13 febrero 2008

Veinte + cinco

EL PAÑUELO


Encontré al viejo mirando por la ventana norte.
Sonreía, lloraba y, con un pañuelo prestado, secaba sus lágrimas.
Elena, al otro lado, bailaba como una mariposa con pétalos de flor cayendo sobre sus hombros.
Llevaba un vestido blanco estampado con flores campestres y una pamela anudada a la barbilla.
Me acerqué a él con sigilo, sin querer perturbar ese momento. Puse mi mano sobre su hombro y él, sin mirar si quiera, hizo lo mismo sobre la mía.
Dos palmadas en ella fueron suficientes para comprender.
Le avergonzaba que le vieran llorar sin más sentido que ver a una muchacha bailando en la calle.
Comprendí que no era una muchacha más por la que lloraba, que en ella había algo más, un falso conocimiento, un pasado, una alegría y una tristeza, un amor, un desamor…
El pañuelo cayó al suelo.
Mientras, en la calle, sonaba una canción.
Elena, bailaba con una sonrisa en los labios. El vestido de flores recorría su cuerpo moldeándolo como a una princesa. De pronto paró, nos miró y, avergonzada, saludó con su mejor sonrisa, la que hacía palidecer las demás sonrisas del mundo.
Dos pañuelos, uno al viejo y el otro...
-Jo! Y qué canción sonaba?-
-Escucha…-


2 comentarios:

Anónimo dijo...

no me pega esa canción...

Kakan dijo...

Vaya!
Bueno, qué le vamos a hacer... no puede gustar a todo el mundo...