02 enero 2008

Capítulo 185

LA PREDICCION


Los aplausos acompañaron la marcha de un poeta olvidado por el resto de año.
La multitud dialogaba sobre lo expuesto y marchaba con premura a sus casas haciendo volar espejos por doquier.
Fueran sus ojos saltones o no, los lanzaban por respeto del que canta lo expuesto.
Añicos en un suelo iluminado por el precipitar de la lluvia que reflejaban monstruos en los rostros de quienes se miraran en ellos.
Un miedo pasajero, una sonrisa y un suspiro.
En el últimos adiós, una reverencia.

Padre prior escuchó la perorata desde la alcoba donde las manos de Guadalupe agarraban sin sonrojo un miembro que parecía no desfallecer.
Con su espejo en frente sin añicos hacer y los ojos cerrados por placer.
En la lejanía de un lugar recóndito, crucificado bajo la espesura, El Pela, sin haber probado de las mieles de una mujer, yacía muerto por siempre sin más recuerdo que una rosa y su ilusión.
Sor Monja predijo entonces:
-Mañana quizá no llueva-
Y Maese el bibliotecario aguardaba su muerte con el desparpajo de quien canta las desventuras del contrario y le miraba a los ojos con la valentía del desdichado. Y anotaba sin descanso en papeles amontonados y recordaba a su hijo muerto por frecuentar alcobas ajenas y lloraba en recuerdo.
Y Sor Monja predijo:
-Quizá mañana no llueva-

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