16 octubre 2007

capítulo 116

INQUIETUDES


La danza de las mariposas en el campo bajo los tibios rayos de luz que ofrecía el ocaso de un otoño sin ánimo.
El griterío de unos niños de corta edad en su salida de un pequeño colegio sin alma.
El carbón en rojo anaranjado esperando la llegada de un manjar escondido entre ramas.
Un poeta en flor y un cuadro pintado a todo color.
Brochazos de una vida y un pueblo sumido hace tiempo en el dolor.

-Hace tiempo que no muere nadie-
-Así es, el nuevo alcalde anda un tanto despistado-
-Son esos zapatos de charol, resbalan-
-Dicen que...-
-Ya se lo que dicen, no me lo creo-
-Nunca te crees nada!-
-Sólo creo en Dios Elisa, con eso me basta-

Jonás entonaba cantos alegóricos desde lo alto de la colina. En precioso minarete de color blanco y techumbre azul, sin campana, sin tragaluz.

-Parece que le van a salir los dientes-
-Sí, eso parece-
-No te lo crees verdad?-
-Yo solo creo en Dios-
-Pesadita estás con Dios. Parece que no haya nada más en tu vida.-
-Es que no hablas si no es de dientes. Estoy un poco más que harta.-
-Claro, como tu no tienes niño que cuidar...-
-Contigo me ha bastado-
-Siempre estás igual-
-Siempre con Dios-

Fuera el frío otoñal calaba con rapidez los huesos de los alfareros en jornada criminal. Sus fogones apenas iluminaban los aperos y unos ojos perdidos en llamas de acero.

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