27 febrero 2008

Treinta + cuatro

ESE RATÓN SIN DISIMULO


Y llegó María por sorpresa. Lucía un vestido acotado por las rodillas y de mangas vacías.
Se había recogido el pelo en un moño imposible y, en su rostro, la eterna sonrisa de la felicidad.
Llamó a la puerta con los nudillos entonando la quinta de Beethoven- larga llamada sí-.
Padre Prior sonreía en el sofá el desparpajo de tan bella y dulce dama.
Cuando hubo entrado, se levantó del asiento para, con una sonrisa de amor sin igual, besar el rostro de María en ambas mejillas.
-Veo que gusta por la música-
-Y por la danza y por el amor, y por los pájaros, la naturaleza, el sol, la lluvia, el nublo, y el diurno… amo la vida señor-
-Puedes llamarme Padre Prior- apuntilló.
-Así que por fin tenemos nombre. Encantada Padre Prior. Y, ¿ese perrito que le acompaña allá donde vaya no tiene nombre?-
-Lo tiene mi dama, Locuelo se llama-
María arrodilló su cuerpo a un Locuelo un tanto inválido todavía. Él, la miraba con ojos risueños, orgulloso de que acariciaran su pelaje.
En el ventanal, el pájaro negro sorbía agüilla rociera y Carlo, despistado, entró de una pata y canto.
Un pequeño ratón asomaba sus orejas en la cocina, María lo miró y, con su cabeza le dijo no.
-Pobre ratón-
-Pobre-

No hay comentarios: