12 marzo 2009

Capítulo 122

IMPERTINENCIA

Para bien o para mal el cinco está de moda. En mi caso es para bien. 

Ay de aquellos que lo han sufrido estos días.

Yo por mi parte sonrío en un sin cesar. Y al que piense mal, que se lo haga mirar.

Martes y miércoles de disfrute y gozo, de sonrisa particular.

El cóndor volaba lejos, demasiado para que mis  ojos verdes  esmeralda lo pudieran ver. Tan sólo una imaginación portentosa y un ansia casi impertinente hacían que sonriera su lejano vuelo.

Lejos, muy lejos, sabía que una sonrisa me esperaría para llevarme hasta allá.

Con la impertincencia de un ansia deseada, con el complejo escondido, con una feucha a un rincón de un lugar.

 

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