02 noviembre 2007

Capítulo 124


HONRADLE



Con un muerto a las puertas enfriado y marchito por un halo de nieve sobre su cuerpo; con el regocijo de un ganador y la desesperación de quienes perdieron y, con el vuelo hermoso de Pájaro de Pico sobre el azul de un firmamento perfecto, amaneció un nuevo día.
El mudo en búsqueda de una voz perdida apenas mascullaba lo que parecía un bostezo.
La búsqueda incesante de una voz perdida en el tiempo. Perdida en aquellos días de ataques furibundos perpetrados por monos que una vez se llevaron a una madre.
Intentos baldíos y esperanza infinita hacia la resurrección de una voz en su tiempo melódica.
Nada.

Padre Prior engalanado para la ocasión. Mocasines de altos vuelos embolados en su extremo y cordones atados en nudo mariposa. Capa obispal de color azufre y pantalones bombachos de tres botones. La casaca, verde oliva y sombrero de ala ancha como marinero a la deriva- comparación-. Sor Monja en sus trece y Elisa con el niño en regazo la muy impertinente.

- Siempre de negro, pareces carbón.-
-Y tu gilipollas-

El hijo del alcalde en espera. Sin tristeza en su rostro por padre caído recordaba sus palabras- no temas hijo mío, la muerte sonríe a todos o a ninguno-. Palabras que reconfortaban un alma de trece años en edad impropia para ejercer de adulto.

El campanario en repique por el difunto. Canto alegórico a la muerte de un ser acogido por el Señor en regazo perpetuo. Repique de esperanza para quienes en lamento, lloran al muerto.

Una voz sobre las demás se alzó.
Profunda, sosegada y valiente.

-Él era uno de los nuestros, honradle-.

Palabras sublimes para el final de una vida presente.

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