21 enero 2009

Capítulo 73

SUEÑO

Ya no se me abrían ni los ojos. El sueño atenazaba mis dedos. No podía apenas con la mirada. 

La vejez.

Todavía soñaba con aceites sobre su cuerpo, su sonrisa bajo una lumbre apenas perceptible, sus manos en mi pelo, mis manos en su cuerpo. 

La tiranía del deseo.

Aún sueño porque el sueño no es más que una esperanza incierta. Porque hay que soñar con algo y prefiero sea con ello.

Su eterna sonrisa.

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