12 junio 2008

Cien + 33

EL BANDERIN


Cuando buscaba un plato de cocina hondo, lo hacía a conciencia. En ello, sin duda, era el mejor.
Sopero, de fondo caudaloso, liso en sus bordes-su preferido-.
Repasaba con los ojos lugares donde ya había mirado cientos de veces. Presagiaba que estaba por ahí, escondido entre bastidores de un teatro imperfecto.
El pájaro negro daba señales de ello. De ladín su posición, su ojo, describía una hipérbole perfecta de cuanto acontecía.
El viejo buscaba, emprendía de nuevo marcha de adelante atrás con el mismo criterio que la primera vez. Primero miraba abajo, después arriba.

Iran en mi recuerdo- me oiría con ese pocho-oído?-
Razoné y miré a través de la ventana.
Junto a los mares pintados, los árboles frutales, majestuosas estrellas iluminaban el día.
Ahí estaba, apincelada.

Por fin, halló el plato bajo un banderín de …
El pájaro, quizá ofuscado, giró su cuerpo dando espalda a semejante descubrimiento.

La dejé a eso de las siete; con su sonrisa perfecta, con sus ojos brillantes, su cinturón de miedo.

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