09 septiembre 2008

Capítulo 4

SIEMPRE ESTUVIERON AHÍ



Los colmillos eran afilados, la saliva reciente, ácida, pesada.
Unos morros carcomidos por los nervios; pellejo suelto en la boca.

Los sudores aún presentes, la tristeza en vías de algo, de nada, o por siempre.

Miré de nuevo hacia los pájaros que me rodearon antaño.
Olvidados por un tiempo, recogidos en un sentimiento, aparecieron en saludo.

Giré mi mirada a un lado, a otro,  los miré de nuevo.
Permanecían ahí quietos, sonriendome a su manera.

Por fin les devolví una sonrisa que creía ya olvidada, saludé a mi modo y dije:
-Hasta pronto-


No hay comentarios: