RAZONES MIL
Heladio resultaba un hombre incómodo por su estatura.
Un producto de la naturaleza recibido en carne como quien recibe bebé de cuna.
De barba negra-como el pirata-.
Su mirada inmediata, persistente.
Sus manos poderosas y su tez, pálida, pero ambiciosa.
Heladio vendedor de cajas en frontera.
De media luna su cara, alargada, madura.
Adriana, su mujer, desnuda.
Y Locuelo miraba al horizonte con sus ojos perdidos en él. Y recordaba un baile imposible.
Y a una novia.
Y su muerte.
Y no lloraba, por orgullo. Y no marchaba, por corajudo.
Y Padre Prior con su caja nueva y Sor Monja, todavía en espera.
Y es lunes y lo cuento.
Razones mil.
Tan solo es un cuento.
15. Noche
Hace 14 años
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