10 octubre 2008

Capítulo 24

LA COSA

Entonces pregunté sin malicia alguna:

-Se puede saber qué es eso?-

Parecía que nadie quisiera responderme, parecía que, a ojos de los demás, aquel extraño anima,l o cosa, o lo que fuera que hubiera ahí fuera, era del todo normal.

-Santo Dios- acaso nadie se percata de la extraña movilidad de eso?-

Callaron todos ellos; quedaron bajo el influjo de lo común, de lo isesperado y artificial.

Fui a tocarlo con respeto, con el cuidado que siempre tuve hacia las cosas extrañas.

-Es como lúgubre- dije.

La gente flipaba ante mis comentarios un tanto extraños. Todo era extraño, hasta las miradas de los pájaros que acompañaban mi sudoración.

-Quizá sea cosa de vampiros o... no. Vayase a saber!- apliqué con vehemencia esta última frase.

La inquietud que mostraba el personal era evidente. Mis ojos no se separaban del misterio ni por el asomo de bella dama de flequillo sin igual.

-Ahí está, la respuesta a todo, identificable 100 por cien-

Todos asintieron entonces en común camaradería, todos se dieron la mano como en misa y creyeron en mí, mis circunstancias y la vida.

Se besaron ad oc y rebautizaron a sus niños con nombres extraños. Uno de ellos, Arturo, de nombre feo, judío, no más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...y jo akí.immóbil. Intentando no perder la sonrisa... la alegría... en raras circumstancias. Que es mas de lo que hacen la mayoría... de pájaros...