16 enero 2008

Capítulo 199

VISITA DE MUERTE


Si Maese el bibliotecario era carne muerta o no, se sabría en poco tiempo.
El pueblo, inquieto por su pronta muerte, llamaba a su puerta de a dos intentando mitigar la pena con bailes de salón y conversaciones vanas sobre el aquí y el allá.
Locuelo, enlazado en rosa, acudió con Sor Monja en lo que pudiera ser un último adiós. Encontró al bibliotecario acurrucado en un diván, temeroso por su devenir, reacio al consuelo:

-Maese, qué prefiere,¿tener a ese pájaro mirándole de ladín el resto de su vida?. Es hora ya, ha dado todo cuanto tenía y, si su hijo por maldad no cayó en el infierno, es hora ya de que se reúna con él-
-Y todas estas anotaciones de una vida, estos secretos y mentiras, estos versos de amor… ¿qué recaudo tendrán?-
-Fíelo a Dios o al pueblo. De ello, usted responde, mas muera de una vez pues no hay remedio.-
-Pero qué manía con que muera!-
-Es hora ya-
-Pero eso quién lo dice? Un maldito pájaro que apenas mueve unos ojos oscuros o un desgraciado escritor que ansía mi muerte?-
-Quizá los dos más del escritor que fuera no hablaré, no vaya tras mi muerte también. Y no crea que por tapar con cortinaje al pájaro en cuestión se librará pues es listo el muy cabrón y moverá su ubicación-
-Correré las cortinas sin más luz que un fogón-
-Pero necesitará de madera con la que encenderlo y nadie del pueblo vendrá con ella.-
-Yo mismo haré la labor-
-A la que salga afuera el pájaro le acompañará, le perturbará y usted, morirá-

Locuelo asentía con la cabeza las palabras proferidas por Sor Monja y miraba a Maese con sonrisa feliz- demoníaco-.

-Muera Maese, es hora ya-
-Madito escritor-

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