05 marzo 2008

Cuarenta + uno

DE PONCIO Y PILATO


Gotas de agua helada sobre las cabezas desnudas de aquellos imprudentes que olvidaron el gorro, para los calvos a los que azotaba con más fuerza si cabe, para los pájaros que, en vuelo rasante, hincaban su pico en tierra tras un mal aterrizar.

La ciudad crecía en emoción cuando el sol iluminaba sus calles.
Pilato lapidaba pecadores en sueños de papel, Poncio ejecutaba y Cristo moría ajusticiado por revolucionario.
Había Magdalenas y Judas que honraban el cortejo, Aves Marías y Padres Nuestros para pecadores y Cristos sacrificados clavados en cruz.

El diablo esperaba tranquilo en recoveco escondido; con sus ojos púrpuras encendidos por la pasión de la muerte; acompañado por una retahíla de niños dentados de capa negra y cruz boca abajo en su mano.
En el cielo, un pájaro de largas alas esperaba su momento.

-Santa madre de Dios-
-Lo se, es extraño esto que cuento. Ya termino-

Abrí los ojos. María dormía sobre el hombro de un viejo que, con un libro sobre su pecho, descansaba la inquietud de su pasado.

-Madre mía qué angustia de capítulo-
-De todo ha de haber. Esmera tu conocer-

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