MENSAJE Y CUENTO
-Al arriba, al arriba!-
Era él, Carlo, que con toda verdad gritaba en un mensaje de esos que tanto gusta tener.
La respuesta no se podía hacer esperar.
-Aibalalé, aibalalé- contesté con la razón del erudito.
Al fondo, imaginé un elefante que se aproximaba a galope hacia nosotros con aires desavenidos.
-Aibalalé, aibalalé- me apresuré a decir de nuevo.
Había que verlo venir!. Con esos colmillos y ese trote topón y veloz.
La noche; la magia del ser o no ser...
Reí.
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