CARLOVENTO
Pensé en Carlo.
Lo vi entre vientos apagados, con el cuerpo izado cual ancla de navío en busca de un viento propicio; Con sus brazos desplegados cual velamen -antes pirata, ahora noble-
En búsqueda de fragata perdida- o por encontrar-.
Pensé en sus navegares, extraviados tiempo atrás, en continuo fragor.
Con la empopada cercenada por sirenas de postín, de vuelo alto y recorrido corto.
A su lado, un extraño.
-Navega, mira con tus ojos, no hay más horizonte que el que limites-,
-Cállate anda, que lo flipas- respondió.
Un gavioto piaba en los cielos como quien maldice un manicomio. Su amada, en reposo, anidaba con gusto un huevo bajo su tripa y, el extraño volvió a decir:
-Mira, ahí están, curiosas aves, antes pájaros-
La primera manga era ya suya. Ahora tan sólo, quedaba ciar hacia lo desconocido, hacia tierra prometida, con el alma inquieta, con el corazón henchido.
15. Noche
Hace 14 años
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