12 septiembre 2008

Capítulo 9

EL DESPERTAR


Cierto es que se levantó despacio, sosegado, con el miedo todavía muy presente.
Siete veces aulló como un lobo, se miró al temido espejo y... respiró.

Con la valentía de un caballero, se atusó en medio del silencio, de una soledad a la que se estaba habituando a regañadientes, con el sonido sordo del pasado en un ir y venir de imágenes que, de alguna manera, todavía le perseguían por donde fuere.

Una niña imantada en un carrito y una lámpara. 
Una vela apagada y un farol multicolor.
Un cuadro, un pelo, un olor.

Bajó la escalinata de Palacio sin sonreir, con la sombra tras él, con el miedo frente a sí.
Un frío de madrugada ( exageremos la circunstancia, madrugada ) se apoderaba de los brazos desnudos; un café, descafeinado por favor, que calmara su hambre. 

Un día, el quinto, amanecía.

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