28 julio 2008

Cientociencuentay 2

HACE TIEMPO...


Locuelo, olvidado por el amor, resurgió de sus cenizas. 
Miró mi rostro un tanto entristecido por el aburrimiento, sonrió con ese gesto tan suyo y lamió mis pies. 

- Los pies no Locuelo, que me agito-

Juguetón él, lo repitió.
 
Un puntapie de izquierda a derecha con el exterior y en parábola lo dejó colgado de un farol. 
Un sinquerer provocado por un juego peligroso.
Miré al farol, miré mi pie, un quejido, una lágrima en sus ojos.

Lo bajé de las alturas estrechándolo en mis brazos como quien abraza a su amor. 
Miré sus ojos tristes, acaricié su pelo y él, dejó caer su cuerpo en mis brazos con sonrisa, sin más placer que mis manos sobre su cuerpo.

Los ojos eran oscuros, sonrientes.
Su boca, la alegría.
El cuerpo, langostinado.
Y yo, esperándolo.

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