26 febrero 2008

Treinta + tres

EL NOMBRE DESCONOCIDO


Era una mañana nublada, de buena temperatura y nubes amenazantes.
El viejo, acompañado por un aún débil perro se acercó a la ventana norte.
El pájaro negro, despistado, los perdió de vista. Azorado por tal circunstancia puso sus ojos en rojo bermellón y con una mirada mortal, emprendió vuelo.
-Creo que ahora que estamos solos, sin ningún pájaro negro que inquiete, debería hacerle un par de preguntas-
El viejo asintió con la cabeza, ni una palabra salió de su boca.
-¿Cómo se llama viejo amigo?
El viejo se dio la vuelta, miró al perro con una sonrisa en sus labios y dijo:
-Padre Prior-
Aquel nombre me recordaba algo, un pasado, una conversación con mi padre tiempo atrás.
El perro lo miraba con la mirada triste de quien lo ha perdido todo, de quien ha sido perseguido por el fuego de la muerte, de quien ha estado a punto de encontrarla frente a frente, sin vuelta atrás.
-Él se llama Locuelo. Es un amigo del pasado. Lo creía muerto como a los demás y mire, aquí está con nos-
Nada más acabar esas palabras, el pájaro negro regresó hirsuto al ventanal sur. Sus ojos, aún encolerizados, fueron tomando el color negro que los caracterizaba.
Se hizo el silencio por momentos, los gorriones dejaron de piar, los ratones de roer.
Una lágrima compartida, una esperanza y un amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una puerta abierta ..¿es una invitacion a entrar?
Muñekita

Kakan dijo...

la puerta siempre esta abierta, no hay que pedir permiso