28 marzo 2008

cincuenta + nueve

Y SONREÍ

Y en eso que estábamos- divagando- pasó la noche. Y es verdad que dormí- y dormí bien- y al despertar algo había cambiado. Mis ojos se abrieron mirando hacia un ventanal sin cortina ni persiana. A través de ella… el Sol!
Una sonrisa en mis labios, un estiramiento maravilloso y un brinco en salto mortal hacia atrás.
El golpe, hermoso.
Es verdad que poco duró mi alegría- y no porque el sol hubiere desaparecido- sino por ver mi aspecto en el espejo.
Los ojos no eran ojos, la tripa blanca, peluda y los hombros… casi ni existían. Me esforcé en sonreír de nuevo y me dije a mí mismo- qué coño, ha salido el sol, ¿no querías esto?-.
Ducha- con limpieza especial- y salida fresca- como casi siempre.
Recordé entonces un viaje reciente a morada singular donde meterse en la ducha, mejor dicho, salir de de ella no era humano. El frío se apoderaba de uno como el diablo de los malhechores.
Me tranquilizó el recuerdo y, al mirarme de nuevo en el espejo, la sonrisa volvió a iluminar mi fachada.
Ya no veía tripas blancas ni pelos anodinos. Todo lo veía de colores variopintos entremezclados entre sí.
En la calle, con mi pose, mis zapas y mi sonrisa. Viernes y sol.
Adiós angustia, adiós.
Y no quedaba más que imaginar a María desnuda tumbada en la cama. Con el pelo retirado a un lado y una media sonrisa en sus labios.
Con una mirada de amor y un, hasta luego mi amor.
Y sonó una canción sí, cómo no. Y era curiosa, me ponía.
Me ponía y lo flipaba sí.



Recordé el pasado… sonreí.

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