02 abril 2008

Sesenta +dos

DE CUENTOS Y DEMÁS


Al pájaro de costumbres raras le llamé Olvido. Era verde y, de sus patas, nacían como collarines de colores en tirabuzón. Nunca permanecía dos noches en el mismo ramal.
Huidizo, como general en riesgo de muerte - un Napoleón - lo llamaba el viejo.
María le tenía cariño. Entonaba Traviatas y epopeyas que oía cantar a los pocos conocedores de ellas.
María lo acompañaba en bailes de giros infinitos con las manos tendidas al horizonte como si de sonrisas y lágrimas se tratara.
Yo, en realidad estaba un poco harto de los pájaros. Entre el inquietante pájaro negro y el cantarín verde tenía más que suficiente. Sin llegar a incomodar, la verdad es que estorbaban.
Martes de Olvido y pesar…

Al otro lado, la colmena con sus abejas revoloteando en un suspiro de muerte.
Un zumbido de expiración y esperanza, un zumbido de aguijones preparados para su final.
Junto a ellas, el mesías escafandrado con espátula y red en el rostro.
Con sus ojos rotos por mil celdas que apenas dejaban ver un semblante pálido escondido. Unos ojos azules que acertaban a imaginar la tristeza de un trabajo de picor y espátula.
Y a la espera de un día mejor…

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