17 febrero 2009

Capítulo 98

EL AGUADOR

Me decidí por fin a fregar el suelo de la tienda; el de fuera, unos 2 metros cuadrados.

Ya casi no recordaba su color original -¡¡¡era de mármol!!!!- Tras la primera sorpresa, la satisfacción de verlo limpio inundó mi cuerpo.

Entonces pensé que, si me duchara, el efecto podría ser el mismo o... parecido.

Lo decidí en esos mismos instantes, esa noche, cuando el sol se pusiera tras los tejados de la vieja ciudad, metería mi cuerpo en agua enjabonando con fuerza cada centímetro de mi oscura piel.

Sería en realidad negro? O acaso falta de agua y jabón?

Las preguntas me asaltaban, las angustias y los picores también. 

En el cielo, un buen amigo recién llegado, sonreía por no llorar. No me pude despedir de él; nunca imaginé que cuando salió de aquí por última vez, sería por siempre.

Tras el impas del momento, comencé a escribir unas palabras...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonita foto la del titular...

no la del cigarro, la de encima/detrás

Kakan dijo...

sisi... entendido...