapidarias, pero sinceras.
Su seriedad la acompañaba de cariño con un simple gesto, una caricia, o un guiño.
Había atusado su pelo con raya en medio, dejando caer por sus hombros un pelo cenizo que recogía en una coleta para leer.
Sin una canción propia, como es de aconsejar para la gente que se quiere, rebuscaba en los archivos de mi mente...
25 marzo 2008
Cincuenta + cuatro
Enmarañado en un montón de cosas con menos sentido que las palabras.
Un poco perdido, un tanto alejado de la realidad.
En un aquí y allá.
En un nuevo descubrir.
Tenía el pelo moreno, los ojos oscuros y el agarrar de quien lo necesita.
Bailamos.
Tenía las manos tan cerca, tan lejos, que no sabía si me acariciaban o se alejaban.
Palabras amenazantes en sus labios, sonrisa al pronunciarlas.
Un movimiento pendular acompañaba la conversación.
Una sonrisa en los dos.
Enmarañado en un montón de cosas con menos sentido que las palabras.
Bailamos … adiós.
Cincuenta + tres
En la oscuridad de una habitación sin más luz que la que proyectaban mis verdes ojos sobre la techumbre, con la única inspiración de quien no está y las manos quietas, la alcoba aún parecía pequeña.
Lonely night sonaba para los oídos de quienes quisieran escuchar.
Nadie con quien compartir ese momento de soledad bajo el manto de un lobo y una sábana azul.
Una canción y…yo.
Desperté con el frío colándose por mis pelotas. Los pies, sobre el fresco de un suelo casi polar, de mis ojos…mejor ni hablar.
Colé un jersey azul por mi cabeza y una especie de pantalón en mis piernas. Los calcetines, tampoco podían faltar. Un cigarro, un sueño, y una canción.
La ventana mostraba el viento en su golpear. Los árboles azotaban sus ramas y sobre mi cuerpo puse una manta negra para tapar.
Carlo apareció de pronto, sin avisar, semidesnudo, tan sólo unos calzoncillos y una tripa incipiente. Un bostezo, sus ojos hinchados y un estirar.
Cerré los ojos y volví a escuchar Lonely night.
Cincuenta + dos
Y yo acariciaba su pelo con la verdad de mis palabras…
Una canción sin baile, el frío en los huesos, calado, como el viento.
Copos de nieve en el rostro, un amanecer.
Una canción sin baile y un cuerpo maltrecho tumbado sobre un sofá acojinado por los suelos.
Imágenes confusas en mi mente. Un hombre sin frío, su pelo rizado, camiseta de manga corta y negra.
Tres personajes congelados a su lado acurrucados ante un tímido calentador.
Dos mujeres en la noche, dance, dance, dance y una canción.
Dale gas sí.
Uno lo flipa y el otro se congela. El hombre de pelo rizado no entiende y la canción en un sin cesar
Imágenes mezcladas, confusas unidas por un mismo tema.
Y en mi cabeza una palabra descongela el frío de una pascua ya pasada.
-¿Sabes? Esto no hay quien lo entienda-
-Hay cosas que hay que vivir para entender-
Ahora contigo y luego con otra… esto no se para… esto no se para... pensaba la comadreja.
Y en mi mente una canción sin baile, en espera…
Y todo se resume en ella.
18 marzo 2008
Cincuenta + uno
Capuchas capirotadas en la cabeza.
Fuego, silencio y tambores en la noche.
Cristos crucificados y Marías en lloro.
Pasos, pasitos y pasajes.
El olor a incienso y cera quemada inundaba las calles repletas de conjura.
Estremecedor, hipócrita en su mayoría.
Pero, ¿en qué se había convertido esto sino en ello?
Huyo, adiós, no quiero ver más lamento y llanto vano, adiós.
Colores significadores de dolor sobre su piel.
Cruces al hombro, teatro en las calles.
No ataco, mas difiero pues por odiar, aborrezco la falsedad.
Y huyo de momentos solemnes plenos de almas vacías, de pecadores con vacuna.
Y Locuelo me miraba con pena y yo acariciaba su pelo con la verdad de mis palabras.
17 marzo 2008
Cincuenta
Tras la noche, el día
- nublo-.
- muero-
- lunes-
- no puedo-
- impedido-
- Expuesto-
- indispuesto-
- vacío-
- me lleno-
- no más-
- Algo más-
- Dale gas Juani-
13 marzo 2008
Cuarenta + nueve
SUEÑO O REALIDAD
Y entonces recordé cuentos fantásticos donde los cerdos portaban boina y pelo liso a un lado. Donde las libélulas eran del color de la magia y las damas acicalaban su cabello de colores varios. Y los había morenos, naranjas y también amechados.
