24 septiembre 2007

Capítulo 104


PELLEJO



Desnudo. El culo con algún pelo disperso y un pellejo colgante entre sus piernas. Una manta en las manos y una ventana inaccesible para él.
La luz lo desvelaba al alba y todas la noches debía hacer lo mismo. Subirse encima de un pequeño taburete de madera y en tan ridícula situación, saltar encima de él e intentar poner la manta sobre la ventana afín de que ésta tapara la luz del amanecer.
El colgajo pellejudo de arriba a abajo y de un lado a otro.
El nuevo alcalde era un filón.

Elisa quiso hacer de adivinadora. Sin mirar un reloj ni al cielo mirar preguntó:
-Hermana, a que son las doce de la noche?-
-Son las nueve menos veinte Elisa-
-Soy genial, la he clavado-reía emocionada.
Sor Monja palidecía ante semejante genialidad.

Al cuarto saltó logró dejar la manta en posición. Su colgajo parecía quedar en quietud vertical.
-Esto es ridículo- pensó.

El niño dentado dormia en paz.

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