LA LLAMADA
Víspera de un día de fiesta insulso para aquellos a los que la economía no acompaña. Un sin saber qué hacer, un sin más ni más, una pereza como palabro perfecto que lo acompañe.
-si por lo menos nevara...- dijo uno.
-Quién lo dijo?- A saber, quizá la esperzanza, quizá nadie más había presente.
El gris se mezclaba con el agua y, ésta, con el frío. Encebollado en ropa, a refugio del exterior, con los dedos en un teclado negro de teclas altas y voz callada.
Encontraría una excusa para sonreir; encontraría ese camino oscuro.
Tocaron el timbre de la puerta. Sería un cliente? Sonreiría de nuevo?
-el cartero-.
Habrá que esperar...
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