05 diciembre 2008

Capítulo 51

DE TENER BOCINA...

Despejé dudas a propósito de marejadas y hojarasca en tierra del diablo. Cautivé con profunda mirada al ángel de la guarda del mismo Satán. Tras rebuscar en bolsillos ajenos, encontré lo que complacería a cualquier hombre. 

Un tercer suspiro, profundo cual abismo, retorció el último botón. 

El resto... Lo saben bien aquellos que lo vieron.

Di vuelta como recién llegado a tierra extraña. A mi derecha, un frigorífico volaba por los aires. Dentro, un avestruz disecada con el pico al revés. Las plumas, al lado, en tuper cerrado.

La bella dama, aún desnuda, rió sin causa aparente.

Giré mi vista cuando un camión atropelló su desnudez tiñendo en rojo la oscuridad del momento.

Sin bocina.

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