05 agosto 2009

LOS DIAS ANTERIORES

Sabía que los pájaros, en verano, humillan sus cabezas e incluso el trino a media tarde.

-Otro cantar es el amanecer- que decía un otro cualquiera.

Pero lo cierto es que esta vez iba a ser distinto. Miraban el pasear de Carlo como quien le despide en vida; como quien le dice - no puedo, no puedo-recordándole su más inmediato futuro.

Son pájaros corrientes para un viaje finito, delimitado en su ascensión a la tortura e un dolor cabecil.

En cuanto al equilibrio, es de dudar. Con la calorina de una plaza en erupción, con la ciudad de Zaragoza como expresión de un infierno particular, éstos parecen balancear sus cuerpos como columpios inestables, al borde quizá de una caída fatal.

Uno de ellos quiso mirar,accedió al filo de lo casi imposible...

Pió... no puedo, no puedo, ante la hiriente mirada de un hombre confuso.

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