Y sus sonrisas me sonreían y yo les sonreía.
Y el sol brillaba por siempre. Y en las calles los niños. Negros, verdes, amarillos y rosaceos.
Y recuerdo cómo de una sonrisa naranja salieron mariposas que pintaban el horizonte con estrellas y las estrellas iluminaban a los tristes y los tristes caían al suelo avergonzados por su desgracia.
Y recuerdo que desperté y todo volvía a su ser. El cerdo sin boina, las libélulas sin color y en el cielo no había mas que un sol que a todos por igual iluminaba.
Un instante después la vi a ella flotando por la ribera del río.
Entonces me di cuenta que los sueños se pueden hacer realidad.
Y de pronto vi las libélulas del color de la magia e imaginé a los cerdos con boina y pelo liso a un lado. Y vi mujeres de pelos varios y una de ellas, con el pelo anaranjado, sonrió, se acercó y me besó-
Cuarenta+ ocho
La primavera se colaba por las ventanas de la casa.
Su luz, su olor, su presencia, su imagen, su distancia, su color, su silencio, su sonido, sus nubes y su azul del cielo.
Ventanas abiertas de par en par para recibir con brazos abiertos un día maravilloso.
Desnudo frente a un ventanal sin que mis partes pudendas y, pudientes, quedaran al arbitrio de ojos curiosos.
Los animales en sonrisa, burros que olvidan la tristeza de su ojos en sonrisa permanente, caballos con sus crines al viento galopando a sus anchas por los verdes prados destinados a acoger en ellos miles de margaritas silvestres.
Mujeres que, ni antes fueron fachosas ni ahora preciosas, flotando sobre la tierra seca, volando entre flores, bailando entre canales de agua fresca.
Miré mi alcoba vacía de amor. Una media sonrisa de complicidad, un desgarro y una mirada al suelo. Un minuto, no más, volví a mirar mi alcoba vacía, sonreí y me dije…- tienes la alcoba vacía pero el corazón lleno-.
Y entonces miré por la ventana, el blanco de las casas, las chimeneas apagadas, la sinceridad en los rostros, el amor, los besos, las caricias y el ansia de vivir. Mis brazos estirados en despereza y una sonrisa que acompañaba sin esfuerzo, era feliz.
Sentimientos contradictorios un día maravilloso, miércoles de primavera, de amor, tristeza y felicidad.
Una alcoba vacía, un corazón, una ocasión.
11 marzo 2008
Cuarenta + siete
La lluvia y el viento golpeaban un hinchado rostro mañanero- los martes eran así; de los lunes mejor ni hablar-
Un cuerpo de ojos verdes, pequeño, y patas proporcionadas. Tez verde oliva limonera, cubierta de cremas bronceantes para evitar susto mayor y, uñas en ausencia.
-¿Y el pelo?-
-Corto-
María despedía al cartero con la mano, Locuelo, con pelaje nuevo, encimaba el alfeizar para ver los aconteceres y, Padre Prior, descansaba su cuerpo sobre un sofá de forma hecha.
Algo picaba en mi entrepierna, usé mi mano derecha. Legaña en ojo, saludé a los presentes. María giró su cuerpo, me entregó una sonrisa, se acercó a mí expulsando aquella legaña traicionera.
Las campanas repicaban por el diablo muerto. Sin más gloria que el infierno, sin más ofrenda al muerto que un entierro en silencio, sepultado bajo las tierras infértiles del norte, al desamparo de la iglesia que lo había protegido en vida. Sin pétalos de flor que cubrieran el camino al más allá. Sin un llanto de los presentes que, en insignificancia, veían pasar al muerto arrastrado por dos mulos enlazados en luto.
María suspiró, una lágrima cayó. No pregunté, nada dije, los sentimientos de las personas son propios.
El viejo nada dijo. De su rostro ni una lágrima cayó, ni un sentimiento podrido.
Yo permanecí indiferente. Odiaba, es cierto, a aquel viejo que vigilaba cuanto hacía, que husmeaba y anotaba en libretín negro el mundo pajaril.
Llovía esa mañana de luto hipócrita.
10 marzo 2008
Cuarenta + seis
La angustia apenas duró diez minutos. La Niña no aparecía por ningún lado, ni riesgo había de ello.
-¿Qué?-
-Espabila y piensa-
Sin pájaros que contar, pues en muerte tan sólo la vida has de dejar pasar, ¿quién contaría los pájaros del lugar?
El libretín negro enfangado en sangre, caído, cual ángel, con sus hojas profanadas en pecado capital.
Zamaél te espera viejo, duerme por siempre en brazos del diablo. Quema tus pecados en las llamas del infierno.
-Se ve que no le tenías aprecio-
-No fui yo quien lo llevo a los brazos del diablo-
-Y cómo es el diablo, acaso tiene barba?-
-No, abigotado, media melena y la raya a un lado. Bien lo describen así aquellos que lo han visto-
-Y vive?-
-Como Dios, está entre nos, con alma perdida y cuerpo humano-
Lunes, tras domingo voteril.
07 marzo 2008
Cuarenta + cinco
Una jarra de agua, curva, tamizada por pintura rupestre con gavilán en vuelo e infrahumanos en lanza.
Un vaso vacío iluminado por los rayos de un sol retraído. Sombras y juegos de luz en un techo sin más decorado que una lámpara de fuego.
La mesa, rácana en alimento; las sillas, fantasmas.
Una jarra de agua, curva, sin nadie a quien saciar la sed.
Las venas enjauladas en cuerpo y piel.
Un cuchillo sobre la mesa, sangre y muerte.
-¡Santa Madre de los esclavos!-
-Shhhhhhhhhh-
Cuchillo en mano, sangre en jarra, sonrisa en un rostro vacío de amor.
Un diablo negro muerto en pecado de suicidio.
-Madre mía, un muerto más-
-Así es, murió sólo, en silencio, sin una lágrima que cayera por sus ojos. En pecado.-
-Y el libretín negro?-
-Es pronto para ello, sabréis de él-
El agua ligaba con ríos de sangre. En el techo, formas fantasmagóricas abrazaban un cuerpo en muerte.
En un ramal desnudo, no menos de veinte cuervos limaban sus zarpas con sonrisa en sus picos.
06 marzo 2008
Cuarenta + cuatro
El cartero carta en mano. Un -buenos días- y un –adiós- educado.
Iba con gorra vuelta -como los antiguos- gabardina beige -cual tejano- y botas de andar por casa-raro-.
Miré el membrete; nada particular; mi hermano, muerto.
Dejé la carta sobre la mesa y con copa de licor en la mano, lloré por él con la mirada al cielo.
El viejo reconfortó mi pérdida con la mano sobre mi hombro y unas palabras al viento.
Miré al pájaro negro que parecía estar al tanto de todo; quitó su sombrero con pie de pájaro y me ofreció reverencia y lamento.
-¿Por qué crees que lo hizo?-
-No era esa muerte su preocupar supongo-
Agradecí el gesto con reverencia similar y brindé porque el Arcángel Gabriel lo recibiera en sus brazos.
-No es labor del Arcángel Gabriel semejante proceder-
-Era su preferido-
-Igual da, no es su labor-
Miré por la ventana; un pájaro negro cruzaba el cielo. Un saludo a su tocayo, un adiós, yo ya no vuelvo.
La muerte, amenazante, perseguidora de almas. La muerte, cercana, lejana, siniestra. La muerte, embajadora, oscura, irritante, cercenadora de vida.
-¡Joder!-
-Quizá. Es viernes-
Cuarenta + tres
La ciudad brillaba de nuevo con el iluminar de un sol que golpeaba con fuerza la retina de los paseantes. El frío permanecía como los cuervos en ramal desnudo, con la cabeza girada cual exorcismo, evitando así el destello de unos rayos que cegaran la visión de la muerte.
El diablo negro, con babuchas que protegieran sus pies del viento rasante y, los pájaros golondrios, en piar constante por el azul celeste de un cielo inmaculado.
Un día después de un día especial. Un regalo final por mujer amada; un regalo para sus ojos, los míos y una emoción retenida por las circunstancias.
Jueves. Víspera del todo, de la nada, quién sabe.
-Tampoco va a pasar nada por lo que veo-
-Deja que corran las palabras-
El ratón…
-¡Joder con el ratón de los cojones!-
-Repito- El ratón refugiaba su cuerpo en un balde de agua con el cuerpo impoluto, enjabonado por las manos de María. Las orejas gachas, la cola tiesa.
El viejo, sentado frente al pájaro negro, sin apartar la mirada de él, desafiándose los dos en un juego de vida y muerte, de paciencia y tortura.
Carlo, en tejo lejano, dejaba caer su cabeza por ventanales mujeriles esperando quizá una invitación para buena relajación. Su sonrisa, su quejido, sus locuras semidesnudescas…
Dos golpes en la puerta, dos ojos tras de ella.
Cuarenta + dos
-Una vez esmerados en el conocer, prosigo con demás aconteceres-
Creo recordar que era jueves. Mi cuerpo, henchido en felicidad, disfrutaba del momento cual pájaro alimenta el viento con su vuelo.
-ooooooh-
-Lo se, a veces me gusto-
María, de vestido tirantado y corto, el viejo con la sonrisa de un nuevo amanecer y, el pájaro negro, de corbata negra y camisola blanca.
