08 abril 2008

Setenta

CURIOSO


Mantuve mi cuerpo fronterizo, erguido como aquél que se esconde del homicida.
Con el latido de mi corazón en silencio, con el soslayo de un mirar, con el alma disimulada.
Perdido en un sueño, en horizontes finitos de precipicios infinitos, crepusculares.
Con el acechar de unos ojos barnizados en rojo bermellón. Con el cabalgar de una carroza negra arrastrada por bellos corceles negros invisibles para el no iniciado.
Una mujer desnuda de cuerpo perfecto y andares superfluos; De cabellos rizados y el color de la noche.
Una hembra de belleza robada al mismísimo Lucifer, el más bello de los ángeles expulsados al infierno, se acercaba sin freno hacia mi cuerpo desnudo, tumbado, sin escapatoria a sus artes amatorias.
Apenas puso sus labios en mi oído para decir- volveré por ti y, ese día… mío serás Satán-
Me incorporé de golpe y vi una silueta estrambótica reflejada en el espejo. Era yo, con rostro pálido y cuernos en la cabeza.

María dormía a mi vera, con aire sosegado, imperturbable. Miré de nuevo mi reflejo en el espejo. Nada más vi que mi rostro reflejado en él, no más.
María, dormía cubierta por una sábana blanca que cubría hasta sus hombros; en su rostro, una eterna sonrisa, no más.

-Fronterizo?-
-Así es-

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