22 julio 2008

Cientocuarentaynueve

VOLVEMOS?


Y sonreí.
Llegué a casa destrozado, muerto de dolor corporal, de un viaje tedioso, incómodo y aburrido.
El pájaro me miraba en su árbol. Habían crecido las ojas. Al abrigo de éstas, descansaba en paz.
Me guiñó un ojo y sonrió de nuevo.

Me miré entonces en el espejo; con cara de mamón, sonreí tras él.

Al lado, en una fuente de colores imposibles, una pájara celosa aleteaba sin cesar intentando llamar mi atención. Iba con plumaje rosa y pestañas negras- extraño pájaro sí-. 
Me quedé mirándola absorto, con la sonrisa de un misterio, con el placer de mirar un cuadro perfecto. 

Con un pico deslumbrante de belleza y placer, sonrió de nuevo.




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