30 enero 2008

Trece

SONRISAS


Dos frágiles golpes en la puerta.
Abrí la puerta y me encontré a María. Estaba preciosa con el pelo mojado sobre su rostro, resplandeciente con sus labios rosados y mojada de pies a cabeza.
Entró y me besó la mejilla. Quizá me sonrojara un poco delante de mi invitado.
-Y quién es esa María?-
-Veo que la paciencia brilla por su ausencia…-
Se sentó haciendo caso omiso del viejo, al que ni siquiera había visto, y sacó pan recién horneado y fruta de una cesta tapada con una manto a cuadros azul y blanco.
-Pensaba haberte invitado al campo pero con este día desayunaremos mejor en casa- Los ojos brillantes, alegres, sonrientes como los de una niña de quince.
-María, quiero que conozcas a un invitado-
-Invitado? Te refieres a ese pájaro de la ventana tan extraño? Qué hace vestido con impermeable a medida y gorro? Y esos pies de pájaro…-
-Bueno, digamos que no me refería a él en estos momentos pero sí, es extraño, lleva unos días entre nosotros también-
-Entonces?-
Al fondo, sentado frente al fogón, una figura encorvada se levantaba con cuidado de no caer.
El viejo, con una sonrisa que destilaba cariño se acercó a María y, con exquisito gusto y educación, alargo su mano para recoger la suya. La besó con el cuidado de una madre a un hijo y miró a unos ojos azules que revelaban paz y alegría.

-Perdone mi desconsideración mas no me había percatado de su presencia-
El viejo respondió con otra sonrisa y una palmada a modo de caricia en su mano.
Miércoles.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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