-Lo del pájaro no lo acabo de entender, ¿cómo vestía sus ropajes?-
-No es casual que ni yo lo sepa; cosas del más allá supongo-
Locuelo sonreía- curioso para un perro- y bailaba al son de una canción de la champions.
-¿Qué?-
-Déjalo estar, me sentía en la obligación de ello-
-Un tanto confuso todo esto. Ni Iranzu lo entenderá-
-Es lista ella-
Las campanas repicaron un himno al viento, sonaba culé.
-¿Queeeeeeeeeeé?-
Locuelo continuaba en sonrisa y baile, el viejo cantaba y yo…yo…
-Tú, qué-
Yo…sólo repetía- uno dos, uno dos, uno dos-
05 marzo 2008
Cuarenta + uno
Gotas de agua helada sobre las cabezas desnudas de aquellos imprudentes que olvidaron el gorro, para los calvos a los que azotaba con más fuerza si cabe, para los pájaros que, en vuelo rasante, hincaban su pico en tierra tras un mal aterrizar.
La ciudad crecía en emoción cuando el sol iluminaba sus calles.
Pilato lapidaba pecadores en sueños de papel, Poncio ejecutaba y Cristo moría ajusticiado por revolucionario.
Había Magdalenas y Judas que honraban el cortejo, Aves Marías y Padres Nuestros para pecadores y Cristos sacrificados clavados en cruz.
El diablo esperaba tranquilo en recoveco escondido; con sus ojos púrpuras encendidos por la pasión de la muerte; acompañado por una retahíla de niños dentados de capa negra y cruz boca abajo en su mano.
En el cielo, un pájaro de largas alas esperaba su momento.
-Santa madre de Dios-
-Lo se, es extraño esto que cuento. Ya termino-
Abrí los ojos. María dormía sobre el hombro de un viejo que, con un libro sobre su pecho, descansaba la inquietud de su pasado.
-Madre mía qué angustia de capítulo-
-De todo ha de haber. Esmera tu conocer-
Cuarenta
Los copos de nieve se derretían en su rostro creando una regata de final imposible.
Entró con su eterna sonrisa, con una mirada tierna y un pellizco en mi mejilla. Mi corazón volvía a palpitar, mi cuerpo correspondía con la alegría de un crío de catorce bajo sus pantalones y mi rostro, parecía un farol de fresas rojas.
Abrí el ventanal norte y grité.
-¡Ya puedes contar cuantos quieras, los oigo!
Padre Prior me miró orgulloso, confiado en sus buenas palabras y mejor razón.
Al fondo, tras un pequeño ventanal, pude ver al diablo negro en su nauseabunda morada con el libretín negro en sus manos y una pluma de pájaro en la boca. Me miraba con desdén, quizá, temeroso de haber captado en demasía su atención.
En un ramal desnudo, no menos de veinte cuervos vigilaban la morada.
Ni el frío, ni el viento parecían amedrentar esos cuerpos exorcitados por el mal a la espera de lujurioso banquete de cáliz ocular.
Un pequeño ratón asomó su cabeza, tiritaba temeroso, con gesto tímido, hambriento.
María, con la cabeza, le dijo no. Tomé un trozo de queso, lo tiré al suelo. Se acercó a él sin más miedo que la muerte.
María tomó mi mano en la suya.
El viejo me miró, sonrió.
04 marzo 2008
Treinta + nueve
EN SILENCIO
La luz, el sol y su ocaso dieron paso a la oscuridad de una fría mañana de marzo. Los copos de nieve se hicieron con la tierra sepultándola en blanco. Carlo, apareció magullado, con su semidesnudez envuelta en frío y agua; tiritaba cual cervatillo nonato.
El viejo, sentado en el sofá, calentaba sus pies al fogón y Locuelo, respiraba en silencio a los pies de un manto.
De María nada sabía, la añoraba sin haber pasado más que seis horas de sueño en su ausencia. Miré a través del ventanal norte, nada.
Para entonces, el pájaro negro se había enfundado sus pies de pájaro en abarcas de invierno. Un gorro de paja nada corriente en su cabeza y un bufandín mostaza al cuello. Su mirada pasó de la coherencia a la insatisfacción - extraño actuar-.
Dos golpes en la puerta- María- pensé. Abrí la puerta y me di de bruces con el diablo negro.
-Nada que contar esta mañana- dijo.
En esos momentos me di cuenta de cuanto me decía. Ni un trino en la atmósfera, ni un pájaro en el ramal. Parecía que los pájaros del mundo hubieran caído en desgracia. Miré al viejo que con rostro pausado me calmó.
-Escucha el viento, que miren tus ojos, olvida el corazón-
A lo lejos, una silueta en blanco, una sonrisa; ante mis ojos, un pájaro en el ramal, cientos de trinos al viento.