24 enero 2008

Cinco

EL DIVAN MOVIL

Un hombre a su lado, de blanco y mascarilla. Alrededor, piezas quirúrgicas y pulcritud resplandeciente.
Tumbado, un hombre.-pequeño, pero hombre-. Pálido, con sudor en la frente, las manos e incluso los huevos.
-Tranquilo- oía que le decían.
-No te jode- pensaba el otro acojonado sobre esa especie de diván móvil.
-Ahora notarás un pinchazo, pero no es nada- y efectivamente, no era nada pero el sudor y la tensión se incrementaban sobremanera .Ahora sudaba el culo entero.
-Respira- le dijo. Y respiró. Así que estaba mareándose! Se le había olvidado respirar.
La tensión se marcaba en el rostro del pobre hombre - pequeño sí, pero hombre-. Un cerrar los ojos repentino un- ¿te duele?- y una negación.
Las manos agarraban con fuerza las piernas, el pantalón o lo que fuera.
-Respira- escuchó de nuevo. Efectivamente, una vez más, se había olvidado de hacerlo.
Un artilugio extraño en sus manos- sin pensar mal eh?- y unos movimientos suaves y precisos.
-Ya está- dijo.
-No jodas!- respondió tumbado en el diván móvil…
-Ahora relájate un buen rato ahí tumbado no te me vayas a desmayar-
A los diez minutos se incorporó del diván aún mareado con el cuerpo sudado y con el rostro de la muerte en su rostro.
-Esto ya se ha acabado-
Jueves.

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