11 febrero 2008

Veinte + dos

EN UNA GOTA DE AGUA


El caso es que había pasado el fin de semana, corriendo, deprisa, sin pausa y con los latidos de mi corazón palpitando a su buena esperanza.
El viejo había permanecido como un pino en el monte, perenne en su sofá, sin más palabras que un susurrado “buenas noches” antes de cerrar el libro y dejarlo apoyado sobre su pecho.
-Como quien abraza a su amada?-
-Eso es-
-Sí, pero de la noche con María poco cuentas-
Su imagen reflejada en cada gota de agua, en cada río, en cada compás. María era preciosa de día y de noche. En la oscuridad, en el amanecer y en su ocaso.
-Y el pájaro negro?-
-Mirando, de ladín y con los restos de un fin de semana al lado de sus pies de pájaro-
Lunes…
-¿Y el diablo negro?-
-Repito, lunes-.


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