11 septiembre 2007

Capítulo 83

EL CAZAMARIPOSAS


Sus ojos azules transmitían hermosura. Pestañas pobladas, largas y curvadas al cielo.
Sonrisa permanente-inocencia en su rostro-.
Ana de nombre.

Aquella mañana se despidió de su madre con la misma alegría que la vio nacer. Un vestido de flores malcosido en tonos azules y una gran lazo rosa en el pecho.
Una cesta en su mano y un cazamariposas.
Colores y tamaños distintos pegados a cartulinas de colores varios.
De treinta especies distintas disponía y un afán por llegar al infinito.

Cacao en una taza a primera hora de la mañana. Tres sorbos y apenas un trozo de pan en su pequeño estómago.
Partió rauda a primera hora de la mañana.
Tomó el camino al cementerio.
Había pasado por allí con su madre en ocasiones y había podido comprobar que, entre las matas del viejo cementerio, habitaban las más grandes y extrañas mariposas de lugar.

Una alegría, una inocencia partida en dos por una pala en desuso.
Un brote de sangre a través de una tez blanca.
El cazamariposas sobre tierra teñida de rojo y una cesta con dos maravillosas mariposas revoloteando sin salida.

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