21 septiembre 2007

Capítulo 102.

ESA MISMA TARDE


Los vientos de la tarde sembraron los campos de ceniza. Semillas del demonio esparcidas por campos hundidos por la fragancia de la muerte.
El enterrador en cada hoja, en cada grano de tierra.

-Es verdaderamente repugnante-
-Quizá no veamos hoy un ocaso anaranjado, quizá el sol se tiña gris-
-No diga eso Maese bibliotecario- repetía Elisa.
-No es casualidad que lo diga sino un hecho. Lo pone en los libros-
-Maese, deje de leer esos libros. No hay quien pueda con el astro sol. Es tontería!-
-Ay Mi dulce Elisa- dijo con ironía.

La fiesta se había tornado en miedo. Y el miedo en mal augurio.

-Deberíamos volver a casa hermana, el niño tose-
-Ya no hay nada que hacer, si tose es que lo lleva dentro-
-De qué hablas?-
-Mañana tu hijo...-
-Qué sucederá mañana con mi hijo?-
-Está... esta ya... endemoniado- lloró.

Un pueblo vacío de esperanza y amor teñido por el gris de la muerte.
Escondidos en sus casas temerosos del diablo. Quizá por el terror a Dios.

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