06 marzo 2008

Cuarenta + cuatro

NADA PARTICULAR


El cartero carta en mano. Un -buenos días- y un –adiós- educado.
Iba con gorra vuelta -como los antiguos- gabardina beige -cual tejano- y botas de andar por casa-raro-.
Miré el membrete; nada particular; mi hermano, muerto.
Dejé la carta sobre la mesa y con copa de licor en la mano, lloré por él con la mirada al cielo.
El viejo reconfortó mi pérdida con la mano sobre mi hombro y unas palabras al viento.
Miré al pájaro negro que parecía estar al tanto de todo; quitó su sombrero con pie de pájaro y me ofreció reverencia y lamento.
-¿Por qué crees que lo hizo?-
-No era esa muerte su preocupar supongo-
Agradecí el gesto con reverencia similar y brindé porque el Arcángel Gabriel lo recibiera en sus brazos.
-No es labor del Arcángel Gabriel semejante proceder-
-Era su preferido-
-Igual da, no es su labor-
Miré por la ventana; un pájaro negro cruzaba el cielo. Un saludo a su tocayo, un adiós, yo ya no vuelvo.
La muerte, amenazante, perseguidora de almas. La muerte, cercana, lejana, siniestra. La muerte, embajadora, oscura, irritante, cercenadora de vida.
-¡Joder!-
-Quizá. Es viernes-

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