24 abril 2008

Ochenta + nueve

LA AMETRALLADORA


Jueves? Aquél día me parecía viernes, sábado o viernes de nuevo.
Carlo afilaba sus dientes, perfeccionaba sus labios con prosa y poesía cameladora. En lontananza, en tejo propio, se le veía dar alaridos de confianza ciega.

María estaba más hermosa que nunca, con la sonrisa más perfecta que jamás hubiera visto.
Parecía tímida vestida con aquellos ropajes maravillosos. Me sonrió como era costumbre y lanzó con su mano cientos de besos al aire que parecieron fundirse en pétalos de amapolas al viento.

En un viejo ramal cercano a la iglesia, Olvido cantaba Traviata sin igual.
Locuelo, con reuma, apenas podía con un taconeo y el pájaro negro sucumbía al goce del viento fresco extendiendo sus patas al sol en postura sin igual.

El viejo Padre Prior gritaba Aleluyas y, paciente como era, esperó el repicar de las campanas para, en desnudez, agitar su cuerpo en consonancia.
Las lentejas rebotaban en mi interior como ametralladoras de la muerte expulsadas al vacío de una calle tímida en muchedumbre- mejor- pensé.

No hay comentarios: