MASACRADOS
Recogí sus cenizas del suelo
Las paredes no eran sino reflejo y recuerdo de lo ocurrido.
Cuadros de dolor, hendiduras de muerte.
Un niño, una madre y una tetera hirviendo.
Imágenes confusas, arrodillado, sin miedo.
Los diablos engullidos por el dolor
enfrentados a los misterios de una vida pobre
raída por el tiempo.
En tiempos donde la vida y la muerte dependían de un dedo
donde la mancha roja de la sangre recorría algo más que las propias venas
Partí el día de los difuntos con una espada atravesada
con el dolor de quien por cobardía escurrió su cuerpo bajo la almohada
del ciego que no quiere ver, del enfermo en agonía.
Los prados teñian de negro mis pasos
Las piedras se apartaban del camino.
La brisa se convirtió en vino
el vino, en pecado divino.
En tiempos donde la vida y la muerte dependían de un gatillo
Donde la mancha roja de la sangre recorría algo más que las propias venas.
Encontré el amor
Donde tan sólo con angustia y muerte antes había vivido.
Donde los números son sólo un recuerdo y
el 666 mi destino.
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